La vida de Sebastián Ramírez Amaya giraba en torno a los primates. Era primatólogo, un científico dedicado al estudio de estos animales, y conocía como pocos a los monos araña de Colombia y Ecuador. Fue por ellos que decidió irse a África, a estudiar chimpancés en Uganda y Tanzania, cuando trabajando con la Fundación Colombiana Proyecto Primate encontró que los monos araña, los chimpancés (que solo se encuentran en África tropical) y los humanos tienen el mismo sistema social. Básicamente se relacionan con otros de maneras muy similares.
Ramírez quería saber por qué estas tres especies eran tan similares en la forma en la que interactuaban. Por eso emprendió en 2015 (apenas dos años después de graduarse como biólogo en la Universidad de los Andes) su viaje hacia el gran continente. Allí aprendió a hablar perfectamente swahili, el idioma de la región centrooriental de África. Desde hace cinco años era también estudiante de doctorado en antropología evolutiva en la Universidad de Arizona.
Pero su sueño acabó el domingo pasado cuando, mientras realizaba una ronda de actividades de investigación de rutina en el Parque Nacional de Kibale, en el oeste de Uganda, se encontró con un elefante solitario que lo atacó y le causó la muerte.
En ese momento lo acompañaba su asistente de investigación, según informó la Autoridad para la Vida Salvaje del país africano (UWA). De acuerdo con Bashir Hangi, portavoz de la UWA, ambos “se toparon con un elefante solitario que cargó contra ellos, obligándolos a correr en diferentes direcciones. El elefante siguió a Sebastián y lo pisoteó, lo que le causó la muerte”. Según Hangi, hace más de 50 años que no se tenía registro de un hecho similar en el Parque Nacional de Kibale.
Quienes lo conocieron en vida elogiaron su sonrisa siempre constante, su profesionalismo y su pasión por el estudio de los primates. “Siempre recordaremos al hijo, hermano, amigo y confidente que con una gran sonrisa nos enseñó que todo en la vida se podía lograr con esfuerzo y muchas ganas”, recordó la Asociación Primatológica Colombiana.
Por su parte, Lina Moros, experta en sostenibilidad de la Universidad de los Andes, y quien trabajó con Ramírez, señaló: “Lo conocí en 2016. Siempre recordaré su buen humor, profesionalismo y determinación para adentrarse en el Bosque y durar allí seis horas o más para recoger muestras. Su trabajo era impecable, era una gran persona”.
El martes 12, en la calle 60 n.º 18-49, en una casa cultural ubicada en la ciudad de Bogotá, a miles de kilómetros y un océano completo de distancia, quienes lo conocieron mientras fue estudiante del pregrado en biología de la Universidad de los Andes o cuando fue investigador y recorrió la Amazonia, hicieron un homenaje para recordarlo, organizado por el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes. Un homenaje para despedir y no olvidar nunca a un joven primatólogo que partió pronto pero que dejó mucho.
Su trayectoria
Ramírez se especializó en el estudio del comportamiento de los monos y simios, estudiando diferentes especies en regiones extensas de Sudamérica y África oriental.
En su trayectoria profesional pasó por importantes centros de investigación. Antes de cursar su doctorado en la Universidad de Arizona, estuvo en el Departamento de Primatología del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, donde trabajó en el laboratorio de genética molecular.
También trabajó en la Estación de Biodiversidad Tiputini en el Parque Nacional Yasuní, Ecuador, estudiando la ecología y la sociabilidad de los monos araña de vientre blanco.
Más tarde, se mudó al este de África para estudiar a los chimpancés de la sabana del valle de Issa en el oeste de Tanzania, como gerente de proyecto de GMERC (anteriormente Proyecto de primates de Ugalla). Por último, trabajó en el laboratorio de genética molecular del MPI en Leipzig, realizando la extracción, amplificación y genotipado de muestras fecales y óseas de simios de forma no invasiva.
REDACCIÓN MEDIOAMBIENTE
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