Erosión: la amenaza ambiental que cambiará la vía Barranquilla-Santa Marta

En 1956, bajo la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla empezó a construirse la que sería una de las más importantes carreteras para conectar el Caribe colombiano desde Barranquilla hasta Ciénaga, y unir así de forma más rápida la capital del Atlántico con Santa Marta.

Una impresionante megaobra para aquel entonces que atravesaba la Ciénaga Grande Santa Marta y fue pensada sin tener en cuenta el factor más esencial: el ecosistema donde se estaba construyendo.

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La carretera cortó el flujo de entrada de agua del mar a la ciénaga, en tiempos en los que un Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible no era siquiera una posibilidad cercana, creando así “la obra que mayor daño ambiental ha generado en el país”, según la Sociedad de Ingenieros del Atlántico.

Hoy, cuando el cambio climático y el calentamiento global están alterando de manera activa la composición de las costas y playas de todo el planeta, debido a la subida del nivel los océanos y la presentación de eventos climáticos con mayor fuerza y frecuencia, los gobiernos locales, regionales y nacionales se han encontrado ante una gran amenaza: la erosión en la vía podría tragarse algunos de los kilómetros de carretera que están más cercanos al mar y donde con los años la naturaleza ha venido avanzando.

Según explica Rafael Ricardo Torres, exdirector del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas y profesor de oceanografía en la Universidad del Norte, en Barranquilla, lo que está sucediendo es una suma de varios factores que han llevado a que el mar aumente su presencia en las costas de Colombia y de todo el mundo, pero en esta vía el problema es que, al conectar dos importantes ciudades del país, perderla significaría graves afectaciones sociales y económicas.

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De acuerdo con el experto, lo cierto es que lo que se ve es apenas una entre los miles de situaciones que las ciudades y pueblos costeros empezarán a enfrentar en un futuro, dado que la subida del mar es un fenómeno inevitable, de acuerdo con los científicos.

“Aun en un mundo hipotético donde pudiésemos llevar al mínimo las emisiones de gases de efecto invernadero, igualmente el mar seguiría aumentando. Entonces es importante entender que tenemos que aprender a convivir con esta amenaza, y cada ser humano, familia y gobierno tiene que entender que hay que desarrollar planes juiciosos para acomodarnos a los retos que nos va a traer el aumento del nivel del mar”, destaca Torres.

Además, el investigador, que ha dedicado gran parte de su vida a comprender cómo funciona y se comporta el mar, asegura que los fenómenos climáticos extremos empeoran la situación, pues, por ejemplo, los huracanes aceleran gravemente la erosión, como se ha visto en Providencia, que luego del paso del huracán Iota perdió de forma acelerada casi toda su línea de playas, al igual que los frentes fríos que llegan al Caribe desde el norte.

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En el caso de los huracanes, por ejemplo, estudios muestran que en los últimos años estos se han vuelto más frecuentes y más devastadores.

Ante eso, explica el también profesor de la Universidad del Norte y director del Instituto de Desarrollo Sostenible, doctor Germán Rivillas, y quien ha estudiado cómo se pueden implementar medidas para recuperar el ecosistema perdido en la Ciénaga Grande de Santa Marta después de la construcción de la carretera, lo que ha pasado en el tramo entre Barranquilla y Ciénaga es que las soluciones que se han propuesto han sido “cortoplacistas”; mientras tanto, el mar ha seguido ganando terreno y la erosión ha venido avanzando. Para él, las soluciones de mitigación como las que se han construido para enfrentar la emergencia a corto plazo con piedras y espolones son necesarias, pero también se requieren estrategias de adaptación frente al inevitable cambio climático.

Según dice, hoy es necesario que todas las obras de ingeniería se piensen desde el punto de vista ambiental, como pasó con el viaducto Gran Manglar, sobre la ciénaga de la Virgen, construido en inmediaciones de Cartagena para mejorar la conectividad de la ciudad sin afectar el ambiente.

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Además, otro problema que tiene el país ante a la grave amenaza de aumento del mar, de acuerdo con Rivillas, es que carece de una ley de costas que dictamine de manera adecuada cómo se deben hacer infraestructuras en zonas cercanas al océano, como sí hay en otros países de la región como Argentina, México, Chile y Uruguay.

Eso causa, según el experto, que no se conozca de manera acertada cómo cambiará el mar y cómo podrían esos cambios afectar las construcciones que se hacen muy cerca de él, un tema que es aún más complejo ahora si se tiene en cuenta el cambio climático.

El Instituto Nacional de Vías (Invías), que es la entidad encargada de la gestión de dicha carretera, ha lanzado una estrategia para dar una solución definitiva a este corredor, dividida en tres fases: la primera es la intervención prioritaria de protección marginal; la segunda, la construcción de un enrocado multicapas y el reforzamiento del existente con una longitud de intervención de 1,4 kilómetros, y la tercera es la construcción de tres viaductos, en los kilómetros 19, 28 y 59 de la vía.

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El Invías finalizó este año la primera fase del cronograma, con la que realizó obras de protección al margen de la vía entre el kilómetro 18 + 900 y el kilómetro 20 + 000 para garantizar que ese tramo dejara de ser vulnerable a la erosión costera. La segunda fase, que se encuentra en ejecución, consiste en obras de construcción de un enrocado multicapas y el reforzamiento de puntos críticos en el corredor.

Hace apenas unos días se abrió licitación para la construcción de los viaductos que conforman la tercera fase y que, según el Invías, se espera que sean adjudicados el 7 de marzo de 2022.

“Gracias a la implementación de esta novedosa estrategia que impulsa la reactivación económica del país priorizamos un total de 700.000 millones de pesos para esta zona del Caribe, donde vamos a construir tres viaductos que suman 10 kilómetros de longitud. Estas estructuras ofrecen una solución técnica sostenible y una movilidad segura e integral a quienes se desplazan entre las capitales departamentales de Magdalena y Atlántico”, afirmó la ministra de Transporte, Ángela María Orozco.

EDWIN CAICEDO | REDACTOR MEDIOAMBIENTE

@CaicedoUcros | @ElTiempoVerde 

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