Las migrañas causan un dolor de cabeza recurrente que va desde varios niveles, puede considerarse como moderado hasta intenso y puede ser pulsante o vibrante. A menudo, el malestar se siente en a un costado de la cbeza y puede traer otros síntomas como náuseas, debilidad corporal, sensibilidad a la luz y al sonido.
Estas afecciones tienen cuatro etapas diferentes, aunque puede que estas no siempre se manifiesten y estas son:
- Fase prodómica: corresponde al momento previo y comienza hasta 24 horas antes de que se desencadene la migraña. Los síntomas tempranos son antojos de comida, cambios de humor inexplicables, bostezos incontrolables, retención de líquidos y aumento de la micción.
- La etapa de aura: aquí es común ver luces intermitentes, brillantes o líneas zigzagueantes, también se siente debilidad muscular. El aura puede ocurrir justo antes o durante una migraña.
- Dolor de cabeza: trae dolor palpitante o pulsante, usualmente a un lado de la cabeza e incluye mayor sensibilidad a la luz, el ruido y los olores, en especial cuando hay movimiento, tos o estornudos.
- Fase postdrómica, que ocurre después del dolor de cabeza: genera agotamiento, debilidad y puede durar hasta un día.
Distinción entre migraña episódica y migraña crónica
Tenga en cuenta que las principales señales de la migraña son la sensibilidad a la luz, las náuseas y una condición incapacitante. Foto:123rf
Cuando el paciente tiene migraña crónica, los episodios de dolor suelen durar de 4 a 72 horas y puede ser intensa, mientras que la migraña episódica ocasiona crisis cada vez más frecuentes y se presentan 15 o más días de cefalea al mes durante más de 3 meses, además esta cefalea es de perfil migrañoso al menos 8 días al mes.
Con respecto a la migraña episódica, el dolor que provoca es unilateral. Sin embargo, a medida que la migraña se hace frecuente, se empieza a afectar toda la cabeza. Por otro lado, la migraña crónica conduce a visitar en varias ocasiones a especialistas, que puede desencadenar inestabilidad psicológica, laboral y personal.
Ante la enfermedad, lo que favorece su persistencia es la sensibilización de transmisores del dolor en el sistema nervioco central, ya que lleva a una hipersensibilidad en áreas críticas que controlan la sensación de molestia y se vuelve resistente a los medicamentos.
Otros factores de riesgo son la coexistencia de depresión, escasos ingresos económicos, un uso excesivo de analgésicos, obesidad, abuso de cafeína, insomnio y otros trastornos del sueño como el síndrome de apnea.
En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal,
elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada
con
sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando
esta
utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí