Entrevista

'Los líderes deberían tratar los riesgos catastróficos globales como una prioridad’: esto es lo que tendrían que hacer los países para evitar el próximo desastre mundial

Juan García Martínez, director de una organización internacional de ciencia encargada de estudiar este tipo de amenazas en países hispanohablantes, se refiere a las crisis venideras y la importancia de estar preparados para ellas.

ASDFGHJKL Foto: iStock.

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En realidad lo teníamos todo, ¿no?” es la última frase que el doctor Randall Mindy (encarnado por Leonardo DiCaprio) pronuncia en la película No mires arriba antes de que el impacto de un cometa acabe con el planeta Tierra.
Dejar de existir ha sido una de las preocupaciones más constantes de la humanidad. Y, desafortunadamente, los riesgos que nos amenazan no son solo historias de ciencia ficción.
Hace tan solo unas semanas la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró emergencia sanitaria internacional por el brote de la viruela del mono (mpox), y hace cuatro años, en medio de la crisis del covid-19, fallecieron cerca de 15 millones de personas, cifra que supera el total de muertes causadas por cinco epidemias recientes juntas, según la OMS.
Esto no es nuevo. Basta recordar la peste negra, la gripe española e, incluso, la erupción del volcán Tambora, en Indonesia, en 1815, que redujo las temperaturas globales y provocó crisis alimentarias y socioeconómicas.
Hoy, aunque son muchos los avances, también se enfrentan desafíos en la gestión de riesgos. La rápida evolución de las tecnologías, el cambio climático y las tensiones geopolíticas generan un entorno incierto. Así que una guerra nuclear, la liberación de un patógeno contagioso o mortal, un crecimiento desmedido de la inteligencia artificial (IA), o incluso, la reducción abrupta de la luz solar, no son escenarios ajenos a la realidad.
De hecho, el ‘Informe de desarrollo humano 2023-2024’, presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, afirma, respecto a la existencia humana, que el “tiempo significa vidas” y agrega que se debe “aprovechar” la experiencia con el covid-19, por ejemplo, para “cuando llegue un asteroide o un nuevo patógeno mortal o un brote de inestabilidad financiera global, porque llegarán”. 
Todos estos escenarios son los que estudia el Observatorio de Riesgos Catastróficos Globales (ORCG), una organización que hace diplomacia científica dedicada a la mejora de la gestión de este tipo de amenazas en países hispanohablantes. “Vivimos en una sociedad de riesgos”, dice Juan García Martínez, químico, director y cocreador del ORCG.

Juan García Martinez, experto RCG Foto:Observatorio de Riesgos Catastróficos Globales

“Hay que tener una versión
muy esperanzadora del futuro para trabajar en
los riesgos catastróficos globales porque no hay que dejar que estos temas vayan de cualquier manera”.
García, de 29 años, se unió a su compañero Jaime Sevilla, desde que comenzaron sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid, para crear el ORCG, desde donde dan un mensaje de conciencia y asesoran a países como Argentina para gestionar este tipo de riesgos.
Desde España, su país de origen, García explicó a EL TIEMPO la importancia de que las naciones consideren los riesgos catastróficos globales (RCG) como prioridad y destacó que, en lugar de alarmar a la población, pensar en los RCG es una forma de querer preservarnos como especie.

En palabras sencillas, ¿qué son los RCG?

Un RCG se refiere al riesgo de que ocurra una catástrofe que inflija un daño grave al bienestar humano a escala global. Eso tiene dos partes claves: primero, el daño debe ser grave, es decir, una catástrofe severa; y, segundo, la escala: debe ser internacional o incluso global.

Pasamos por el covid-19 y a eso se suman las guerras
en Ucrania y Gaza. ¿Esos factores se pueden considerar un RCG?

Es complicado el tema de la definición. Las guerras suelen ser más locales –aunque sean internacionales, pues suelen estar más confinadas a una región–, pero también tienen consecuencias globales.
El covid-19 sí fue una catástrofe global y a nosotros nos preocupan catástrofes de ese nivel o, incluso, pandemias más grandes o más graves. Por ejemplo, consideramos una pandemia que se genere a través de biotecnologías emergentes que faciliten la generación de nuevos patógenos o una catástrofe que afecte los sistemas globales de infraestructura crítica, como los sistemas de producción de agua, de alimentos, de salud.

Este tipo de riesgos de los que hablamos pueden sonar como teorías conspirativas...

Podemos entrar en ejemplos históricos. El covid es un ejemplo, y creo que no es demasiado difícil imaginar algo como eso, pero más fuerte. Otro caso puede ser, incluso, un escenario de reducción abrupta de la luz solar, que ya sucedió en el llamado ‘año sin verano’ y por ello fallaron los cultivos en Europa e incluso en Latinoamérica.
Esto realmente ya ha ocurrido y no se trata de si ocurrirá uno u otro (escenario), sino cuándo será el siguiente.

