Tienen rabia y se están suicidando. Encontrar caminos para la acción colectiva y no mensajes de fracaso pedía Juan Camilo Cárdenas el otro día. Cómo aprender a enseñar la esperanza. Qué papel deben cumplir la educación, los mayores, los padres. No es fácil si la realidad nos demuestra, día tras día, que la crisis avanza.
Chomsky dijo ayer en The New York Times: “Vamos a llegar a un punto de inflexión del que no hay retorno. Nos enfrentamos a una gran catástrofe, a menos que tomemos medidas ahora”. Nadie parece entender el significado de la palabra ‘ahora’. La OMS revela que el suicidio es ya la principal causa de muerte de los jóvenes de entre 15 y 29 años. Manifiestan sentimientos de no tener un futuro asegurado o la visión de un futuro destructivo y fatalista.
Una economista ambiental, Tamma Carleton, estima que el aumento de temperatura de los últimos 30 años está relacionado con alrededor de 59.000 suicidios en India. Invito a leer la macroencuesta ‘El futuro es clima’, sobre 9.000 jóvenes de Europa. El 84 % piensa que vivirá peor que sus padres, el 65 % es pesimista frente al futuro, el 82 % sufre o ha sufrido de ecoansiedad. El 78 % no confía en las políticas climáticas. La ansiedad es la novena causa principal de enfermedad y discapacidad entre la población adolescente a nivel mundial. La American Psychology Association (APA) define la ecoansiedad como “el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”.
Los científicos del clima anuncian que cada vez habrá más fenómenos meteorológicos extremos: olas de calor, incendios, ciclones, tifones, sequías, lluvias torrenciales; aumento de la contaminación, acumulación de basura en los océanos (especialmente plásticos), estrés hídrico, escasez de agua, explotación ilimitada de recursos naturales y deforestación, subida del nivel del mar y migraciones masivas. La ecoansiedad no solo afecta a los jóvenes; se relaciona con la solastalgia, que la revista Lancet incluyó en 2015 como un término relacionado con el impacto del cambio climático en el bienestar humano.
Tiene razón Cárdenas: el camino es la acción colectiva, pero es ahora o nunca, como dice Gómez Lee.
MANUEL GUZMÁN HENNESSEY