De acuerdo con la Clínica Mayo, la bursitis es un trastorno doloroso que afecta las pequeñas bolsas rellenas de líquido (bolsas sinoviales) que proporcionan amortiguación a los huesos, tendones y músculos alrededor de las articulaciones. La bursitis ocurre cuando estas bolsas se inflaman.
La causa más frecuente de bursitis son los movimientos repetidos o la presión mantenida sobre una articulación. Ello origina un roce inadecuado entre la bursa y los huesos adyacentes, lo que provoca la inflamación.
Frente a este tipo de origen, local, existen otras causas que se consideran sistémicas, en las que la bursitis es un síntoma de una patología como cuando se trata de enfermedades reumatológicas (artritis reumatoide y gota), enfermedades hormonales (diabetes, hipotiroidismo) o infecciones y heridas.
El tratamiento de la bursitis se establece de acuerdo a su localización, aunque, independiente de la articulación donde se produzca, este siempre debe ir dirigido a tratar la inflamación y a permitir una movilización en el futuro que no reproduzca los golpes o movimientos causantes de la inflamación.
Si la inflamación es aguda, además de la toma de antiinflamatorios orales, se recomiendan tres medidas que pueden recordarse con el acrónimo RHE, esto es, la aplicación de Reposo, Hielo y Elevación. Según expertos, a diferencia de otro tipo de lesiones traumatológicas, en la bursitis no debe aplicarse compresión o presión sobre la articulación afectada.
Si bien en algunas ocasiones la condición puede estar relacionada con algún deporte o ejercicio, no se debe olvidar que el ejercicio físico es fundamental para el correcto funcionamiento del sistema cardiovascular, metabólico, endocrino nervioso y el aparato locomotor.
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