Cusco, un recorrido por la maravilla arquitectónica del universo de los incas

Por ejemplo, a lo que es hoy el palacio arzobispal lo sostienen los cimientos del palacio de Inca Roca, el sexto gobernante del Curacazgo del Cuzco y el primer inca de la dinastía Hanan Qusqu. Bajando por la calle Hatun Rumiyoq, a un costado de la imponente construcción que mezcla arquitectura colonial y precolombina, los turistas se toman fotos con la piedra de los 12 ángulos, patrimonio cultural de Perú, mientras los guías cuentan historias y hacen conjeturas sobre cómo hicieron los incas para convertirse en una de las principales civilizaciones de América.

“Se trata de un imperio que tuvo una expansión más rápida que la dinastía Ming en China”, menciona el guía Edson Quispe, y continúa: “Se extendieron por lo que es hoy en día Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina, con casi 5.000 kilómetros de extensión, y entre el año 1100 a 1500 llegaron a ser casi 12 millones de habitantes”.

En esta historia el centro del mundo inca no es solo la puerta de entrada a maravillas como Machu Pichu y la montaña de los siete colores. A quienes llegan a esta ciudad, ubicada a 3.400 metros de altitud, como un paso obligado para tachar de su lista de deseos la visita a la ciudadela inca, Cusco los recibe con una oferta de gastronomía, cultura y museos que cuentan cómo fue el auge y el ocaso del imperio precolombino más grande de Suramérica. Estas son algunas paradas recomendadas.

Bajo el convento de Santo Domingo, construido por la Orden de los dominicos en el siglo XVII, aún persisten imponentes los restos del templo inca del Sol, conocido ahora como Qoricancha. La historia cuenta que fue construido hacia el año 1200 d.C., y que en su mayor esplendor fue una fortaleza con muros rematados con láminas de resplandeciente oro, dignos del centro geográfico, religioso y político de la capital del imperio de la cual irradiaban las líneas imaginarias que conectaban a los numerosos santuarios, templos y lugares sagrados venerados por los antiguos habitantes de Cusco.

Tras su restauración en 1956 –y pese a que los dominicos aún tienen presencia en las instalaciones del convento– se le dio prioridad a los muros incas, que en algunos casos habían sido cubiertos por yeso y pintura. En este recorrido se puede apreciar la destreza de los incas a la hora de construir para lograr que inmensas rocas pulidas –que encajaban perfectamente unas con otras– se sostuvieran sin el uso de ningún tipo de cemento; algunas incluso con precisas perforaciones de canales que las atraviesan de un lado al otro, en una época muy adelantada a los taladros modernos.

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Esta es otra estructura inca, a dos kilómetros de Cusco, cuyo nombre en quechua se traduce como ‘halcón satisfecho’. Según los relatos del cronista Garcilaso de la Vega, una de las principales fuentes que ha permitido reconstruir lo que fue este mundo, Saqsayhuaman fue la fortaleza ceremonial más grande que esta civilización llegó a construir, aunque sobre su utilidad no hay un consenso definitivo, pues no se ha determinado si fue una instalación militar de entrenamiento o un templo ceremonial dedicado al dios del Sol, Inti.

Entre sus características están los enormes bloques de piedra, de hasta nueve metros de altura y 100 toneladas, cuya tonalidad gris contrasta con el verde de los amplios pastizales y, si se tiene suerte, con el profundo azul que solo puede verse en un lugar a más de 3.600 metros de altura.

Saqsayhuaman cobra un especial protagonismo cada 24 de junio, cuando se convierte en el escenario de una de las celebraciones más importantes de Cusco: la ceremonia del Inti Raymi, la Fiesta del Sol, que desde el incanato ha convocado a este lugar a miles de peregrinos que llegan anualmente con sus ofrendas al dios Inti. Se trata de una tradición que perdura hasta hoy en los cusqueños.

El cuadro de la plaza de armas de Cusco rompe el esquema tradicional de las capitales coloniales donde los españoles establecieron su urbanismo. Aquí no hay solo una imponente catedral como muestra de la importancia de la iglesia Católica, alrededor de la plaza hay dos, la Catedral Basílica de la Virgen de la Asunción, el principal templo de la ciudad; y la iglesia de la Compañía de Jesús. A esas dos se le suman otras tantas cúpulas que se pueden divisar en el horizonte y que componen el circuito religioso arzobispal, el cual le ofrece a los turistas visitar estos templos y ver su arte religioso.

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Y solo en la Catedral Basílica es posible apreciar una colección de más de 400 pinturas religiosas en las que los artistas de la época integraron elementos peruanos, como un cuy en la Última Cena o vírgenes cuya figura piramidal hace referencia a las montañas andinas. Además, allí se pueden visitar las catacumbas donde reposan los restos de Garcilaso de la Vega, entregados en 1978 por los reyes de España a Cusco.

Si bien Cusco ofrece opciones para todos los tipos de turistas que la visitan, las mejores opciones de hospedaje están en el centro histórico. Es el caso de Marriott, que cuenta con uno de sus hoteles más emblemáticos de Latinoamérica en esta ciudad: JW Marriott El Convento, cuyas instalaciones requirieron una ambiciosa obra de restauración que les tomó seis años para convertir las ruinas del antiguo Convento Colonial de San Agustín del siglo XVI –declarado Patrimonio Cultural del Perú– en una experiencia de lujo para experimentar la historia de la ciudad.

Se trata de un hotel con 153 habitaciones en las que los huéspedes encontrarán la posibilidad de aclimatarse mejor a la altura de Cusco con sistema de oxigenación complementaria, además de la oportunidad de caminar entre las ruinas incas y preincas que descubrieron en sus sótanos durante las excavaciones de la restauración, guiados por un ‘monje’ que –de lunes a domingo, a las cinco de la tarde– les cuenta a los visitantes la historia del edificio, que además de convento fue panadería y hasta fábrica de chocolate.

Clases con el bartender para preparar el mejor pisco sour, cursos de cocina, un tour por el jardín de hierbas aromáticas, degustación de cervezas artesanales, demostraciones de cómo las mujeres de Chinchero –distrito ancestral de Cusco– tejen sus coloridos textiles con el pelaje de las alpacas bebés, la oportunidad de tomarse una selfie con la alpaca ‘Panchita’, son algunas de las actividades con las que el JW Marriott El Convento deleita a sus huéspedes durante su paso por Cusco.

* Invitación del JW Marriott El Convento