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Opinión
Redes y salud mental: hay que ajustar / Análisis del Editor Multimedia
A diferencia de los medios de comunicación, las redes se saltan toda norma y responsabilidad.
Nadie ‘autorregula’ la información manipulada, tergiversada y maquillada que termina por someter a los más pequeños a ambientes que afectan su salud mental. Foto: iStock
Estamos cerca de que el proyecto 029 de 2024 se convierta en ley, un articulado que modificará la Ley 1616 de 2023 y que dictará nuevas medidas en prevención, atención y educación sobre la salud mental de menores en Colombia, un tema que se comprende como necesario e importante.
El proyecto de ley 029 incluye medidas y acciones que involucran a varias entidades alrededor del ordenamiento sobre el cuidado de la salud mental de los menores de edad, teniendo en cuenta que el lobby de las big tech como Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp), entre otras, ha logrado que la responsabilidad que les corresponde por el contenido que está en sus plataformas y el cuidado de los niños se diluya en el ya manido concepto de la ‘autorregulación’.
Bajo esa mampara, las redes sociales han buscado siempre la finta a la responsabilidad que les compete de mantener seguros y con acciones preventivas sus ecosistemas, ampliamente masivos y de audiencias millonarias, para evitar contenidos nocivos, información falsa, publicidad engañosa y otras actividades que atenten contra la integridad física y emocional de los niños.
El cuento de que todo debe quedar en manos de la ‘autorregulación’, es decir, en cabeza de los mismos s, no ha funcionado: nadie ‘autorregula’ la información manipulada, tergiversada y maquillada que deforma la realidad y que termina por someter a los más pequeños a ambientes de estrés, ansiedad, de matoneo y abuso, que afectan su salud mental.
A diferencia de los medios de comunicación, que ya somos sujetos de una amplia y detallada regulación para controlar el tono, marcación, producción, horarios y pedagogía alrededor de los contenidos, con cuotas de programación, cuidado en el lenguaje, con actividades de formación y control milimétrico de la publicidad para cuidar a los menores y la exposición a información no adecuada; las redes sociales se pasan por la faja toda norma y responsabilidad.
Bien harían los legisladores en dejar muy bien especificado y claro, con detalle absoluto, el alcance de este proyecto de ley 029, para eliminar toda duda de que se trate de un intento por regular contenidos y libertad de expresión en medios de comunicación o en ‘portales digitales’, como está sugerido hoy en el articulado, y que se aclare que se trata de acciones para meter en cintura a quienes, con el escudo de la ‘autorregulación’, se deslindan de su responsabilidad.
¿Cómo se explica que las redes sociales, señores del Congreso, sí tengan la tecnología para detectar una canción, foto o video con derechos de autor para bloquearlo o sancionar, cobrar, a quienes los publican, pero no tengan la tecnología para evitar las estafas, engaños, montajes y manipulaciones que tanto afectan la salud mental de todos, incluidos los niños?
No necesitamos que entidades istrativas o gubernamentales tengan injerencia sobre algo ya constitucionalmente establecido.
Son las redes sociales, los ‘medios no regulados’ en esta ecuación.
Y es sobre ellas que deben estar el foco y el esfuerzo parlamentario por proteger a los niños.