No dañes el día de hoy porque tuviste un mal día ayer.
Esto suena fácil y bonito, pero entiendo perfectamente que no lo es. La mayoría (y me incluyo, por supuesto) permitimos que un mal momento se convierta en un mal día y ese mal día en otro y esos dos malos días se alarguen en una mala semana... y cuando menos pensamos, los malos años se tornan en una mala existencia. ¿Estoy exagerando? ¡Ni por un solo segundo!
¿Cuántas personas han ‘descontado’ el 2020 desde que empezó la pandemia en marzo, queriendo que se acabe la ‘maldición’ de este año? Incluso, a partir de junio muchos comenzaron a rezar para que el 2020 termine de una buena vez.
Ese deseo que oímos incesantemente tiene una razón: muchos sienten que están aguantando la respiración, atentos a qué nueva calamidad podría suceder. Y tanto se enfocaron en los ‘malos días’ que ya descartaron el año entero como perdido y nefasto.
Mi preocupación es que millones de personas en todo el globo se quedarán lamentando lo que el 2020 se llevó (o los amargó), hasta el punto de que no tendrán la lucidez para darse cuenta de que el año ya se terminó. ¿Cuántas personas permitirán que este ‘mal año’ les defina todo lo que viene de aquí en adelante? ¿Cuántos seguirán quejándose de que el 2020 ‘destruyó sus vidas’, sin percatarse de que la vida sigue y se define por lo que hagamos con ella hoy?
Si arrastramos la amargura y la negatividad de este año al próximo, puedo casi predecir que, aunque haya vacuna y podamos volver a cierta semblanza de la normalidad que antes conocimos, seguiremos luchando por ‘sobrevivir’ y continuaremos repitiendo las emociones negativas, sin importar cuánto tiempo haya transcurrido.
Solo entendiendo que el pasado ya no nos puede tocar, que ya pasó y que cada día nuevo está lleno de infinitas posibilidades, de esperanza y de todo el potencial para algo mejor, podremos actuar y vivir de una manera realmente distinta, sin importar lo que diga el calendario o el reloj.
No nos enfoquemos en el mal día ni en el mal año, empecemos a tener intenciones positivas desde hoy y en este momento. No esperemos a que sean las 12 de la noche del 31 de diciembre para cambiar nuestra disposición y soñar con un futuro más prometedor. No dejemos que el pasado, por duro que haya sido, nos inhiba a creer que el presente es lo único que realmente importa.
ALEXANDRA PUMAREJO
DE TU LADO CON ÁLEX