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Chingaza II: el sistema que ayudaría a Bogotá a tener más agua, pero afectaría al páramo, ¿se debería construir?
La construcción de Chingaza II ayudaría a captar más agua a costa de impactar el páramo.
Así luce el Embalse San Rafael, que hace parte del Sistema Chingaza. Foto: Sergio Acero Yate / El Tiempo.
El 70 % del agua que consume Bogotá viene del Parque Nacional Natural Chingaza. En ese ecosistema, conformado por bosques altoandinos, subandinos y páramos, se construyó un sistema de captación de agua que recolecta el líquido de manera artificial a través de embalses y luego la envía por gravedad a Bogotá. Ese sistema, denominado Sistema Chingaza, es el que hoy está en crisis ante las pocas lluvias y las altas temperaturas que ha registrado el país gracias a la influencia del fenómeno de El Niño.
El Sistema Chingaza se empezó a desarrollar como un proyecto clave para la ciudad desde 1969. Más de una década después, en 1983, empezó su funcionamiento. Según datos de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), la planta de Potabilización Francisco Wiesner, donde llegan las aguas del Sistema Chingaza, tiene una capacidad de 14 metros cúbicos por segundo de filtración directa.
Sin embargo, tras la puesta en marcha del Sistema Chingaza, se advirtió apenas unos años después la necesidad de que se creara Chingaza II, un proyecto que podía aumentar la capacidad de almacenamiento de agua potable para Bogotá, dado que la ciudad venía experimentando un acelerado crecimiento poblacional.
Dicha propuesta se empezó a hacer en los años noventa, pero generó una fuerte respuesta de un apenas creciente sector ambiental en Colombia que cuestionaba fuertemente los impactos que hoy genera el Sistema Chingaza. Y es que el agua que consume Bogotá, de hecho, es agua que debería llegar a la Orinoquia, pero lo que hace el actual Sistema Chingaza es desviarla, capturarla y enviarla por túneles a la capital.
Este es el embalse de Chuza, que hace parte del sistema Chingaza donde se surte el 70 por ciento del agua potable que consume Bogotá. Foto:Angie Lorena Franco / Archivo EL TIEMPO
El Sistema Chingaza obtiene su agua de las cuencas hidrográficas de los ríos Guatiquía y Chuza. Esa agua debería llegar de manera natural al Meta, que es hacia donde se dirigen dichas cuencas. Sin embargo, de manera artificial, se alteró el ciclo hidrológico natural, lo que tuvo un grave impacto en los Llanos y Villavicencio.
Por eso, en 1993, cientos de habitantes de diez municipios de Meta y Cundinamarca se opusieron a la intención de la EAAB de captar más agua de ríos que van rumbo a la Orinoquia con el objetivo de desarrollar Chingaza II.
La idea proyectada en ese momento para Chingaza II era captar agua del río Guájaro y la quebrada Blanca, en San Juanito; quebradas Juiquín y Balcones, en Guasca; quebradas Chorreras y Santa Bárbara, en Junín, y del río Guatiquía en Fómeque. Dicha captación sería de 6,9 metros cúbicos por segundo.
Sin embargo, la idea del proyecto no avanzó. Desde entonces en varias ocasiones ha resurgido y ha sido frenado. En 2012, por ejemplo, lo frenó el entonces alcalde Gustavo Petro. Pero años después lo revivió Enrique Peñalosa, aunque sin llegar a concretarlo.
En la imagen el estado actual del embalse San Rafael, que hace parte del Sistema Chingaza. Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo.
Ahora, en un escenario de crisis, el debate de si es necesario construir Chingaza II volvió a surgir. Incluso el hoy presidente Petro, quien hace más de una década se opuso a la idea, volvió a cuestionarla. “La idea de usar más agua de la cuenca de la orinoquía transvasándola como se hace con el embalse de Chingaza, solo producirá mayores sequías en los llanos y crisis alimentarias en la ciudad”, señaló el primer mandatario.
¿Qué dicen los expertos sobre Chingaza II?
La propuesta de construir Chingaza II genera todo tipo de reacciones. Por un lado, están quienes defienden que aumentaría la capacidad de almacenamiento de agua potable en una ciudad que, con su área metropolitana, tiene más de diez millones de habitantes que se verá gravemente afectada por la variabilidad y el cambio climático a futuro. Eso bajo una lógica sencilla: si habrá sequías más extensas a futuro por culpa del clima, lo mejor es tener más capacidad para guardar más agua.
