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Fenómeno de El Niño: pese a las lluvias, se espera un fin de año con altas temperaturas

Según el Ideam las precipitaciones ya están por debajo de promedios históricos.

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Que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) declarara este fin de semana el inicio oficial del fenómeno de El Niño en Colombia, el cual se caracteriza por altas temperaturas y una reducción de las precipitaciones, no deja de llamar la atención, sobre todo en un momento en que las lluvias azotan gran parte del territorio nacional.
De hecho, en los últimos tres días la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (UNGRD) encabezó un Puesto de Mando Unificado, así como acciones de atención a las poblaciones en el norte del país que se vieron gravemente afectadas por inundaciones.
Sin embargo, las condiciones climáticas para declarar El Niño se cumplieron: ya van cinco trimestres consecutivos en que las anomalías térmicas en el Océano Pacífico están por encima de los 0,5 grados Celsius. De hecho, el último trimestre se alcanzó una temperatura 1,5 grados por encima de lo normal.
La última alerta de las autoridades respecto a este fenómeno señala que las probabilidades de que entre en un nivel catalogado como fuerte son de entre el 75 y el 85 por ciento. Esto se haría más evidente en diciembre, pero tendría más fuerza en enero, cuando las condiciones meteorológicas propias de El Niño se vean intensificadas, dado que, de acuerdo con el último Estudio Nacional del Agua, esta es la época del año que históricamente presenta la menor oferta hídrica en el país, en especial en las regiones Caribe, Orinoquía, zonas de piedemonte y valles de los ríos Magdalena y Cauca.
Pero mientras llegan diciembre y enero, y a pesar de las lluvias de las últimas semanas (que se deben, entre otras cosas, a la temporada de tormentas tropicales en el Caribe), los efectos de El Niño ya se sienten en el país, como explica Ghisliane Echeverry, directora del Ideam: “En octubre y noviembre, gran parte del territorio nacional se encuentra en la temporada de más lluvias, lo que está ocasionando precipitaciones intensas, además de la temporada de ciclones tropicales. Pero aunque no es fácilmente perceptible en la cotidianidad, el monitoreo climático que hacemos en el Ideam ha evidenciado que el promedio de precipitación ha estado por debajo de lo normal y las temperaturas han aumentado de manera significativa”.
Y agregó: “Es decir, los impactos del fenómeno de El Niño sí están presentes, solo que se volverán más evidentes en época seca. Con este fenómeno la sequía podría intensificarse”.
Echeverry pone sobre la mesa otro punto que puede hacer de este Niño uno de los más fuertes, pero al mismo tiempo más impredecibles: el 2023 ha sido un año atípico en términos climáticos, se han alcanzado promedios históricos en la temperatura global e, inusualmente para la época, está caliente el océano Atlántico, lo que está ocasionando más tormentas y eventos climáticos fuera de lo normal.
Y no se puede perder de vista que el aumento de temperaturas y la caída en las precipitaciones ya se están sintiendo en el sur del país. Prueba de ello es la drástica reducción en los caudales de varios ríos en la Amazonia colombiana, que incluso ha llevado al registro de muertes de peces y delfines rosados en la zona.
Lo anterior sirve de alarma. Y es que a medida que la fase más intensa del fenómeno haga presencia en el resto del territorio nacional, las afectaciones pueden ser muchas e intensas, dado que Colombia es catalogado como uno de los países más vulnerables a los fenómenos climáticos en el mundo, como explicó a EL TIEMPO Christian Euscátegui, meteorólogo experto y consultor en sistemas de alerta temprana: “Esta situación implica no solamente menores cantidades de lluvias en relación con lo normal, sino a su vez un aumento en las temperaturas máximas, lo que se traduce en mayores niveles de evaporación y evapotranspiración, incrementándose así el estrés hídrico”.
De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, se prevé que las mayores afectaciones por sequías y vendavales se den en el norte del país, particularmente en La Guajira, Magdalena, Atlántico y el norte de Bolívar. Sin embargo, la región Andina y Orinoquía también presentarían condiciones secas.
Por su parte, Cundinamarca, Boyacá, Huila, Cauca y Nariño son los departamentos donde se presentarían fuertes heladas, lo que implicaría afectaciones en la agricultura y en el abastecimiento de alimentos.
Otro de los temores persistentes tiene que ver con la generación de energía, que depende en gran parte de represas hidroeléctricas. Ante ello, el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho Morales, dijo: “Hemos evidenciado dificultades financieras de algunas empresas, frente a lo cual hemos adoptado más de diez medidas que permitan darles liquidez y, además, el crédito de un $ 1 billón con Findeter, para atender la situación del fenómeno de El Niño”.
Euscátegui, por su parte, mencionó al respecto: “Es muy probable que en un balance de los últimos 3 meses se haya presentado una tendencia deficitaria del recurso hídrico en algunos municipios de Antioquia, Huila, Nariño y oriente del Tolima. Ahora bien, los niveles de los ríos y embalses no muestran por ahora una tendencia a valores por debajo de lo normal, lo cual es altamente conveniente dadas las condiciones esperadas para comienzos de 2024”.
Cabe recordar que el pasado mes de octubre el Gobierno anunció un plan intersectorial para mitigar los efectos de El Niño, con una inversión de 2,2 billones de pesos, de los cuales 1,7 irán a la UNGRD, pero también involucra a los sectores de Ambiente, Agricultura, Educación, Salud, Energía, entre otros, para que tomen medidas preventivas.
Mientras, las autoridades recomiendan a la ciudadanía emprender acciones de prevención, principalmente de ahorro de agua, dado que este recurso podría escasear y de él depende no solo la producción de alimentos, sino la generación de energía.

