La piel de los niños es muy delicada. El estado de esta nos da un indicio sobre la salud del niño. La zona semimucosa externa de los labios es vulnerable, porque tiene una capa celular (epitelio) muy delgada, sin glándulas de lubricación ni pigmento melánico y ésta es una de las razones por las que se inflama con relativa facilidad.
La inflamación de los labios se denomina queilitis. Hay dos formas clínicas: la angular y la no angular. La primera se desarrolla a partir de infecciones por bacterias como el estreptococo y el estafilococo y por un hongo, la candida albicans o por deficiencia de vitaminas, en especial del complejo B. Este tipo de queilitis aparece, a veces, como resultado de tratamientos de ortodoncia o en los niños con síndrome de Down debido al babeo continuo.
La queilitis no angular puede ser de tipo exfoliativo o descamativo. Es originada por factores como el frío, la exposición solar, el viento, el polvo, el agua, los ambientes secos o sustancias que al entrar en o con los labios desencadenan alergias o irritación (por ejemplo, frutas cítricas, goma de mascar, crema dental). También por la saliva, muy común, que provoca la queilitis por lamido.
Esta última se presenta en los niños que adquieren el hábito de lamerse sus labios y empeora por la costumbre de morderse y arrancarse las escamas adheridas. La dermatitis atópica, un estado de sensibilidad cutánea, favorece el desarrollo de esta forma descamativa de la enfermedad.
La queilitis exfoliativa afecta principalmente el labio inferior, donde se observa el desprendimiento del epitelio (la capa más superficial de la semimucosa) como si fueran escamas, que están adheridas en un extremo. Cuando esto sucede, sangra y se forman costras. Se manifiesta con fisuras, en ocasiones profundas y dolorosas, explica Germán Santacoloma, médico dermatólogo.
Entre tanto, la queilitis angular se caracteriza clínicamente por fisuras, dolorosas y húmedas, en las comisuras bucales del niño. En ningún caso esta enfermedad compromete seriamente la salud, aunque sí provoca malestar en él por el dolor y la incomodidad de sentir la aspereza en los labios y, en los padres, por el aspecto antiestético de la lesión, afirma Santacoloma.
Si un niño tiene sensibilidad cutánea o se expone al sol, al viento, al polvo o al agua, tiene una mayor probabilidad de padecer queilitis. En este caso, es indispensable proteger los labios con cremas humectantes, emolientes y que tengan protector solar. Estas deben ser aplicadas con frecuencia y, especialmente, mientras realiza actividades deportivas y de recreación.
La queilitis en cualquiera de sus formas clínicas siempre requiere un tratamiento médico; por lo tanto, lo más recomendable es consultar al dermatólogo, quien sugerirá el tratamiento correspondiente, según el estado del paciente.
Finalmente, la resequedad de los labios en los niños puede deberse a una dermatitis de o con algún material extraño, a una queilitis atópica o a la costumbre de respirar con la boca abierta, quizás por obstrucción nasal. De ahí que el tratamiento elimine primero las causas y luego se continúa con la humectación abundante con loción con cremas que contengan ceramidas o cold cream, asegura José Ollague, dermatólogo.
Tipos de queilitis:
- Queilitis actínica: Se produce por la exposición a los rayos solares.
- Queilitis apostomatosa: Aparecen costras negras en los labios.
- Queilitis comisural: inflamación de la comisura de los labios.
- Queilitis de Baelz: Es una patología que se caracteriza por el engrosamiento y endurecimiento del labio.
- Queilitis exfoliativa: Afecta la parte externa de los labios, surge por la deficiencia de riboflavina (vitamina del complejo B).
- Queilitis glandular: Se caracteriza porque hay hinchazón y endurecimiento severos.
- Queilitis impetiginosa: Es una patología provocada por bacterias en la piel de los labios.
- Queilitis eritematosa: Es causada por la deficiencia de hierro.
- Queilitis tóxica: La ocasionan elementos externos irritantes.
Johana Fernanda Sánchez
Para ABC del bebé