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Opinión
El pueblo forjado por un impacto meteórico / Historias del cosmos
Hace aproximadamente 15 millones de años, un meteorito de alrededor de un kilómetro de diámetro chocó contra la superficie terrestre de lo que hoy es Nördlingen.
Durante el impacto meteórico, el calor y la presión extremos transformaron las rocas locales, formando un material único conocido como suevita. Foto: iStock
Pasear por las calles empedradas de Nördlingen, es caminar sobre restos de una explosión cósmica que ocurrió hace millones de años y que dejó una marca indeleble en la Tierra. Sin saberlo, los habitantes de este pequeño y pintoresco pueblo al sur de Alemania, han convivido a lo largo de la historia con rocas formadas bajo el calor y la presión de un impacto extraterrestre, ajenos al pasado violento que dio forma a su hogar.
Hace aproximadamente 15 millones de años, un meteorito de alrededor de un kilómetro de diámetro chocó contra la superficie terrestre a una velocidad de decenas de miles de kilómetros por hora, creando una cicatriz de 24 kilómetros de diámetro. La energía liberada en el impacto fue descomunal, comparable a la explosión de miles de bombas atómicas, quedando el cráter de Ries como testimonio del violento suceso.
Durante el impacto meteórico, el calor y la presión extremos transformaron las rocas locales, formando un material único conocido como suevita, compuesto de fragmentos de distintas rocas y minerales que se fundieron debido a la alta temperatura durante la violenta explosión. Este material, lleno de diminutos cristales de cuarzo, es el mismo que los habitantes de Nördlingen han usado durante siglos para construir sus casas, iglesias y murallas.
Los primeros pobladores llegaron mucho después de que el cráter se enfriara y comenzara a cubrirse de vegetación y sedimentos. A ellos les parecía solo un valle rodeado de colinas, ideal para asentarse y vivir apaciblemente. Con el tiempo, el pueblo creció dentro del cráter, y su arquitectura medieval comenzó a moldear el paisaje. Los habitantes nunca imaginaron que las piedras que usaban para levantar sus construcciones eran, en realidad, el testimonio de una antigua colisión cósmica. La iglesia de San Jorge, por ejemplo, es un emblema de esta mezcla de historia y ciencia: su torre, conocida como “Daniel,” está construida con suevita y se alza imponente sobre el pueblo, ofreciendo una vista espectacular de todo el cráter desde una altura de casi 100 metros.
Durante siglos, se creyó que el cráter había sido formado por un volcán extinto, hasta que en la década de 1960, los científicos Eugene Shoemaker y Edward Chao, pioneros en el estudio de impactos de meteoritos, demostraron que Ries era producto de una de estas colisiones cósmicas. La evidencia fue clara después de encontrar coesita, una rara forma de cuarzo que solo se produce bajo presiones extremas, como las de un impacto de meteorito o una explosión nuclear. Este descubrimiento atrajo la atención del mundo científico y colocó a Nördlingen en el mapa como uno de los mejores ejemplos de un cráter de impacto en la Tierra.
Hoy, Nördlingen ha convertido su peculiar origen en una parte fundamental de su identidad y economía. En el centro del pueblo se encuentra el Museo del Cráter Ries, donde los visitantes pueden conocer más sobre el impacto que ha moldeado la geología del curioso lugar, donde lo cotidiano y lo extraordinario se entrelazan. Las piedras que adornan las calles y casas no solo son restos del pasado geológico, sino también fragmentos de una historia más grande, que conecta al pueblo con el universo.