La pasada cumbre climática (COP26), celebrada en Glasgow (Escocia), dejó un sinsabor de grandes acuerdos y compromisos que, sin embargo, según los analistas no resuelven el mayor problema de este siglo: mantener el calentamiento global por debajo del límite de 1,5 grados centígrados. Un análisis de Climate Action Tracker (CAT) señala que si se llegaran a cumplir todos los nuevos compromisos ambientales adquiridos en el evento, ello conduciría a un aumento de 1,8 °C al final del siglo.
E insiste en que, más allá de los compromisos en el papel, de continuar la baja implementación de las políticas para cumplir el Acuerdo de París que se registra en sus seis años de vigencia y en la actualidad, ello conduciría a un calentamiento de 2,4 °C, o más.
Pero, fuera de eso, la COP26 dejó también grandes logros de los que no se ha hablado tanto, uno de ellos es haber plasmado por primera vez a la naturaleza como la herramienta más costo-efectiva para enfrentar el calentamiento del planeta. En el documento final que se entrega como recuento de lo dicho y pactado en la cumbre, conocido como decisión marco, quedó plasmado el papel fundamental de la naturaleza para evitar el calentamiento.
Según explica Maritza Florián, especialista en Cambio Climático, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos de la oenegé WWF Colombia, tradicionalmente la protección de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático han vivido separadas, al punto que se realizan dos Convenciones de las Partes (COP) distintas, cada una para tratar dichos temas que, hoy ya se sabe, están profundamente relacionados.
“En el mismo multilateralismo tienen espacios separados, se discuten en convenciones separadas y adicionalmente el cambio climático siempre ha tenido más visibilidad, y antes se había visto solo desde la mitigación en emisión de gases de efecto invernadero, pero los marcos y la ciencia han ido evolucionando y cada vez es mucho más claro que tanto la crisis de biodiversidad como la de cambio climático son dos caras de la misma moneda, y para avanzar en la una necesariamente se debe avanzar en la otra”, destaca Florián.
En ese sentido, lo que se hizo en la decisión marco fue instar a que los gobiernos del mundo incorporen Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) para enfrentar el cambio climático. Una iniciativa que tiene mucho que ver con países como Colombia.
“Nosotros somos un país del sur global, megadiverso, y si alguien tiene que velar por la restauración de los ecosistemas estratégicos, son aquellos países que cuentan con este tipo de ecosistemas”, agrega la experta.
De hecho, según Florián, la participación de Colombia en estas cumbres sobre cambio climático ha sido siempre destacada desde el punto de vista de la diplomacia, pero lo cierto es que el verdadero reto está en implementar lo prometido, más allá de lograr fondos.
“Colombia es de los que pujan porque en estos tratados sea reconocido el papel de la biodiversidad y la naturaleza. Y terminamos con unos compromisos que están muy en línea con lo que se discute en estos escenarios, pero el problema luego es la implementación”, destaca.
Para ella, hoy juegan un papel vital esa implementación las comunidades locales y su apoyo en el cuidado de los bosques (entre ellos indígenas), detener los altos índices de deforestación que afectan a la Amazonia y la protección de los mares.
De hecho, Colombia logró en la pasada COP26 créditos y donaciones enfocados en esos tres ámbitos, además de que estableció compromisos para ampliar a un 30 por ciento de su territorio las áreas terrestres y marinas protegidas.
Sin embargo, agrega Florián, lo cierto es que más allá de los logros, las SBN toman cada vez más relevancia, y para un país como Colombia, el reto está en lograr implementarlas de manera correcta y así lograr contribuir en la compleja lucha mundial contra el calentamiento global, uno de los causantes del cambio climático.
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EDWIN CAICEDO | REDACTOR MEDIOAMBIENTE