El colombiano detrás de la institución botánica más grande del continente

Este colombiano, egresado de Biología de la Universidad Javeriana y doctor en Biología con énfasis en ecología, evolución y sistemática de la Universidad de San Luis y del Jardín Botánico de Missouri, llegó hace un año a la dirección científica del Jardín Botánico de Nueva York (NYBG, por sus siglas en inglés), uno de los más importantes de Occidente y del mundo.

Y no solo es el primer colombiano en llegar a ese cargo, sino también el primer latinoamericano que tiene bajo su batuta un herbario con 8 millones de especímenes, una biblioteca que alberga más de 12 millones de artículos y libros con nueve siglos de historia, laboratorios especializados a nivel molecular, botánica estructural, entre otros, así como centros de investigación para la conservación y la biodiversidad.

Cada año, esta dirección publica a nivel científico y en promedio 39 especies, así como entre 80 y 90 artículos científicos. “Desde el 2000 hemos publicado 946 especies nuevas para la ciencia. Es como la flora entera de un país pequeño”, explica este botánico y aventurero que ha recorrido la mayoría de los páramos del país en búsqueda de los frailejones y que habló con EL TIEMPO sobre su trabajo en el Jardín Botánico y de su gran pasión por los frailejones.

¿Qué tal este primer año a la cabeza de la dirección científica de uno de los jardines botánicos más grandes e importantes del mundo?

El Jardín Botánico es una institución muy grande y compleja, y lleva desarrollando la ciencia prácticamente desde su fundación en 1891. Así que lo primero era entender cómo funciona la institución, la división de ciencia, las estructuras internas y sus procesos, y los potenciales que tiene. Esa fue mi primera fase en NYBG. Después comencé la fase de planeación y para ello me propuse evaluar la posibilidad de hacer una estrategia científica, que ya está en curso, junto con una reorganización interna. Hoy tenemos una estructura de Herbario, Biblioteca, Laboratorios y centros de investigación.

¿Cuáles son los enfoques que está liderando desde su dirección?

Quiero utilizar todo el potencial de nuestra institución para contribuir de manera mucho más efectiva a los desafíos ambientales que estamos enfrentando. Es decir, cómo podemos desde el NYBG ayudar a detener la pérdida de la biodiversidad, reducir la tasa de deforestación y cooperar con ecología de la restauración. Cómo podemos reverdecer nuestras ciudades y mitigar el cambio climático y contribuir a la resiliencia climática. Y cómo ayudar en general con soluciones basadas en naturaleza a partir de evidencias científicas.

Sé que en su equipo científico hay varios latinoamericanos. Cuénteme cómo ha sido la conformación de estos.

Estamos expandiendo y renovando el equipo científico. Hicimos una convocatoria a nivel mundial en donde aplican candidatos de cualquier país y nosotros seleccionamos a los mejores. De hecho, yo me mantengo al margen de esos procesos y dejo al de selección que haga los procesos de entrevistas que son exhaustivos. En la última convocatoria que abrimos, teníamos cinco plazas disponibles, seleccionamos a los mejores y coincidencialmente dos son colombianos. No fue por mí, sino porque eran los mejores candidatos. Incluso el jardín ha tenido influencia histórica en Colombia, donde ha contribuido al conocimiento de la flora. También tenemos un programa de estudiantes de doctorado y maestría, y Colombia, casualmente, ha sido el país de la región que más estudiantes ha traído aquí. Por ejemplo, Enrique Forero, que fue presidente de la Academia Colombiana de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, obtuvo su doctorado con el NYBG, donde también fue director de uno de los institutos que ahora está bajo mi responsabilidad.

Cuando trabajó en el Real Jardín Botánico de Kew, en Londres, lideró el programa Kew-Colombia. ¿Habrá algún proyecto parecido que lidere desde el NYBG?

Está ese interés, pero me demoraré un poco en llegar allá. Tengo todavía varios pendientes, artículos y libros que están en algún proceso para sacarlos adelante, como el libro de plantas medicinales endémicas de Colombia. Sí puedo decir que hemos empezado a evaluar qué oportunidades podemos generar para trabajar con Colombia. Sin embargo, primero hay que formular las propuestas, reconstruir redes de colaboradores y obtener fondos, y eso toma tiempo. En Kew trabajaba como investigador líder y me dedicaba a investigar. Ahora me toca es gestionar y direccionar la investigación de todo el NYBG. Mis funciones han cambiado muchísimo y ahora no me queda mucho tiempo libre para hacer todo lo que quisiera. Mi objetivo es facilitar ese trabajo y seguir trabajando por Colombia, que requiere de mucho apoyo para estudiar la maravillosa biodiversidad que tiene. 

