Los más pequeños en sus primeros años, están propensos a contagiarse de enfermedades que pueden manifestarse a través de alteraciones en la piel. Ellas producen picazón, y la mayoría, no vuelven a presentarse a lo largo de sus vidas. Se trata de las enfermedades eruptivas. Dentro de este grupo, se encuentran la varicela, rubéola, roséola y el sarampión.
Una de las principales características de las enfermedades eruptivas es su alta frecuencia de contagio. Cuando hasta ahora están empezando, no generan muchos síntomas, lo cual permite que bebés y niños sigan su rutina como de costumbre y vayan esparciendo los virus.
Si de síntomas se trata, es común que se presenten manifestaciones respiratorias como la secreción nasal, tos, fiebre o diarrea. En cuanto a la varicela, se reconoce por las manchitas rojas que van apareciendo en la piel, suelen aparecer detrás de las orejas y en la nuca hasta que van expandiéndose poco a poco por el cuerpo. La rubéola, aunque suele ser más leve, permite que aparezca salpullido. La roséola, acompañada de una fiebre de hasta 39-40 grados, no produce rasquiña y se manifiesta a través de manchitas rosadas cuando la fiebre ha desaparecido. Finalmente, el sarampión le da salida a un brote en el rostro, la cabeza y el cuello y se va extendiendo a otras partes del cuerpo; son ronchas rojas que tienden a agruparse.
¿Cómo prevenir el ataque de estas enfermedades?
Cuando observes alguno de estos síntomas desde acudir inmediatamente al médico. Es importante controlar la fiebre, cuidar la piel, no suspender el baño diario e iniciar el aislamiento para proteger otros niños de estas mismas infecciones.
Sin embargo, lo más importante es tener al día el esquema de vacunación, lo cual lo protegerá contra estas y otras infecciones, previniéndolas en algunos casos y disminuyendo
los síntomas y complicaciones de la enfermedad en otros. Así mismo, es fundamental la alimentación con leche materna puesto que esta le da a tu bebé la protección que necesita contra estas y otras enfermedades, por sus componentes, algunos de ellos bioactivos, dentro de los cuales podemos contar células, citoquinas y los HMO, entre otros.