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‘Perucetus’: así fue el descubrimiento del animal más pesado que habitó la Tierra
Un animal de hace 39 millones de años se quedaría con el título que le pertenecía a la ballena azul.
El material descubierto consiste de 13 vértebras, cuatro costillas y parte de la pelvis. Foto: Giovanni-Bianucci
Hace unos diez años, mientras el paleontólogo peruano Mario Urbina caminaba por el desierto de Ica en busca de restos de cetáceos primitivos —antepasados de esos grandes animales acuáticos como las ballenas y los cachalotes— se encontró con algo que no se parecía a nada de lo que se hubiera encontrado antes. Su incertidumbre lo llevó a consultar a varios investigadores para que lo ayudaran a desentrañar el misterio.
Entre los convocados estaba el paleontólogo Rodolfo Salas-Gismondi, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, quien recuerda que cuando llegó a la zona de Samaca, donde estaba el yacimiento, lo que vio fueron unas grandes vértebras con unas superficies enormes que también lo dejaron desconcertado. “Le dije: no estoy seguro, Mario, esto nunca lo había visto y, además, ni siquiera estoy seguro de que sea hueso. Eso lo recuerdo muy bien porque era tan extraño que no parecía ni siquiera hueso”, asegura.
Y es que, como explica Salas-Gismondi, el hueso normalmente tiene una superficie compacta, mientras que su interior es muy poroso. Pero en el espécimen que tenían en frente los científicos peruanos hace una década, todo era compacto. “No se veía la estructura ósea, que es una de las pistas que tenemos cuando vamos al campo a reconocer huesos, identificamos las fibras óseas de crecimiento, por ejemplo. En este caso no se veía nada de eso”, recuerda.
Su recomendación para resolver las dudas que embargaban a los científicos era hacer un análisis microscópico para saber de qué tipo de tejido se trataba. Eso les confirmó que efectivamente era hueso, uno sumamente compacto, el de un animal como nunca se había registrado, de gigantes proporciones, sobre el que luego descubrirían que era el animal más pesado que ha habitado la Tierra: el Perucetus colossus, el coloso cetáceo del Perú.
Se tuvieron que hacer cada año dos o tres expediciones para colectar cada vez dos o tres vértebras, máximo, porque no se podían colectar más, eran demasiado grandes
Rescate titánico
En un estudio publicado en la revista Nature, cuyos resultados le dieron la vuelta al mundo la semana pasada, un equipo internacional de investigadores estima que el Perucetus alcanzó unos 20 metros de longitud y cerca de 199 toneladas, desbancando del título de pesos pesados a conocidos animales como la ballena azul (130-150 toneladas) o el gigantesco Argentinosaurus (50-100 toneladas).
Perucetus colossus Foto:Arte de Alberto Gennari
Para conocer cómo pudo haber sido este tremendo animal, que vivió durante el Eoceno medio, hace 39 millones de años, en las costas del Perú, los investigadores hicieron un modelado en 3D a partir de un esqueleto parcial, que incluye 13 vértebras, cuatro costillas y un hueso de la pelvis, inmensas piezas de un rompecabezas que tardaron años en recuperar del desierto de Ica.
“Se tuvieron que hacer cada año dos o tres expediciones para colectar cada vez dos o tres vértebras, máximo, porque no se podían colectar más, eran demasiado grandes (cada una pesa cerca de 150 kg)”, manifiesta Salas-Gismondi. Un fósil que fue presentado a los peruanos con los resultados de la investigación la semana pasada, en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor San Marcos, en Lima.
Según detallan los investigadores, el hueso de la pelvis fue fundamental en el camino para definir con certeza que se encontraban ante un cetáceo primitivo del grupo de los Basilosauridae (parientes de las ballenas ya extintos), debido a que la cadera de estos animales es una de sus características distintivas. Mientras que otro reto de la investigación fue determinar que no se trataba del fósil de un animal que hubiera desarrollado una impresionante densidad en sus huesos como consecuencia de una enfermedad.
“Luego de tener varias vértebras, compararlas y analizarlas, notamos que todas tenían correspondencia entre ellas. No había nada asimétrico, lo que quiere decir que el crecimiento del hueso era, a pesar de que era exacerbado, ordenado y simétrico. Y eso no es una característica de algo patológico. Además, un animal patológico de ese tamaño no hubiera podido sobrevivir”, explica Salas-Gismondi.
Los científicos como Giovanni Bianucci, de la Universidad de Pisa (Italia), quien figura como primer autor de la publicación, han detallado a medios como la agencia Sinc que este tipo de engrosamiento y pesadez del esqueleto, llamado paquiosteoesclerosis, no se encuentra en ningún cetáceo vivo, aunque sí se observa en los sirenios, como los manatíes, como una adaptación para mantenerse sumergidos en el agua.
