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Cuero a base de hongos y cáscaras de frutas: apuestas de la industria brasileña
El país, líder en calzado y uno de los principales exportadores de cuero, impulsa la innovación.
Con el cuero de tilapia se le da una segunda oportunidad a lo que suele ser un desecho. Foto: Laura Albarracín. EL TIEMPO
El cuero es un material controvertido en un momento en el que las tendencias de consumo se inclinan hacia la sustentabilidad. Su origen animal y el uso de químicos fuertes mezclados con grandes cantidades de agua no lo posicionan entre los materiales más amigables con el planeta.
Sin embargo, desde la moda le dan otra óptica gracias a características como su durabilidad y calidad, que lo convierten en una opción más ecoamigable que sus sustitutos, en su mayoría hechos de plástico, como es el caso del cuero sintético.
Se certifica que no es un ganado criado en el bioma de la Amazonia y para curarlo se trata con un tanino de cáscara de árboles que es natural y renovable.
Flavia Vanelli, consultora de la Asociación Brasileña de Empresas de Componentes para Cuero, Calzado y Artefactos (Assintecal), explica que Brasil, el mayor exportador de calzado en el continente, está prestando especial atención a este factor, y se ha comprometido con que la sustentabilidad sea su norte.
“Vemos una transformación en el consumo, no solo en Brasil, sino en el mundo. Eso hace que el mercado tenga que buscar alternativas y encontrar posibilidades para satisfacer esas demandas, y eso se refleja en los desarrollos que tenemos aquí”, comentó durante Inspiramais, un evento bianual que se lleva a cabo en Porto Alegre y en el que más de 150 expositores presentan sus innovaciones en materiales.
Uno de los resultados más destacados es el que presentaron en su Preview del cuero. Ramón Soares, consultor de Assintecal, explicó que en todas las curtiembres de Brasil tienen un certificado desde que el animal sale del campo casi hasta el momento en el que su piel se convierte en un zapato.
“Se certifica que no es un ganado criado en el bioma de la Amazonia y para curarlo se trata con un tanino de cáscara de árboles que es natural y renovable. También es teñido con colorantes que vienen de semillas y la terminación se hace con ceras y aceites, no hay nada derivado del petróleo. Algunas sí lo tienen, pero en muy pocas cantidades”, asegura.
Los avances de esta industria se han afinado tanto que los cueros brasileños son apetecidos en todo el mundo, no solo por su calidad y por sus particulares diseños, sino por su apuesta sustentable, solo en enero de este año exportaron 14,5 millones de metros cuadrados de cuero, según datos del Centro de la Industria Brasileña del Curtido.
Sumado a esto, en el evento que tuvo lugar a finales de enero, se presentaron varios proyectos en el hub de conexión creativa. Todos enfocados en alternativas para obtener materiales que puedan evitar la generación de residuos o reemplazar a otros.
Mientras pensaba en su tesis de pregrado como diseñadora de moda, Giovanna Renck sabía que quería enfocarse en los textiles más que en las piezas terminadas.
“Pensé en cómo desde Brasil podíamos explotar nuestra naturaleza, pero de forma sostenible. Empecé a investigar sobre los residuos y como las cáscaras son uno de ellos, vino la idea de que podíamos convertir ese desecho en textil y empecé a hacer pruebas”, comenta.
Renck empezó a analizar cuáles son las frutas que se consumen con más frecuencia en su país y así llegó a la cáscara del guaraná, y aunque también consideró el asaí, se decantó por el primero.
“Cuando estaba tratando de encontrar a un proveedor de cáscaras, se sorprendían porque les estaba pidiendo algo que consideraban basura. Fue difícil al comienzo, pero creo que debemos explorarlo porque es clave hacer algo con ese residuo”, asegura la diseñadora.
Sobre el proceso, la cofundadora de Huná revela que secan las cáscaras al sol, así que no requieren de un gasto de energía adicional, y con un biopolímero natural logran convertirlo en textil. Su color es oscuro, como el de la fruta, y su creadora no está interesada todavía en modificar esa característica, pues a simple vista se parece más al cuero.
Su material es muy reciente y siguen trabajando en su flexibilidad, así que, por ahora, el biomaterial se ha utilizado para rios y es decorativos, pero su objetivo es que con este textil se puedan crear prendas.
En el hub de innovación reposaba una cartera pequeña de cremallera con una manija tejida. A primera vista parece cuero intencionalmente desgastado, pero realmente es un textil que proviene de un hongo teñido con químicos de origen vegetal.
Su material está hecho con una especie de hongo con estructura de micelio, similar a la de las setas. La marca Mush prefiere mantener en secreto el nombre, pero abiertamente revelan que lo que buscan es producir materiales potentes, biodegradables, sostenibles y disruptivos.
Victoria Kopp, investigadora de Mush, comenta que su primera idea fue crear es decorativos con propiedades termoacústicas, pero debido a su desempeño le encontraron potencial como textil.
Por el momento trabajan con una marca de Curitiba para la creación de rios como la cartera y están buscando aliados para desarrollar calzado y rios.
Dumeio
Por la misma línea trabajan los creadores de Dumeio, quienes desarrollaron un material alternativo al cuero sintético. Cristiane Stegemann, vocera de Dumeio en Inspiramais, define esta fibra como el resultado de un proceso natural que viene del cultivo de bacterias.
“Tenemos una mixtura nutritiva para alimentar a las bacterias de levadura con café y azúcar. Ellas consumen esta solución que después pasa al proceso de fermentación como con las bebidas alcohólicas. Se deja un determinado tiempo y a la colonia de bacterias se les hace todo un tratamiento de secado y maleabilidad. Con lo que se obtiene se crean placas de 70 centímetros por 60 del textil”, menciona.
Este resultado se pone a secar encima de diferentes materiales, lo que le da la textura.
El proceso de fabricación dura 40 días y también se puede hacer en una compostera doméstica, en la que tomaría tres meses. Por ahora, la fibra textil se utiliza en rios como arneses y correas que se cosen a mano.
En los tres años de desarrollo han podido determinar que su comportamiento es muy similar al del cuero en cuanto a la duración y maleabilidad, pero afrontan algunas dificultades como su resistencia al agua, especialmente con zapatos.
Actualmente están desarrollando una metodología para poder producir las bacterias en interior y de forma vertical para aumentar su producción.
Tilápia leather
Este cuero se tiñe con elementos naturales para darle un aspecto similar al de cocodrilo. Foto:Laura Albarracín. EL TIEMPO
Amanda Hoch es heredera del trabajo con cuero. Su padre y su abuelo se dedicaron a este negocio en el que ella creció y al que conoce muy bien. De ahí que fuera una visionaria y gracias a su formación como ingeniera zootécnica encontrara una gran oportunidad de innovación sostenible en lo que otros consideran un desperdicio.
Ella obtiene el cuero de la tilapia, un pescado de consumo frecuente, pero cuya piel terminaba en la basura.
Hoch cuenta que compra su materia prima a pequeños productores que crían el pez y que están asociados. Pide separar a los peces de más de un kilo, que tienen el tamaño suficiente para crear una tira de cuero, y después de procesarla la tiñe con taninos vegetales.
Los resultados son piezas de cuero de colores muy llamativos, con toques brillantes, dorados y plateados, que destacan las escamas naturales que quedan impresas tras el secado. Por el momento se utilizan para bisutería, rios, zapatos, bolsos, entre otros.
Por su tamaño, lo que hace esta emprendedora es trabajar con otra persona que las cose a mano y así crear mantas para cubrir o crear desde cero productos más grandes.
Otro desarrollo similar se enfoca en el cuero del pirarucú, un pez de la Amazonia que destaca por su gran tamaño y que también existe en Colombia en zonas como Putumayo, Caquetá y Amazonas.
Aunque su caza es supervisada, hace parte de la gastronomía local y su piel tiene el potencial de convertirse en un cuero de gran belleza y calidad.