Quienes empezaron a explorar y registrar la biodiversidad del continente fueron europeos. La historia de la botánica en un inicio fue contada por ellos. ¿Qué connotación tiene que un colombiano y latino ahora dirija la principal institución en la materia que tiene el continente?

Es muy relevante y marca un hito en la historia de la institución, porque demuestra no solo la apertura del NYBG para recibir a científicos de primer nivel, sino también a personas de otras nacionalidades y de querer seguir trabajando por el continente. Esto también ratifica la madurez a nivel institucional y de calidad educativa que están promoviendo los países en Latinoamérica. Y las oportunidades que están teniendo muchos de estudiar y formarse por fuera para luego ocupar cargos muy importantes. Por ejemplo, el director científico de Kew es de Brasil.

¿Cómo se siente que lo llamen el mayor experto de frailejones en el mundo?

Mi trayectoria no la puedo comparar con la de José Cuatrecasas, el botánico que hasta ahora ha descrito más especies de frailejones y es considerado el padre de los frailejones. Él le dedicó su vida al estudio de los frailejones desde su primera visita al páramo, en 1932, hasta su muerte, en 1996. Son cerca 60 años de estudio y, aun así, él no alcanzó a ver todas las especies de frailejones ni completar su obra maestra, que fue mi razón de inspiración. Así que cuando la gente dice “Mauricio es el mayor experto de frailejones”, yo preferiría ser modesto y decir “algo sé”.

Hablando en propiedad de frailejones, en Colombia nos metieron la idea de que los frailejones solo crecen un centímetro (cm) por año. ¿Eso es verdad?

Primero quisiera decir que cuando hablamos de frailejones no estamos hablando de una especie, sino de muchas especies. Los titíes, los gorilas o chimpancés son primates, pero todos son muy diferentes entre sí. Pasa lo mismo con los frailejones, que hacen parte de la familia de las asteráceas, donde también se encuentran el girasol, la manzanilla y las margaritas. Propiamente los frailejones hacen parte de la subtribu Espeletiinae, donde hay variedad de especies. En los años 80 y 90, en la Universidad de los Andes de Mérida (Venezuela) hubo una escuela de estudio del páramo que sacó muchos artículos sobre frailejones, incluyendo la tasa de crecimiento de un cm por año, pero de la especie Espeletia schultzii, que solo crece en los páramos de Mérida. Como en Colombia no había muchos estudios al respecto, esa investigación se generalizó a todos los frailejones, sin tener en cuenta que son muy diferentes entre sí. Yo no puedo transferir la tasa de crecimiento de un frailejón que crece a 4.000 metros de altura en Venezuela a uno de Colombia que puede estar creciendo en un ambiente totalmente diferente y tener una morfología diferente. En el país hay frailejones que crecen entre dos y cuatro cm al año, mientras que otros pueden llegar a crecer 20 cm.

¿Qué otros mitos hay entonces alrededor de los frailejones?

Otro de los grandes mitos que hay es que pensamos que el agua viene de los frailejones. Como el del crecimiento anual, ambos son mitos bonitos porque invitan a cuidarlos mucho. Los frailejones tienen agua interna, y algunas mediciones de Venezuela hablan de entre 2 y 5 litros de agua dentro de la médula de los frailejones Espeletia schultzii, pero estamos analizando unos datos y es muy posible que lo más importante en el ecosistema de páramo para la contribución del recurso hídrico no sea su biomasa o la vegetación, sino los suelos, que captan el agua y la almacenan como esponjas. La proporción de agua que hay en la biomasa es relativamente más pequeña con la cantidad de agua que hay en el suelo. Hay que tener en cuenta que no todos los páramos son húmedos, hay algunos secos y en ese ambiente viven también los frailejones. Seguramente varíe entre especies de frailejones el contenido de agua. Así como es importante cuidar los frailejones, lo es aún más cuidar los ecosistemas, entendiendo que los frailejones son importantes para estos. Otro mito es que los frailejones solo están en los páramos.

¿Cómo así? ¿Dónde más se encuentran los frailejones?

Hay muchos frailejones que no están en los páramos y crecen en los bosques altoandinos. He encontrado poblaciones de frailejones a 1.300-1.400 metros, o sea, en clima templado; frailejones enormes a 2.400 metros, más bajos que Bogotá. Así mismo, hay páramos que no tienen frailejones. Entonces no siempre podemos asociar la presencia de los frailejones con el ecosistema de páramo. Ese es otro mito. Todo lo que sea generalizable a los frailejones hay que tomarlo con cuidado porque es un grupo bastante diverso.