El fantasma de 2014-2016

Tal vez El Niño más devastador que ha vivido el país fue el de 2014-2016, que tuvo la particularidad de ser más largo de lo habitual. Esos años se vivió una de las emergencias climáticas más importantes en la historia de Colombia, con una reducción en las lluvias de entre el 30 y el 40 por ciento, así como un aumento de 2,5 grados Celsius en promedio. Se recuerda de esa época los registros de mortandad de peces y chigüiros, 6.495 incendios forestales, una afectación en al menos 719 municipios de 28 departamentos y una sequía que dejó en los niveles históricos más bajos al río Magdalena.
Ante la posibilidad de vivir nuevamente lo que expertos llaman un mega-Niño, Euscátegui dijo: “Es importante recalcar que un fenómeno de El Niño nunca será igual a otro. El de 2014-2016 no solamente fue de largo aliento, sino a su vez de un calentamiento significativo, siendo uno de los más intensos de la historia”.
Y agregó: “En el actual, los modelos predictivos indican que pueda extenderse hasta mayo de 2024; es decir, que sería mucho más corto. En términos de intensidad, es cierto que hay una alta probabilidad de que sea fuerte, lo que implica un impacto mayor, pero no se espera una intensidad como la de hace siete años”.

‘Hemos tenido anomalías en la temperatura’

TC. Jorge Jiménez Sánchez, subdirector de meteorología del Ideam.

TC. Jorge Jiménez Sánchez, subdirector de meteorología del Ideam. Foto:Ideam

Tres preguntas al TC. Jorge Jiménez Sánchez, subdirector de Meteorología del Ideam:
¿Este fenómeno de El Niño será más intenso que el de años pasados?
A El Niño actual no es posible compararlo con otro fenómeno anterior, toda vez que está ocurriendo en el marco de unas condiciones globales muy diferentes a las de los anteriores. Este año será posiblemente el año más caliente registrado desde que se tiene récords de mediciones meteorológicas y, por tanto, está pasando en el marco de ese gran calentamiento global y El Niño produce más calentamiento. Por ahora es de categoría moderada y podría evolucionar a fuerte. Sin embargo, los efectos no son lineales, es decir, no quiere decir que sea necesariamente más fuerte que eventos pasados.
¿Qué tan extenso será?
El fenómeno ha venido sintiéndose desde el mes de mayo. Esperamos que sus efectos sean más sensibles ahorita en la temporada seca de fin de año, en los meses de diciembre, enero, y en febrero ya se empezarán a sentir en otras regiones. Principalmente se sentirán para las regiones Andina, Caribe y entrando en 2024, en la Orinoquía. Por ahora los modelos están todos concordando en la pérdida de intensidad entrando en el 2024, por eso estamos pronosticando que llegue hasta el mes de mayo y muy probablemente a partir de mayo-junio, empieza a ser una transición hacia una fase neutral.
¿Cuáles han sido las afectaciones hasta ahora?
Este año se han sentido mucho más los efectos en las temperaturas que en las precipitaciones. Hemos tenido anomalías de las temperaturas tanto mínimas como máximas que están exceden los 2 a 5 grados Celsius por encima de lo normal. En la precipitación también se han sentido los efectos. Hemos tenido déficits principalmente en la región Andina y parte de la región Caribe.
REDACCIÓN MEDIOAMBIENTE

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