Cuando Andrés Casas Casas habla de las sociedades actuales, de sus mutaciones, sus rumbos, contagia. Llena de curiosidad y preguntas.
Su trabajo consiste en entender, mediante grandes encuestas, qué piensa la gente, hacia dónde va el mundo y qué se puede idear para lograr que, en vez de ir sin un rumbo claro, sea viable proponer una sociedad que vaya de peor a mejor y no dando tumbos.
Y más aún resulta interesante cuando el objeto de sus estudios es Colombia, los colombianos, esas cosas en las que los colombianos creemos, esas que nos mueven, esas en que confiamos y en que no confiamos, esas que nos duelen, como el bolsillo, la corrupción, la indiferencia.
En combinación con Nathalie Méndez, son los investigadores principales en Colombia de la Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey), que dará paso al segundo Estudio Colombiano de Valores, dirigido por Casas y Camilo Herrera Mora. Casas es politólogo, filosófo y científico comportamental, y hoy trabaja para el Grupo de Normas Sociales y el Laboratorio para la Paz y los Conflictos de la Universidad de Pennsylvania.
“La encuesta –explica Casas– es el proyecto de investigación global más antiguo, que explora los valores y creencias de las personas, cómo cambian a lo largo del tiempo y su impacto en el desarrollo social y político de las sociedades”.
Su meta es así de sencilla: “Comprender cómo la cultura afecta el desarrollo de la humanidad”.
Para lograrlo, desde 1981 se han realizado siete olas de la encuesta que se consideran representativas en 110 países, es decir, el 90 por ciento de la población mundial. En cuatro décadas se ha encuestado a 334.502 personas. En Colombia comenzó en 1995, y esta es la quinta vez que se realiza.
Con Andrés Casas hablamos del sentido de esta investigación, de a dónde llevan los resultados de estos estudios y si serven para mejorar las situaciones de los países, así como de los hallazgos que se han encontrado en Colombia acerca de lo que somos y de lo que nos falta para enderezar el camino.
¿Qué es lo esencial ha encontrado la Encuesta Mundial de Valores desde su comienzo?
Observando de sur a norte el plano del mapa de las culturas, se revela el paso de unos valores tradicionales a unos valores seculares-racionales; y si se desplaza desde el oeste hacia el este se ve un tránsito de valores de supervivencia a valores de autoexpresión.
Las sociedades cercanas al polo tradicional enfatizan la importancia de los lazos entre padres e hijos, la autoridad, y valores familiares tradicionales: rechazan el aborto, la eutanasia y el suicidio, y se caracterizan por posturas nacionalistas.
De acuerdo con la teoría de la Modernización de Welzel e Inglehart, que guía esta investigación, en casi todas las sociedades industrializadas, las cosmovisiones han sufrido un tránsito desde esos valores tradicionales hacia los seculares-racionales.
¿Por qué es tan importante este estudio en una época como la que vive hoy la humanidad?
Los eventos de la última década muestran que, aunque la libertad y la democracia son aspiraciones universales, no son prioridad cuando las personas crecen sintiendo que la supervivencia es incierta. Se observa que cuando las necesidades físicas y psicológicas básicas son satisfechas, el énfasis creciente que las personas ponen en los valores autoexpresivos hace más probable que la democracia emerja y se consolide. En 38 años de la encuesta se ve esa correlación entre la autoexpresión y el desarrollo de instituciones genuinamente democráticas.
La consecuencia se percibe en que las personas se sienten más dueñas de su propio destino, desean más un sistema de gobierno en el que se protejan sus
libertades
Hemos identificado una secuencia que llamamos el “nexo triangular del desarrollo humano”, que se expresa en la presencia tres elementos: recursos para la acción, valores autoexpresivos, y la existencia de instituciones democráticas. El desarrollo económico incrementa los recursos con que cuentan las personas del común, y lleva a la emergencia de valores autoexpresivos. Y la presencia de instituciones realmente democráticas ocurre en contextos donde la libertad y la autoexpresión son prioritarias para la gente.
Ronald Inglehart y los investigadores de esta red muestran que es posible identificar un proceso central hacia una creciente autonomía personal en la historia, que encuentra en la democracia política el ambiente institucional que mejor la protege. Este proceso es lo que llamamos desarrollo humano.