Como detalla la agencia española, la paquiosteoesclerosis consiste en dos tipos de modificaciones óseas. Por un lado, la adición de un hueso extra en la superficie externa de los elementos esqueléticos, lo que les da un aspecto hinchado, denominado paquitosis. Por otro lado, el relleno de cavidades internas con hueso compacto (osteosclerosis), lo que añade aún más peso.
Debido a esta condición, los expertos calculan que el peso esquelético de Perucetus (solo el peso de sus huesos, sin contar otros tejidos) superaría las 7 toneladas, lo que hace a la osamenta de esta ballena arcaica tres veces más pesada que la de la ballena azul moderna.
Con la modelación en 3D, los investigadores consiguieron evaluar el que podría haber sido el tamaño real del espécimen, su peso y su capacidad de nado. Con esta información y una serie de regresiones computacionales, que consisten en análisis estadísticos, el equipo estimó que el peso en vivo del Perucetus podía haber ido desde una mínima de 86 toneladas hasta un máximo de 340, lo que deja un promedio de 199 toneladas.
También existe la posibilidad de que haya sido herbívoro, aunque en este caso sería el único cetáceo de este tipo conocido
“Hemos sido extremadamente conservadores en nuestro enfoque”, le dijo a Sinc Eli Amson, del Museo de Historia Natural de Stuttgart (Alemania) y líder del estudio. “La estimación más baja refleja una valoración extremadamente conservadora, y aun así es mayor que la de algunas ballenas azules adultas”, aseguró.
Un gigante sin cabeza
Sobre cómo pudo haber sido la vida de este extraño animal solo se tienen hasta ahora algunas conjeturas. “Como no se ha descubierto el cráneo ni los dientes de Perucetus no sabemos de qué se alimentaba. Sin embargo, debido a la densidad de sus huesos, se piensa que era un animal costero que vivía cerca del fondo en aguas poco profundas”, explican los investigadores en un comunicado.
Se cree que probablemente ahí se alimentaba de animales bentónicos, que son aquellos que viven asociados al fondo, como crustáceos, moluscos o peces. “También existe la posibilidad de que haya sido herbívoro, aunque en este caso sería el único cetáceo de este tipo conocido”, afirmaron los expertos.
Cada una de las vértebras del ‘Perucetus colossus’ encontradas en el desierto de Ica pesa alrededor de 150 kilogramos. Foto:Giovanni Bianucci
La expectativa es que el cráneo esté en la misma zona donde se encontraron los otros restos, pero las excavaciones para recuperar las vértebras fueron tan prolongadas y complejas que después de una década los científicos decidieron publicar los resultados sobre el hallazgo de esta nueva especie para poder conseguir más recursos que permitan encontrar los restos que faltan en un cerro de difícil .
“Creemos que el cráneo está dentro y hay que continuar porque nadie se imagina cómo era. En las reconstrucciones se ve una cabeza chiquitita, pero esa es la única evidencia que tiene algo de base científica que podíamos utilizar, porque todos los demás cetáceos de esa época, parientes de él, tienen esa forma y tamaño en proporción al esqueleto. Probablemente, no haya sido así, pero esa era la única evidencia que teníamos y fue lo que usamos”, explica Salas-Gismondi.
El paleontólogo peruano no solo participó en la recopilación de las muestras de hueso para el análisis histológico, sino también en la reconstrucción de cómo pudo haber existido un animal tan grande en ese momento, cuando el planeta aún gozaba de temperaturas mucho más altas que las actuales, la Antártida aún no estaba totalmente separada de Suramérica y Oceanía, y los mares no tenían recursos y nutrientes tan abundantes.
“Hoy tenemos un mar con muchísimos recursos en la columna de agua, la cantidad de peces aquí en la costa peruana por el sistema de Humboldt son un buen ejemplo. Pero en el pasado no ocurría lo mismo, en esa época era un mar tropical y la columna de agua no era tan rica en nutrientes ni en animales”, detalla el investigador, quien encontró que hace unos 39 millones de años el fondo era el lugar que albergaba la disponibilidad de alimentos necesaria para garantizar la subsistencia de un animal como Perucetus.
“La única forma en la que pudo haber llegado un animal a este tamaño y que el medioambiente pudiera generar los recursos suficientes para que pudiera vivir era siendo un cetáceo que se alimentaba en la zona del fondo acuático, muy costero”, explica Salas-Gismondi, quien añade que antes de esta investigación no se consideraba tan probable la existencia de un cetáceo marino gigantesco del Eoceno.
Perucetus rompe con esa teoría, pero al descubrimiento de esta ballena arcaica lo rodean todavía muchos misterios, como por qué siendo tan grande solo se ha encontrado un espécimen de esta especie o cuál pudo ser su distribución. Dudas que los científicos albergan la esperanza de resolver.