Marcha el círculo de influencia

Una marcha que entrega al Gobierno una oportunidad de reflexionar para que los sesgos se diluyan.

Consultor en Innovación y mediaActualizado:
No me resisto hoy no compartirles una de mis poesías favoritas. En paz, por el mexicano Amado Nervo.
(También le puede interesar: Se buscan líderes)
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
… Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Somos protagonistas de nuestro destino. Viktor E. Frankl, psiquiatra y escritor, narra en su libro El hombre en busca de sentido por qué protege su vida ante el drama que vive en un campo de concentración. Escribe: “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección personal ante un conjunto de circunstancias– para decidir su propio camino… La libertad interna; que determinaba si uno iba o no iba a ser juguete de las circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad…”.
Este abrebocas me los inspira la reacción a mi columna anterior, Se buscan líderes, publicada el 8 de junio en EL TIEMPO. Ella creó muchos conversatios espontáneos que me enriquecieron. Gracias. Pero me dejaron una reflexión principal. Tan solo tres veces escuché el “yo”, es decir, individuos que se paraban en el amor por el deber, y no solo en el derecho. “Yo deseo ayudar a Colombia”. “Yo qué puedo hacer”. ¿El resto? En ese punto del coloquio trajo la excusa y la delegación en el “otro”.
Los datos de cifras de participación, que son hechos, mostraron una sociedad que salió de su zona de confort a transmitir distintos mensajes.
Eso me llevó a un diálogo con un empresario que usó el “yo”. Me narró una anécdota. Él había sido parafraseado impecablemente por una campesina que lo escuchaba hablar sobre un ejercicio de diálogo social entre dispares para construir una cultura de convivencia en paz: “Ya le entendí, se refiere a lo que hago en mi metro cuadrado”. Contundente. Mágica.
Recordé el tema de los círculos de influencia donde se diferencian tres zonas: control (yo), influencia (yo en el otro) y preocupación (yo inerte). En la zona de control –del yo– se elige entre ser reactivo, “me preocupo”; o ser productivo, “me ocupo”, es decir, participo activamente reduciendo la ansiedad de lo que me inquieta y actuando sobre la solución. Donde existe un gran potencial expansivo explicado muchas veces con la metáfora de las ondas que genera una piedra al tirarse a un río o la bola de nieve que crece al rodar montaña abajo.
Esta quincena lamenté las excusas. Agradecí la historia del metro cuadrado donde nuestra influencia es dinámica, menor en unos temas, mayor en otros y con potencial de crecimiento si invertimos energía, tiempo y estudio en ella. Y temí por los organizadores civiles de la llamada ‘Marcha de la Mayoría’.
Pero a veces es delicioso probarse equivocado en los temores. Los datos de cifras de participación, que son hechos, mostraron una sociedad que salió de su zona de confort a transmitir distintos mensajes de inconformidad sobre el liderazgo de Gustavo Petro y Francia Márquez haciendo uso del derecho a la protesta, pero con respeto al otro, a las instituciones y a la ley. Con rostros destapados. Sin daños a la infraestructura. Una marcha de personas, círculos de influencia, que entrega al Gobierno una oportunidad de reflexionar para que los sesgos extremistas se diluyan y surjan las conversaciones “por” el país. Ese territorio de metros cuadrados de “yos”, que incluye a los críticos y seguidores, y merece conquistar con intención su destino.
MARTHA ORTIZ

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