La consecuencia se percibe en que las personas se sienten más dueñas de su propio destino, desean más un sistema de gobierno en el que se protejan sus libertades y en el que las autoridades sean íntegras y sensibles a las preferencias ciudadanas. Se establece una cadena que involucra el desarrollo socioeconómico, afecta el cambio cultural y promueve una creciente democratización. No es un proceso fijo ni lineal.
Puede haber retrocesos como lo estamos viendo alrededor del mundo.
¿Cómo ha operado el estudio en Colombia?
Desde los 90 (del siglo XX), en Colombia se vienen incorporando las herramientas de la encuesta en el desarrollo de estudios sobre la cultura colombiana. Bajo el liderazgo de John Sudarsky, el país participó, por primera vez, en la tercera ola de la encuesta (1995-1997), y Antanas Mockus se inspiró en ella para desarrollar la ‘Encuesta de cultura ciudadana’. También María Mercedes Cuéllar, con el apoyo de la Universidad Externado, usó elementos para desarrollar su estudio ‘Colombia: un proyecto inconcluso: Valores y capital social’.
Entre 2001 y 2005, la Fundación Raddar y el Centro de Estudios Culturales (Cenec) –con el apoyo de McCann Erickson y el liderazgo de Camilo Herrera Mora– desarrollaron el ‘Estudio colombiano de valores’, que actualizó al país en la quinta ola de la EMV. Este último trabajo produjo tres volúmenes titulados ‘Nuestra identidad: Estudio colombiano de valores’, que condensan un conjunto de voces sobre el cambio cultural y sus efectos en una variedad de temas cruciales en ese momento.
Desde 2010 he estado al frente y en esta ocasión, Comfama, World Values Survey Association, Invamer y Raddar, buscando contribuir a fortalecer las familias de clase media en Colombia, se unieron para implementar la séptima ola de la encuesta y realizar una serie de publicaciones y eventos que mantengan vivo el ‘Estudio colombiano’, en la celebración de 200 años de vida republicana.
De lo que encontraron en esta investigación, ¿qué aspectos le llamaron más la atención?
Sin duda, el hecho de que el lugar de residencia sea el lugar más inseguro y que la confianza esté tan baja. Son dos aspectos percibidos como muy graves por las mujeres. Dos temas muy graves que hablan de la gran incertidumbre con la que se vive todos los días en el país.
Bueno, y otros temas...
Hicimos un análisis especial sobre paz y convivencia con los migrantes. En contravía con las narrativas de los medios, a los colombianos les preocupa que se acabe el acuerdo de paz, entrar en una guerra internacional y que se vuelva a la guerra interna. Identificamos la presencia de una norma social que puede estar bloqueando las actitudes de respaldo y disposiciones hacia la reconciliación.
Y sobre los migrantes...
Colombia está avanzando por el peligroso camino de una inmigración sin pedagogía, y marcada por la diferenciación entre ‘ellos’ y ‘nosotros’, que crece en el nivel más local.
Las clases media y la clase media alta tienen una perspectiva más positiva respecto al aporte de diversidad cultural que trae la inmigración. El 52 por ciento de la clase media está de acuerdo con que la inmigración fortalece la diversidad cultural, mientras que este porcentaje es de 48 por ciento en la clase alta.
El 52 por ciento de la clase media está de acuerdo con que la inmigración fortalece la diversidad cultural, mientras que este porcentaje es de 48 por ciento en la clase alta
Las tres clases tienen una percepción negativa respecto a los efectos de la inmigración en el empleo. Por ejemplo, el 83 por ciento de la clase baja cree que la inmigración aumenta el desempleo, mientras que este porcentaje es de 75 y 79 por ciento en la clase media y alta respectivamente. Por otra parte, cuando se pregunta si la inmigración trae conflictos sociales, el 81 por ciento de la clase baja está de acuerdo con esto, y en las clases media y alta este porcentaje es de 82 por ciento.
Se hace urgente una política de comunicaciones que permita corregir estas percepciones, pues como lo ha mostrado el Gobierno y la Policía Nacional, el porcentaje de participación de los migrantes en el delito y el homicidio sigue siendo minoritario; sin embargo, los prejuicios se comienzan a expresar como formas de xenofobia.
De acuerdo con los resultados del estudio, ¿si Colombia fuera una persona, cómo la describiría?
Como un personaje conservador en lo político, pero muy liberal en su estilo de vida, el consumo de bienes, y muy conectado y abierto al mundo. Tiene el corazón roto porque siente que las instituciones, los medios de comunicación y el sector privado le han fallado. Piensa que las instituciones están cooptadas por intereses particulares y corruptos, y que solo sirven a los más ricos y no protegen los derechos humanos.
Valora el esfuerzo personal y el trabajo. Participa poco, es desconfiado, pero poco a poco deja de ser machista. Es espiritual, pero ya no confía tanto en las iglesias. Es optimista ante el futuro, es cosmopolita y cada vez más tolerante con la diferencia. Le preocupa el futuro del medioambiente, que siga la guerra en el país y que colapse la democracia. Percibe que su vida económica no es mejor que la de sus padres. Para él, la familia es lo primero, y por eso valora el cuidado de los padres y que ellos estén orgullosos de sus logros. La definiría como una tensión entre tradición y
posmodernismo.
Según esos resultados, ¿a qué países diría que nos parecemos?
En diciembre de 2019 tendremos los datos para todos los países medidos. Sin embargo, ya habíamos hecho una comparación en 2014 que nos mostró cómo nos parecemos mucho a una sociedad como la peruana y la ecuatoriana en cuanto a valores sociales; a algunas sociedades musulmanas en cuanto a valores religiosos y políticos.
Cada vez más compartimos valores similares a los de los países en desarrollo en cuanto a consumo, economía, ciencia y tecnología. Todo esto hace sentido si comprendemos que, por ser una sociedad en tránsito cultural, Colombia es paradójicamente la sociedad más tradicional del mundo, después de Catar y Ghana, pero más posmoderna que Uruguay y muy cerca de México, que son las más autoexpresivas de Latinoamérica. En 2014 nos sorprendió que en causas como la protección de los derechos humanos, en ONG, Colombia y Suecia se parecen mucho. En los valores políticos y religiosos nos parecemos mucho a Turquía.
Estos estudios suelen ser muy mediáticos, pero se puede decir que tienen aplicación práctica...
Alrededor del mundo, los resultados de la encuesta se han utilizado para guiar a la cooperación internacional, alimentar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS), dar contexto a los efectos culturales de la migración, y han tenido un uso especial en el diseño de políticas de desarrollo que tengan en cuenta el contexto cultural alrededor del mundo. Nos hemos preocupado porque el estudio tenga aplicación.
Por eso logramos que el DNP utilizara los datos para orientar el Plan de Desarrollo en 2010 y en 2014, lo cual constituyó una innovación mundial
Por eso logramos que el DNP utilizara los datos para orientar el Plan de Desarrollo en 2010 y en 2014, lo cual constituyó una innovación mundial. Es una pena que esta práctica se haya perdido. La buena noticia es que la Procuraduría General de la Nación está planeando utilizarla como base de sus esfuerzos en materia de lucha contra la corrupción.
En esta ocasión, gracias a la generosidad de Comfama, se ha permitido mantener a Colombia como parte del estudio más antiguo sobre cambio cultural en la historia, y se une a esta alianza para diseñar estrategias basadas en evidencia, para que las nuevas familias sean motor y beneficiarias del desarrollo humano.
A 200 años de vida republicana, queremos celebrar compartiendo con los colombianos una mirada de cómo somos y qué retos tenemos para fortalecer lo más positivo de nuestra cultura y dejar atrás lastres que tanto daño nos hacen. Esta herramienta está disponible para todas las organizaciones públicas y privadas que se toman en serio la importancia de la cultura y quieran diseñar procesos de cambio en sus ámbitos de acción.
Cuando analiza como observador los resultados, ¿qué le causa iración y qué le repele de esta sociedad?
Me siguen cuestionando tres cosas: ¿Por qué una sociedad tan espiritual y que cree tanto en Dios tiene tan poca empatía, compasión y ve al otro con miedo, desconfianza y rechaza la diferencia? Es importante fomentar una práctica espiritual que, sin importar la denominación, se exprese en una ética de todos los días, y una relación más compasiva y prosocial con el prójimo y el desconocido.
Es una sociedad que valora muchísimo la importancia de la familia, pero esa confianza excesiva es peligrosa para el desarrollo, ya que constituye una barrera para el encuentro con los otros, para el emprendimiento económico y para vivir la vida de forma autónoma. A esa forma de confianza, el sociólogo Banfield la denominó “familismo amoral”, que se ha confirmado como una fuente cultural del nepotismo, la corrupción, el crimen organizado y otras patologías que bloquean el desarrollo humano.
Tenemos el reto de promover formas de confianza más positivas, para que Colombia deje de ser uno de los países más desconfiados del mundo, pues solo el 5 por ciento confía en personas que conoce por primera vez, y esa desconfianza es la peor enemiga del desarrollo y el bienestar.
Por último, me conmueve el hecho de que, pese a tanta promesa incumplida, los colombianos sigamos valorando la democracia, la participación en las decisiones que afectan nuestras vidas, mostremos apertura a tener de vecinos desmovilizados, trabajadores sexuales y personas de otras religiones, y que a 7 de cada 10 colombianos les preocupe que continúe la guerra.
Nuestra democracia muestra graves síntomas de debilidad, el proceso de paz es la bolsa de golpes favorita, y el germen de la xenofobia puede crecer si irresponsablemente
candidatos...
Me preocupa que los políticos usen los atributos de nuestra cultura contra el desarrollo. Nuestra democracia muestra graves síntomas de debilidad, el proceso de paz es la bolsa de golpes favorita, y el germen de la xenofobia puede crecer si irresponsablemente candidatos, medios y líderes religiosos explotan estos miedos para posicionar sus agendas y quedarse mezquinamente con un pedazo del pastel. Sin embargo, me quedo con el hecho de que los datos muestran que aún en mi país, la esperanza es terca.
¿Cuál es la utilidad de un estudio mundial de valores?
“El estudio de valores ofrece una alternativa a las miradas tradicionales del desarrollo en las que la cultura es simplemente un resultado de procesos económicos lineales y deterministas, propio de las viejas concepciones de despegue que llevaron a los países en desarrollo a atravesar muchos problemas.
“Esta perspectiva permite entender que, al surgir la cultura del conocimiento, el cambio cultural se mueve hacia una nueva dirección.
“La transición de la sociedad industrial a la del conocimiento está atada a un cambio de los valores de supervivencia a los de autoexpresión. En las sociedades del conocimiento, un grupo cada vez más grande de personas ha crecido dando por sentada la supervivencia, la seguridad física y económica, y han puesto el énfasis en el bienestar subjetivo, la autonomía y la calidad de vida. “Los valores de autoexpresión le dan gran importancia a la protección del medioambiente, la tolerancia hacia los extranjeros, a las poblaciones LGTBIQ, a la equidad entre géneros, así como a una demanda creciente por participar en la toma de decisiones y en la vida económica y política.
“El paso de estos valores de supervivencia a los de autoexpresión implica un cambio en los valores relativos a la crianza, que va del énfasis en el trabajo duro, a la importancia de la imaginación y la tolerancia.
“Dicho paso se conecta así a una noción creciente de bienestar subjetivo, que conduzca a una atmósfera de tolerancia, confianza y moderación en lo político. Una cultura que da alto valor a la libertad individual y a la autoexpresión, y se orienta hacia el activismo político. Unos atributos cruciales para la sostenibilidad de la democracia”.
Radiografía de Colombia
¿Qué dicen los resultados de la medición de Colombia como sociedad?
Hay cinco mensajes centrales que se traducen de los hallazgos:
Seguimos siendo tradicionales, pues familia y Dios siguen siendo lo más valorado por los colombianos.
Los colombianos reportan bienestar y felicidad en medio de la incertidumbre material.
La confianza en las instituciones, entre las personas y la participación continúan a la baja.
La sociedad colombiana se percibe como una sociedad más equitativa en temas de género, que poco a poco reconoce otras identidades y opciones de vida y familia.
En Colombia, el lugar de residencia es el lugar percibido como más inseguro.
Se agrava la percepción de corrupción generalizada y de bajo desempeño estatal.
REDACCIÓN EL TIEMPO IMPRESO