A partir de los años 50 del siglo pasado, cientos de familias campesinas arribaron a Bogotá desplazadas por la violencia bipartidista de la época. Y se asentaron en el suroriente de la capital, una zona todavía rural donde abundaba la arcilla. Así que acudieron al legendario oficio de la alfarería y empezaron a elaborar ladrillos, tejas y otros elementos para la construcción. Y gracias a la labor de esas personas en dichas fábricas artesanales nacieron los llamados ‘chircales’, que durante muchas décadas marcaron los paisajes de ese sector y a los cuales se les debe gran parte de la esencia arquitectónica de la ciudad.
Y esos ‘chircales’ —que parecen templos humeantes en medio de las montañas de la Bogotá de antaño— hacen parte de la exposición ‘Tangible ∞ intangible, procesos de vida’, que se presenta en el centro empresarial Connecta, en el occidente de Bogotá, hasta el próximo 25 de abril.
Se trata de una colección de fotografías en gran formato del reconocido fotógrafo y artista colombiano Fernando Cruz, quien tiene una carrera consolidada con más de 40 años de historia. Y quien ha capturado postales como las de los ‘chircales’.
“Hay imágenes que hice en los años 80 que dejan ver el desplazamiento de los campesinos a las ciudades, que llegaron a habitar el suroriente de Bogotá y donde conformaron los ‘chircales’ y ladrilleras artesanales. Con las piedras del lugar, construyeron los hornos. Y allí, sin tener la intención, terminan levantando esas grandes esculturas donde cocinaban los ladrillos. Estos lugares forman parte del patrimonio inmueble de Bogotá y cuentan la historia de la urbanización de la ciudad”, cuenta el autor, oriundo de Facatativá y quien hoy vive en una vereda Laguna Verde del municipio de Cachipay.
Otra de las fotografías de esta instalación es ‘Los hornos de coque’. “En medio de la naturaleza, en los límites de Cundinamarca y Boyacá, están los hornos de coque: material que se usa para la generación de energía. Y esos hornos afectan el paisaje, la economía y la ecología de la zona”, explica Cruz, autor de las fotografías de un soldado mutilado que se usaron en la exposición ‘El David’, del artista Miguel Ángel Rojas, inspiradas en la escultura del mismo nombre, del célebre italiano Miguel Ángel Buonarroti.
La curaduría de la exposición estuvo a cargo de Juan de Jesús Morales Vannoy, quien con esta propuesta busca promover la ‘educación expansiva’, concepto en el que el arte sale de los museos y las galerías y se instala en un centro empresarial.
“Este proyecto se llama ‘Caja negra’, debido a la cercanía de Connecta con el aeropuerto El Dorado”, cuenta el curador, quien gestionó este espacio para exponer las obras de seis artistas, además de Cruz. Toda su iniciativa está enfocada en lo urbano y lo rural y en temas como el medio ambiente y el calentamiento global.
REDACCIÓN EL TIEMPO
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