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¿Cómo una cabeza decapitada puede seguir consciente? La ciencia lo explica
El cerebro puede sobrevivir hasta 30 minutos después de que el corazón ha dejado de latir.
Varios estudios han demostrado la actividad cerebral después de la muerte. Foto: iStock
Hablar de cabezas decapitadas puede llegar a ser algo perturbador, propio de una película de terror o un cuento del siglo XVIII. Sin embargo, muchas veces la ficción se inspira en la realidad y a su vez, la realidad puede llegar a inspirar a la ciencia. Es por esto que, desde hace varios años, se está estudiando cómo podría llegar a vivir una cabeza sin cuerpo.
Así es. Científicos e investigadores alrededor del mundo se han preguntado más de una vez si una cabeza por sí sola podría llegar a ser consciente o seguir ‘viviendo’ después de haberse separado del cuerpo. Esto surge realmente de historias muy antiguas -pero populares- en las que se presumía que a veces la gente seguía viva después de ser decapitada.
Ana Bolena fue la segunda esposa del rey Enrique VIII y la madre de la reina Isabel I. Foto:iStock
Uno de los casos más populares es precisamente el de Ana Bolena, quien fue la primera reina inglesa en ser decapitada en público. Según cuentan los registros posteriores a su muerte en la guillotina, la cabeza de la exesposa del rey Enrique VIII había tratado de pronunciar algunas palabras mientras estaba en el suelo.
Años más tarde, durante la revolución sa, la icónica girondina Charlotte Corday también se mostró enojada cuando un hombre llamado François le Gros -el ayudante del verdugo- levantó su cabeza suelta del piso y la abofeteó en frente de la plaza donde había sido ejecutada. O por lo menos así lo cuenta Jules Michelet en su libro ‘Histoire de la Revolution Française’.
Muchos científicos están buscando mantener las cabezas con sus conciencias intactas. Foto:iStock
Esto ciertamente ha causado mucha intriga en el ser humano, quien siempre está buscando respuestas a lo desconocido. Especialmente en esta época, en la cual los avances médicos y la carrera por conseguir una vida más longeva se hace cada vez más presente en la ciencia.
¿Y qué tiene que ver esto con cabezas sin cuerpo? Pues bien, mientras se estudiaba cómo hacer un trasplante de cabeza, un grupo de científicos de la Universidad de Western Ontario, en Canadá, descubrieron que el cerebro puede seguir funcionando hasta 30 minutos después de que el corazón ha dejado de latir y permanece en un estado en que solo hay ondas cerebrales delta, las cuales se ven a menudo en las etapas de sueño y relajación.
Cerebro - neuronas Foto:iStock
En la investigación publicada por la revista científica de la Universidad de Cambridge, también se habló de que, incluso pasada esta media hora, la actividad cerebral termina con una ola final de pulsos eléctricos denominada ‘despolarización extendida’.
Así mismo, según un estudio publicado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, el cerebro representa el 20 por ciento de todo el oxígeno utilizado en el cuerpo. Una vez que se cortan los vasos sanguíneos del cuello, se detiene el suministro de oxígeno y cualquier residuo que quede en la sangre y los tejidos después del golpe fatal, puede ser la respuesta al porqué la gente a lo largo de la historia ha visto más de una vez una cabeza moverse después de que el animal o la persona ha sido declarada como muerta.
Mike, la gallina sin cabeza
El movimiento de los ojos y boca solo serían posibles si la cabeza estuviese unida a los tejidos y estructuras que permiten esto, ya que los nervios que alimentan esos músculos aún estarían conectados. Se tiene la teoría de que una cabeza humana puede vivir hasta 30 minutos después del último latido del corazón, pero la historia nos ha demostrado que las cabezas de otros animales pueden sobrevivir mucho más tiempo.
La gripe aviar H5N5 se puede transmitir por o directo con aves infectadas ya sea que estén vivas o muertas. Foto:iStock
Así lo probó Mike, una gallina que sobrevivió 18 meses tras haber sido decapitada. El corte accidental, que había hecho su dueño, logró atravesar de manera perfecta su tronco encefálico, manteniendo vivas las partes de su sistema nervioso central que controlan sus funciones básicas. Un coágulo de sangre oportuno y bien colocado impidió que muriera desangrado.
Los estudios en animales han sugerido que incluso 48 a 96 horas después de la muerte, la expresión y la actividad de los genes aún se están produciendo y, en algunos casos, aumentan en cantidad. Como si fuera un último esfuerzo para vivir.
Sin embargo, aún queda un camino muy largo que recorrer, si en un futuro la ciencia quiere guardar conciencias y cabezas en un estado intacto.