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¿Qué pasa realmente con Mercurio retrógrado y por qué le atribuimos nuestros males?
El aparente movimiento hacia atrás de Mercurio es un fenómeno astronómico real.
Durante la última semana, es probable que hayamos oído hablar de un supuesto culpable detrás de ciertos eventos catastróficos o situaciones problemáticas que nos ocurren. El sospechoso es el planeta más pequeño de nuestro sistema solar y el que gira más cerca del Sol, el planeta Mercurio.
En realidad, la culpa se atribuye a Mercurio retrógrado, que se refiere al movimiento aparente del planeta en el cielo, observado desde la Tierra, que hace que lo veamos en retroceso desde el 23 de agosto pasado.
El movimiento retrógrado de Mercurio, y de los demás planetas, es una ilusión óptica que ocurre debido a que todos los planetas giran alrededor del Sol a distintas velocidades.
El aparente movimiento hacia atrás de Mercurio es un fenómeno astronómico real, pero su conexión con los acontecimientos en la Tierra, como afirma la astrología, no tiene ningún fundamento científico. Los babilonios, en el siglo VII a. C., fueron los primeros que documentaron observaciones de la retrogradación de Mercurio. Se han encontrado diarios astronómicos en tabletas de arcilla, describiendo en detalle el movimiento de los planetas, en una época en que era visto como manifestaciones de dioses.
La danza de Mercurio era la más llamativa, razón por la cual el nombre que le daban significaba algo así como ‘el inquieto’. Sin embargo, las connotaciones astrológicas comenzaron a cambiar en unos pocos siglos por factores políticos, culturales y, principalmente, científicos, dado el triunfo del heliocentrismo y de la mecánica celeste.
El movimiento retrógrado de Mercurio, y de los demás planetas, es una ilusión óptica que ocurre debido a que todos los planetas giran alrededor del Sol a distintas velocidades, siendo Mercurio el que más rápido lo hace, completando una vuelta en solo 88 días terrestres. Para nosotros, las estrellas no parecen moverse unas en relación con las otras, es decir, que al estar tan lejos, mantienen un patrón constante entre ellas, lo que hace que las constelaciones prácticamente no hayan cambiado su forma desde que nuestros antepasados las observaron hace miles de años.
En contraste, los planetas al encontrarse mucho más cerca tienen movimientos que percibimos fácilmente respecto al fondo de las estrellas que consideramos ‘fijas’. El movimiento relativo de los planetas y la Tierra hace que podamos percibir en ciertos momentos que se mueven en sentido contrario.
Según la astrología, este fenómeno se repite varias veces cada año. Foto:iStock
Podemos imaginar la situación como la que se experimenta en un circuito de carreras, en donde para el piloto el vehículo siempre se mueve hacia adelante, pero un espectador sentado cómodamente en la tribuna percibe que por momentos va de izquierda a derecha, y en otros en sentido contrario.
Para el caso de Mercurio, vemos desde la Tierra que después de estar en su punto máximo a la derecha del Sol en la bóveda celeste, lo que llamamos máxima elongación oeste, su movimiento aparente es de oeste a este, y es entonces cuando nos referimos a un movimiento aparente prógrado, es decir, hacia adelante. Unas semanas después, su movimiento de traslación lo lleva a estar detrás del Sol desde nuestro punto de vista, moviéndose hacia el este, hasta alcanzar su máxima elongación.
A partir de aquí, comienza su danza en retroceso hacia el este, que denominamos movimiento aparente retrógrado. El ciclo de prógrado a retrógrado se denomina período sinódico, y Mercurio tarda aproximadamente 115 días en completarlo; Venus, unos 584 días; y Marte, cerca de 780 días.
Por estos días varios planetas describen sus movimientos aparentes retrógrados, que finalizan para volver a ir hacia adelante (prógrado) así: Venus, el 4 de septiembre; Mercurio, el 15 de septiembre; Plutón, el 11 de octubre; Saturno, el 4 de noviembre; Neptuno, el 6 de diciembre; Júpiter, el 31 de diciembre, y Urano, el 26 de enero de 2024.
Esto implica que para sobrevivir a Mercurio y a los otros planetas retrógrados no es necesario hacer nada, pero podría ser una excelente oportunidad para contemplar el firmamento y apreciar la armonía del movimiento de los astros.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional