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Noticia
De la Ciudad de Panamá hasta Santa Marta: las joyas turísticas en los populares destinos de América Latina
En un recorrido por ambas ciudades, se dan a conocer los lugares que permiten tener una inmersión en la cultura local.
Ciudad de Panamá y Santa Marta Foto: Laura Quintero / EL TIEMPO
Al pasar las lujosas puertas de vidrio del Hotel Marriott, las cuales reflejan el exterior de la Ciudad de Panamá llena de altos rascacielos con curiosas formas, se ingresa a un ‘lobby’ que da la sensación de estar en medio de una concurrida estación de tren, pero no de cualquiera, sino del ‘Panamá Canal Railway’.
La icónica línea ferroviaria que une el océano Atlántico con el océano Pacífico en América Central a través de una ruta que se extiende 76,6 km por el istmo de Panamá, desde Colón hasta Balboa. Este tren, construido hace 169 años, se considera una de las piezas más importantes de la historia del país y, hasta el momento, sigue en funcionamiento con una estación ubicada, estratégicamente, a solo 10 minutos del hotel, en donde se intenta reflejar su apariencia.
En la amplia sala de colores neutros, donde la madera y las estructuras metálicas ubicadas en sus paredes hacen armonía, decenas de huéspedes caminan con sus equipajes de esquina a esquina, algunos verificando la hora en un reloj antiguo que cuelga de un costado, mientras que otros -la mayoría- esperan sentados en un armazón circular que yace en la mitad del salón.
Este mueble ambientado es de madera extraída del Canal de Panamá, es una pieza muy única
“Este mueble ambientado es de madera extraída del Canal de Panamá, es una pieza muy única”, señala Yadira Quintero, gerente de mercadeo del alojamiento, sobre el mobiliario que atrae la atención y funciona como el corazón del espacio. A su alrededor se distribuyen distintos caminos sin señalizar, llevando de forma orgánica a los tres restaurantes del hospedaje, al bar del lugar, a la recepción, los asesores y a la entrada del centro comercial más grande de Latinoamérica: el Albrook Mall.
Marriott Panama Hotel Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
El hotel está situado en el corazón de la Ciudad de Panamá, conectado directamente al comercio que se extiende 4 kilómetros en 700 locales de restaurantes, tiendas y lugares de entretenimiento como cines, bolos, etc. los cuales se distribuyen en dos pisos. A poca distancia, los visitantes se podrán topar, además, con la Gran Terminal Nacional de Transporte y el Aeropuerto Marcos A. Gelabert.
El Marriot, que se eleva 8 pisos con 331 habitaciones, 22 salones de eventos y un salón de convenciones que puede llegar a albergar a 2.000 personas, ofrece hospedajes de lujo y prácticos.
Marriott Panama Hotel Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
En especial porque las instalaciones parecen quedar a 10 minutos de los puntos turísticos e importantes de la ciudad, destacando especialmente la “cercanía a distritos de negocios, oficinas corporativas y centros de convenciones”, como lo explica Glenn Simon, gerente general del hotel en entrevista con EL TIEMPO, quien apunta también la proximidad con otros sitios como el Canal de Panamá, el Casco Antiguo o Viejo y el cerro Ancón, el cual se puede observar desde la azotea o puerta del hospedaje sin ninguna dificultad.
Este último lugar se eleva en medio de la avalancha de concreto de la metrópolis construida a semejanza de postales de las costas de grandes ciudades como Miami, en Estados Unidos. Es una cuesta verde y frondosa de 199 metros. Con árboles que bailan al vaivén de la brisa marina al igual que un pulmón y con un nombre que viene desde las cenizas del fuego del Panamá Viejo hasta la actual geografía urbana, que poco conserva los reflejos de su ciudad fundacional, víctima del ataque del pirata inglés Henry Morgan y de otros 400 hombres en 1671 para robar las riquezas que allí reposaban.
Parte de Panamá la vieja se mudó hacia el casco, ahí es donde está la vida nocturna
Sin embargo, los destellos de aquellas ruinas y de historia se pueden encontrar en medio del vibrante barrio del Casco Viejo, con pintorescas calles y edificios que pueden confundir a un ojo inexperto sobre su estilo de construcción. El distrito se remonta desde el año 1673 tras la tragedia en la que cientos perdieron la vida y al día de hoy cuenta con plazas concurridas, restaurantes famosos, comercios, espacios culturales y fotográficos.
“Parte de Panamá la vieja se mudó hacia el casco, ahí es donde está la vida nocturna”, indica Javier, un panameño de pura sepa, quien lleva 17 años viviendo en la capital y trabajando como conductor de diferentes empresas. Conoce la ciudad como a la palma de su mano y lo demuestra cuando, en ocasiones, dice algunos datos curiosos de los lugares que señala con su cabeza mientras sigue manejando.
Javier dice que los jueves, viernes, sábados y domingos, la escena de las calles se llena por los capitalinos que salen todos los fines de semana a bailar, a las playas y a los ríos de aguas cristalinas. Si se le pregunta qué es lo más lindo de la ciudad, él no puede responder y afirma que “todo porque Panamá en sí, tiene todo”.
Ciudad de Panamá Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
Reiner Castillo, guía de turistas de la ciudad, recalca que las plazas del famoso barrio, en donde reposan los bustos de los próceres de la República, llevan memorias marcadas que van desde los rezagos de la dictadura militar, que duró 21 años, hasta la huella de la participación sa en la construcción del Canal de Panamá con los restos de las casas de arquitectura aristócrata que tienen puertas arqueadas y elementos instalados simétricamente.
“Es una mezcla de arquitectura, eso es el Casco Antiguo: un lugar, que al ser nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, se empieza restaurar y a recuperar para convertirlo hoy en día en un espacio turístico y comercial, donde hay muchos restaurantes, bares, heladerías, ‘rooftops’”, evidencia Castillo mientras explica la historia de los elementos que rodean la plaza mayor.
Del chocolate a la comida fusión
I Love Panama Chocolate | Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
Un local ubicado en uno de los callejones del ‘barrio antiguo’ guarda en una pequeña habitación, sellada a una temperatura de 16 grados centígrados, cuatro esculturas que conforman la primera exposición de figuras talladas de chocolate del país llamada ‘El Cacao de Panamá’.
Las estatuas fueron realizadas por la Asociación de Pasteleros y Panaderos de Panamá y ahora son cuidadosamente conservadas lejos del calor y la constante humedad del ambiente de la capital en las instalaciones de una de las tiendas de ‘I Love Panamá Chocolate’, una compañía creada en 2015 que destaca la riqueza del cacao proveniente de las tierras húmedas de la provincia de Bocas del Toro en el Caribe panameño.
I Love Panama Chocolate | Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
Las figuras realizadas de chocolate representan desde leyendas a la biodiversidad del país. Empezando con ‘El Diablo es Puerco’, que resalta el baile de los llamados “diablitos sucios”, una danza típica que muestra la lucha entre el bien y el mal; siguiendo con otras esculturas que buscan representar la biodiversidad, como ‘El Bosque Encantado’, el cual simboliza un “hábitat mágico”, como menciona Jessel Lee, expositora de la compañía, en el que se incluyen especies en peligro de extinción como la rana dorada o el Águila Harpía, el ave nacional de Panamá.
La gastronomía que se puede encontrar en la capital no se detiene allí. Además de la amplia variedad de restaurantes que se distribuyen en el centro, dentro de las instalaciones del hotel, espacios como el Ancon Hill y el Canal Bistro, dejan ver diferentes temáticas culinarias que ofrece deliciosos platillos de la cocina panameña e internacional.
“Más allá de nuestras cómodas instalaciones, el Marriott Panamá Hotel brinda a sus huéspedes atractivos paquetes en los que los invitamos a sumergirse en la rica cultura y la vibrante energía de Panamá. Actualmente, contamos con dos paquetes diseñados para distintos viajeros, está el shopping package, con descuentos exclusivos en Albrook mall y el cultural package, que ofrecen diversos beneficios y actividades en la ciudad de panamá, desde tours por los museos más importantes de la ciudad”, resaltó Glenn Simon, gerente general del hospedaje, enfatizando la diversidad culinaria con “desayunos temáticos de distintas culturas”.
Santa Marta: los mejores lugares del Pacífico al Atlántico
Santa Marta Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
A 633 kilómetros de distancia, y a menos de una hora y media en avión, queda otro destino que mezcla la altura de la Sierra Nevada y el calor de las costas: Santa Marta, el conocido tesoro del mar Caribe y la primera ciudad fundada en Suramérica.
Es un lugar lleno de historia, naturaleza y culturas, donde conviven los denominados ‘costeños’ y, al menos, cuatro comunidades indígenas que conservan diversas tradiciones ancestrales y que suman alrededor de 30 mil personas, entre los Koguis, los Arhuacos, los Wiwas y los Kankuamo.
Allí, en medio de un gran matorral que hace sentir estar en medio de una selva y la amplia inmensidad del mar, se ubica un alto edificio que incluye al lujo en la cultura. Se trata del Santa Marta Marriott Resort Playa Dormida, un hotel que en su arquitectura intenta invocar la historia de la Sierra Nevada y de los ancestros que en ella vivieron.
“Todo el diseño, toda la arquitectura, queríamos tener muy presente estos esquemas, por eso siempre hay presencia de maderas, oro, vegetación.. porque busca dar vida al entorno”, describió Jefry Quintana, coordinador de mercadeo del Marriott, sobre la decoración del ‘lobby’ del lugar, en donde reposa una exposición de tejidos, mochilas y gorros de las comunidades indígenas Tayrona. Sin embargo, se resaltó que no se intenta tomar parte de su cultura, sino promocionarla.
Santa Marta Marriott - Resort Playa Dormida Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
La intención de acercar a nuestros huéspedes a experiencias más allá de lo cotidiano y ligadas a la cultura local
“Fieles a la meta de Marriott International de impactar positivamente a las comunidades en las que hace negocios, incorporamos una estación de café liderada por Amorigen”, señaló Tomas Ford, gerente general del alojamiento, refiriéndose a un espacio en medio del hospedaje destinado a una marca local.
Se llama Amorigen y busca exaltar la calidad del café de la región cultivado de manera orgánica con prácticas agrícolas tradicionales desde las comunidades de la Sierra Nevada. “Se garantiza que reciban los ingresos de su trabajo directamente, con la intención de acercar a nuestros huéspedes a experiencias más allá de lo cotidiano y ligadas a la cultura local”, recalcó Ford en entrevista con EL TIEMPO.
Aracely Niño, una joven de la comunidad Wayuu que trabaja en la sede del hotel, habló sobre el producto que se vende: el café, el cual resulta ser uno de los alimentos de primera calidad, para consumo local y la importación, por los que más se conoce a Colombia.
“Tiene la finalidad de dar a conocer un poco la cultura de la Sierra. El producto es cosechado y cultivado por la comunidad Kogui y Arhuacos y es totalmente orgánico. Cuando decimos eso es que está hecho a base de abono y no con pesticidas, que dañan el ambiente, que es lo que nosotros como indígenas representamos: cuidar la madre naturaleza”, explicó.
En esta ciudad se tienen múltiples opciones de oferta turística, entre las principales están las gastronómicas, que van desde el café hasta complejas creaciones con comida típica como el ‘Cayeye’ (puré de plátano verde).
De hecho, en la comunidad de Minca, a una hora del centro de Santa Marta, hay una vida diferente en donde el paisaje también es propio para los turistas. Se trata de la finca La Victoria, un pintoresco lugar en las faldas de la cordillera que se alza 3.479 metros sobre el nivel del mar.
Lorenzo Mora, colaborador en La Victoria explica el proceso para empacar el café. Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
Es una productora cafetera creada desde 1892 por siete personas; cinco inversionistas y una pareja fundadora, en el corregimiento de Minca, en el Magdalena. Actualmente, más de un siglo después, funciona como un “museo del café” para los viajeros que buscan los atractivos de la región caribe colombiana.
En la hacienda, ubicada en medio de las montañas en donde se escuchan cascadas cercanas, se podrá realizar un recorrido en el que se dará información sobre la historia del café, del lugar, la producción y crecimiento de la planta.
Lorenzo Mora, colaborador en La Victoria, un cafetero quien trabaja con el producto desde que tiene memoria, da algunos datos curiosos sobre su cosecha, que empieza en la tierra de una pendiente que bordea a la Sierra y que termina con máquinas antiguas que tuestan el producto.
Café de Colombia Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
Sin embargo, en la capital del departamento de Magdalena, el café no es el único protagonista y eso lo demuestra el cocinero empírico Fabián Rodríguez, que se dio a la tarea de reinterpretar la tradición culinaria de su región en su restaurante Guásimo, ubicado en el centro histórico de la ciudad, caracterizado por las animadas noches en locales, discotecas y comercios de artesanía.
Santa Marta Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
Su carta, que varía cada cierto tiempo, incluye entradas, platos fuertes y postres, los cuales hacen recordar a la cocina tradicional colombiana, con ingredientes locales –en especial la pesca y las frutas-, pero con mayor cuidado. En el lugar, lleno de arte, se podrán pedir joyas gastronómicas de la región como Bistec de lomo con ‘cayeye’, langostinos, ceviches y postres que combinan la pasta de mango, el queso costeño y la ralladura de limón.
Sin embargo, para encontrar grandes platos no es necesario ir tan lejos. Dentro del hotel se existen dos restaurantes: 1525, nombre que hace honor al año de fundación de Santa Marta, y Cayeye. En ambos lugares, los huéspedes hallarán la sazón de Alirio Rodríguez Carrillo, chef ejecutivo a cargo, quien suma más de 25 años de experiencia en el sector de la gastronomía. Su especialidad es la cocina fusión, a través de la cual integra los ingredientes, respetando siempre el producto. “Esto le ha servido de inspiración para la creación de las cartas que actualmente se ofrecen”, se detalló desde el hotel.
Medio ambiente: la otra cara del turismo en Santa Marta
Con una máscara de buceo y un par de aletas, se puede realizar una de las actividades más populares en las cristalinas aguas del mar caribe para observar la vida de la fauna y flora marina: el careteo. Excepto que, en esta oportunidad, el mar cristalino está lleno de plásticos y de objetos que interfieren con los animales y plantas que yacen en el fondo.
Parque nacional natural Tayrona Foto:Laura Quintero / EL TIEMPO
Esto es lo que sucede en las aguas que bordean el Parque Nacional Tayrona. Un receptor de basura que llega de los ríos tras las fuertes lluvias y corrientes, las cuales arrastran los elementos atrapados en los caños de las ciudades y municipios aledaños. Allí, una organización sin ánimo de lucro denuncia que los corales están muy dañados y la vida marina perjudicada.
Se trata de Blue Restorers, una entidad de jóvenes liderados por biólogos marinos, quienes promueven la siembra y limpieza de corales a través del turismo ecológico o de protección del medio ambiente.
“El objetivo es generar un esfuerzo conjunto entre comunidad, sector privado y organizaciones para las causas y consecuencias de la pérdida de biodiversidad y el cambio climático”, explicó Anthony Combatt, fundador y CEO de la organización.
Combatt indicó que el turismo de naturaleza ha crecido significativamente, impulsado por la preocupación ambiental, en la región y Colombia, con su vasta biodiversidad, se ha convertido en un destino atractivo. Sin embargo, agregó que el aumento puede poner presión sobre los ecosistemas y las comunidades locales, por eso se propone el turismo regenerativo o ecológico.
En este caso, la organización busca minimizar estos impactos, promoviendo la conservación de la biodiversidad y generando desarrollo económico para las comunidades. Combatt señaló que entre los alcances de su proyecto está le desarrollo de experiencias turísticas regenerativas que involucren a los visitantes en acciones de conservación, como la plantación de árboles y la limpieza de playas, permitiendo su participación activa en la regeneración.
Así, la conocida práctica del ‘careteo’ no solo será observar la vida marina, sino ayudarla sacando los elementos que no deberían permanecer en el agua o en las playas cercanas.