Sin embargo, por otro lado, están quienes señalan que construir ese segundo sistema tendría gravísimos impactos ecosistémicos para el Parque Natural Chingaza y afectaría la seguridad hídrica del sur del país, lo que podría generar que los pobladores de Fómeque, Guasca y Junín, en Cundinamarca, y Acacías, San Martín, Restrepo, Cumaral, El Calvario, San Juanito y Villavicencio, en el Meta, vean afectaciones en la cantidad de líquido que reciben.
Sumado a ello, construir Chingaza II implicaría talar un valle de frailejones para crear allí una de las presas que se requiere para capturar el agua, además de que bajo la legislación actual se tendría que cambiar la Constitución para poder avanzar con el proyecto porque cuando se construyó el actual sistema, Chingaza no era un Parque Nacional Natural, ahora sí lo es.
Construir Chingaza II implicaría talar un valle de frailejones en la zona donde se haría el embalse La Playa. Foto:Laura Lenis
Según explica el ingeniero civil, Alberto Groot, quien por casi dos décadas trabajó en la EAAB y conoció de cerca el proyecto de Chingaza II, “es importante dar un debate alrededor del proyecto”, pero sin desconocer las implicaciones tanto jurídicas como ambientales que podría generar su construcción.
“Por ejemplo, para la construcción del embalse La Playa, que es uno de los proyectos necesarios para Chingaza II, este está ubicado en un territorio Ramsar donde además existe un valle de frailejones muy interesante desde el punto de vista biológico. Pero si hay que inundarlo, porque La Playa sería una presa para almacenar agua, es importante dar un debate para saber si hay que construirlo o no”, enfatiza Groot.
En su concepto, en todo caso, Chingaza II tomaría casi una década y no ofrece una solución a corto plazo que es en lo que debería estar pensando la ciudad en caso de entrar en una crisis. En ese sentido, para él se debería empezar a estudiar la posibilidad de extracción de agua subterránea.
Así lucen actualmente los embalses hacen parte del Sistema Chingaza fuertemente afectado por las bajas lluvias y el fenómeno de El Niño. Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo.
Por su parte, el exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez Becerra, señala que aunque el tema jurídico podría ser una limitación, este sería el menor de los problemas, pues se debería pensar más en el impacto ambiental que la obra puede generar en un ecosistema tan crítico como el páramo de Chingaza que es clave para la proveeduría de agua en la ciudad.
Sin embargo, Rodríguez quien hizo parte de la Junta Directiva de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, asegura que Bogotá sí necesita de manera urgente otra fuente de agua en un escenario de cambio climático que podría generar sequías más extensas e intensas en la ciudad durante las próximas décadas.
“Si se desecha Chingaza II, ¿cuál sería la alternativa? Lo único cierto es que el distrito capital tiene que tomar una decisión sobre eso. Entre otras porque cualquier solución toma un tiempo largo de gestión. Lo único que no se puede hacer es no hacer nada, hay que hacer algo”, enfatiza Rodríguez.
¿Qué hacer para asegurar que no se repitan en Bogotá racionamientos iguales, o más severos, de agua del que estamos afrontando, como consecuencia de sequías producto del fenómeno de EL Niño reforzado por el cambio climático? ¿Acaso se tendrá que construir Chingaza 2?…
— Manuel Rodríguez Becerra. (@manuel_rodb) April 13, 2024
Otro de los que se manifestó en contra del proyecto es el biólogo Rodrigo Mutis, director de la organización Herencia Ambiental, quien señaló que mantener la integridad del páramo de Chingaza es esencial, pues si se afecta podría poner en riesgo la capacidad que tiene este ecosistema para captar agua.
“Están muy equivocados los que argumentan que era necesario haber hecho Chingaza II para evitar la situación actual. Mantener la integridad del páramo (función, estructura y composición) es la única forma de evitar que en el futuro suframos aún más por la falta de agua”, dijo Mutis.
Finalmente, el ingeniero ambiental y exconcejal de Bogotá, Diego García Bejarano, señaló que el sistema de trasvases “ya no aguanta más”. En su concepto, desarrollar este proyecto podría afectar aún más el ciclo del agua, que hoy ya se ve impactado por el actual sistema que está causando que el agua que debería ir al Orinoco termine en el Magdalena.
“No es una oportunidad viable, no es sana hidrológicamente, no corresponde a la secuencia del ciclo hidrológico. No es conveniente. Varios estudios del orden hidrometeorológico establecen que hay una tendencia a incrementar nosotros el agua que tenemos hacia el Magdalena y disminuir la del Orinoco por toda la vertiente que tenemos de Chingaza. No es sano hacer Chingaza II”, resaltó García.