A principio de año, en Colombia, los incendios en algunos páramos del país afectaron estos ecosistemas, incluidos a los frailejones, los cuales, en su médula, todavía tenían agua. ¿Qué tanto pueden afectar los incendios a los frailejones?

Hay muchos tipos de incendios: efímeros y de corta duración, que pueden no afectar a los frailejones; intensos, deliberados y malintencionados, que tienen el fin de ampliar la frontera agropecuaria, incluso hay incendios superficiales o subterráneos, estos últimos son muy graves. He visto frailejones adultos muy bien desarrollados con evidencias de quema en algún período de su vida en el largo del tallo, porque se ven las cenizas. Los frailejones estaban muy bien, sobrevivieron y no hubo problema. Si el incendio es muy intenso, acaba con todo: frailejones, suelo, banco de semillas. Aunque son muy resistentes al fuego, hay que hacer una evaluación de la situación y hacer un monitoreo sobre las especies en peligro.

¿Qué otros factores externos podrían estar afectando a los frailejones?

Creemos que la plaga que está afectando a los frailejones en la cordillera Oriental es producto del cambio climático. Es un complejo formado por un escarabajo, una polilla nocturna y un hongo. La larva del escarabajo puede estar en las semillitas o dentro del tallo. La polilla nocturna deposita sus huevos sobre las hojas, y cuando el frailejón está muy débil es atacado por un hongo que lo aniquila. Todas esas especies; al parecer, son nuevas y no se sabe de dónde salieron. Es muy delicado trasladar frailejones de un lado al otro. Al hacerlo, los estaríamos llevando a un ambiente que no es su ambiente nativo, y también se podrían estar moviendo las plagas. En las labores de restauración y de plantación de frailejones solamente hay que usar frailejones locales para replantar localmente y hay que tener mucho cuidado con lo que se hace.

¿O sea, en Colombia no podríamos tener el frailejón Espeletia schultzii, que se encuentra en Venezuela?

No, ni tampoco mover los de los cerros orientales de Bogotá a los de El Tablazo, porque son diferentes especies. Cuando movemos un frailejón de un lado a otro lado también estamos moviendo todas esas especies con las que tiene asociaciones: hongos, insectos, virus, etc., que podrían generarles problemas a otros ecosistemas.

Bogotá se está recuperando de una situación de desabastecimiento de agua. Sabemos que la ciudad depende de los páramos para proveerse de agua. ¿Esta situación puede afectar a los frailejones?

La situación de desabastecimiento de agua en Bogotá tiene su causa en el incremento de la estacionalidad en el clima de la región de Bogotá, es decir, períodos de baja precipitación mucho más intensos y prolongados, alternados con períodos de mayores precipitaciones, mucho más intensos. Esto por supuesto afecta la dinámica de todas las especies que se encuentran en la región que no están acostumbradas a esto. Algunas lograrán sobrevivir, otras no. En cuanto a los frailejones, la verdad, se tiene muy poca información sobre su capacidad de resistir a esa marcada estacionalidad. Pensaría que los suelos del páramo y el ecosistema son, en general, bastantes resilientes y esperaría que los suelos puedan albergar, incluso después de períodos prolongados de sequía, condiciones que permitan la supervivencia de los frailejones, porque sería catastrófico que esa estacionalidad los afectara.

¿Qué importancia tiene que un programa de la TV pública tenga como protagonista a un frailejón y que esté impactando tanto a niños y adultos?

Ha sido increíble. Primero, es muy inusual tener un protagonista que sea una planta, y una tan carismática que ha podido cautivar tanto a niños y adultos. También hay que recalcar que es una planta fundamental para Colombia y el ecosistema de páramo. Además, ha logrado contribuir al conocimiento de una especie tan importante y de su ecosistema. Estamos hablando de un gana gana por todos los lados. Ha sido algo innovador y de aplaudir. Ojalá tener personajes de palmas de cera, orquídeas o de otras plantas símbolos de Colombia. Nos ayudarían a entender la importancia de nuestros ecosistemas y su conservación.

¿Cree que Colombia a nivel social es consciente de que es el primer tenedor de frailejones en el mundo?

Se ha hecho un avance muy grande, la sociedad es cada vez más consciente, pero todavía hay mucho desconocimiento al respecto. Estamos luchando para romper los mitos, para que la sociedad aprenda cada vez más sobre la importancia de los frailejones y el rol que cumplen en los ecosistemas. También necesitamos progresar más en el conocimiento de estas plantas. No es solo a nivel social, sino también a nivel científico. Toda la sociedad, incluyendo los científicos, debemos continuar aprendiendo de los frailejones y su importancia.

NATALIA TAMAYO GAVIRIA
​REDACCIÓN DOMINGO
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