De la cabeza a los pies, los efectos de los trancones en la salud de los conductores

Las partículas contaminantes generan afectaciones en varios órganos del cuerpo.

Además del estrés, los trancones puede causar distintas dolencias y enfermedades. Foto: Mauricio Moreno / El Tiempo

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La contaminación del aire puede provocar crisis de asma, agudización de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc), dificultad para respirar, fatiga y hasta presión en el pecho. Además, estas partículas contaminantes también pueden generar irritaciones en los ojos.
Y según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación auditiva es otro de los efectos que produce el tráfico vehicular, el ruido excesivo es una de las principales causas de la pérdida auditiva. Además, dice ese organismo, cualquier ruido que supere los 75 decibeles (dB) es dañino.
Los efectos del ruido sobre la salud además producen alteraciones psicológicas, de la conducta y a trastornos del sueño; disminución de la atención y disminución del rendimiento escolar.
Un estudio publicado en New England Journal Medical, demuestra que la inhalación de los gases emitidos por los combustibles diésel, produce cambios en la actividad eléctrica cardiaca, “lo que sugiere que la contaminación atmosférica reduce la cantidad de oxigeno disponible triplicando, incluso, el estrés cardiaco durante la práctica del ejercicio”.
Cabeza. Las personas sometidas a situaciones emocionales límite explotan porque sus niveles de tolerancia a la frustración disminuyen en medio de los trancones; esto genera conductas inesperadas, como agresividad, que se expresa en forma verbal o física.
Oídos. Los trancones generan ruidos superiores a los 65 decibeles; exponerse más de dos horas al día a ellos eleva el riesgo de pérdida paulatina de la audición. También genera fatiga auditiva, que puede causar dolores de cabeza, irritabilidad y aumento de hormonas como la adrenalina (que aumentan la presión sanguínea y el ritmo cardiaco).

Los altercados en las calles con otros actores viales contribuyen a generar tensiones y problemas de salud. Foto:iStock

El estrés eleva la frecuencia cardiaca y la tensión arterial. Foto:iStock

Ojos. El o con los desechos de la combustión y el material particulado causa irritación ocular y fatiga visual. El aumento de la adrenalina en el cuerpo, por la tensión emocional, puede causar dilatación de las pupilas y, consecuentemente, alterar, por instantes, la capacidad de enfoque visual.
Nariz. La exposición diaria (y acumulada) a elementos irritantes como el humo, el material particulado y los residuos de la construcción puede desencadenar o exacerbar cuadros alérgicos como la rinitis, que producen aumento de la secreción mucosa y picazón.
Cuello y hombros. Las posturas y el estrés aumentan la tensión muscular; esto puede causar espasmos que se manifiestan con dolor, adopción de posturas anormales (para contrarrestar la molestia) y malestar general.
Vías respiratorias altas. La inhalación de sustancias suspendidas en el aire puede irritar estas vías, especialmente la laringe, la tráquea y los bronquios. Esto se puede manifestar con disfonías, tos, aumento de la secreción bronquial y congestión respiratoria.
Vías respiratorias bajas y pulmones. En personas susceptibles (como los asmáticos) la exposición a estos contaminantes puede exacerbar los procesos alérgicos y causar la obstrucción de los bronquiolos. La prolongación de esta situación puede complicar cuadros de neumonía y procesos infecciosos.
Corazón. El estrés aumenta la producción de hormonas que activan el sistema cardiovascular, lo que eleva la frecuencia cardiaca y la tensión arterial. En personas con patologías premórbidas puede desencadenar complicaciones. En casos extremos puede generar arritmias o descompensaciones.
Espalda baja. Las posturas fijas por largo tiempo hacen que los músculos de la espalda dorsal y lumbar presenten contracciones, que se manifiestan con espasmos y dolores severos. Esta situación puede agudizar problemas en las vértebras, en los discos intervertebrales y en las raíces nerviosas que emergen de ellos.
Rodillas, cadera y tobillos. Las articulaciones que se mantienen fijas por mucho tiempo pueden tener retracciones y contracturas que se manifiestan con dolor; en algunos se incrementan procesos inflamatorios, como la artritis, o degenerativos, como la osteoartrosis. Todos son dolorosos.
Venas. La quietud las congestiona, dada la disminución del retorno sanguíneo; esto puede favorecer la inflamación de las venas y la coagulación de la sangre dentro de ellas.
Vejiga. En personas con trastornos infecciosos, mecánicos, como la incontinencia e inflamatorios, como la prostatitis (que requieren la evacuación en periodos cortos), la permanencia en el mismo sitio y posición se convierte en una situación de difícil manejo. Lo mismo ocurre en personas con incontinencia o con intestino irritable.
*Con información de Agenda Salud Universidad del Valle, la Asociación Colombiana de Medicina del Trabajo, Asociación Colombiana de Medicina Física y Rehabilitación, y Asociación Colombiana de Sociedades Científicas.
Si tiene alguna sugerencia, favor escribir a carcam@eltiempo.com

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