¿Cómo explicar a las personas y al eje gubernamental  este tema de  RCG?

A mí me gusta hablar de las tres capas de defensa contra los RCG. La más importante es la prevención, que es la primera capa. Un ejemplo de RCG es una guerra nuclear, eso es algo que puede ocurrir y ese es un riesgo que nosotros tratamos, que los gobiernos saben que es real. En esa etapa de prevención hay que invertir en diplomacia, relaciones, desarme nuclear, etc., para reducir el riesgo de que algo así ocurra.
La segunda capa es la respuesta. Es cómo responder para salvar la mayor cantidad de vidas posible. La tercera capa es la resiliencia, que es cómo evitar que lo ocurrido alcance a la totalidad de la población, es decir que haya supervivientes a este tipo de escenarios. Con eso, yo creo que es importante invertir en todas las tres capas, pero la más clave es la prevención. Ahora bien, es cierto que los gobiernos en general son excesivamente reactivos y poco preventivos, y eso es algo que se debe cambiar para poder enfrentar los RCG.

El observatorio de Riesgos Catastróficos Globales hace diplomacia científica sobre este tipo de amenazas en el mundo y cómo prevenirlas. Foto:Eduardo Lujano

Sobre esta capacidad de respuesta, ¿qué tan preparada está América Latina desde el punto de vista de los sistemas de riesgo para responder a los RCG?

Los gobiernos latinoamericanos pueden mejorar la gestión interna de estos riesgos y cooperar entre ellos para mejorar la gestión internacional. Los líderes latinoamericanos deberían tratar los RCG como una prioridad, entender que estos riesgos cruzan fronteras y requieren cooperación internacional en caso de que ocurran estas cosas o para evitar que ocurran.
En general, otros gobiernos como el de Estados Unidos han aprobado leyes para esto; ellos tienen una ley que es la Global Catastrophic Risk Management Act (Ley Global de Gestión de Riesgos Catastróficos), según la cual el propio Gobierno debe hacer un informe interno ante todos los RCG posibles. Claro, esto es más fácil para ellos que tienen muchos recursos, pero también se puede hacer esto a menor escala.
Hay muy pocos países que incorporan estos riesgos, es como si no los consideraran directamente, que ni siquiera los contemplan en sus registros. Añadirlos es un primer paso y es fundamental. Por ejemplo, nosotros en Argentina les ayudamos a que incorporaran los escenarios de reducción abrupta de la luz solar en su plan de gestión del riesgo; esto es algo que los países de Latinoamérica pueden hacer, pueden incorporar el riesgo, comprenderlo, evaluarlo, pueden priorizarlo como merece.

Hablemos de la IA, un RCG...

Lo más importante que hay que tener en cuenta sobre la IA es que es una tecnología que tiene potencial para transformar mucho las cosas para bien y para mal. Así, la IA, además de hacer que las cosas vayan mejor, también puede aumentar el riesgo y potenciar situaciones como ciberataques contra infraestructuras críticas clave. Algunos expertos dicen que podría desestabilizar el sistema de armas nucleares o el equilibrio nuclear haciendo más fácil, por ejemplo, el desarrollo de virus más potentes. En realidad, hay muchas maneras en las que esto podría desembocar en una catástrofe global, es difícil decir qué tan probable es cada una, pero al ser una tecnología tan transformadora es algo que es muy importante desarrollar de manera segura. 

Cuénteme sobre la reducción abrupta de
la luz solar, otro RCG. Aquí, en América Latina, mencionaba el caso de Argentina. ¿Cómo está la región ante ese posible escenario?

Es importante aclarar que el escenario se puede dar con diferentes niveles de severidad. La situación de cada país o región depende de la severidad del riesgo. En general, lo que sí puedo decir es que, según los modelos matemáticos actuales –porque esta es una disciplina muy joven–, los países que pertenecen más al Sur (Brasil, Argentina, Paraguay, Chile) tienen bastante más resiliencia a este tipo de escenarios que la mayor parte de los países del mundo. ¿Por qué? Porque, por un lado, ya producen muchos alimentos, y, por otro lado, los impactos climáticos de un escenario así no serían tan fuertes. Por ejemplo, en Europa hay escenarios en los que muchos de los países perderían la mayoría de su producción, mientras que a países como Argentina o Brasil todavía les quedaría una muy importante capacidad de producir alimentos.

Hablando de Colombia, ¿qué puede hacer el país para minimizar este riesgo y tener en cuenta los RCG?

Hay que empezar por lo más básico en cualquier país de la región, es decir, incorporar los RGC en las evaluaciones de riesgos, priorizarlo como un riesgo catastrófico global con la escala a la que puede llegar, con el nivel de severidad. Una vez que esté incorporado, se puede empezar a decidir qué actividades puede o no puede hacer el Gobierno al respecto con base en los recursos que tiene.

Esto de los RCG puede sonar como una versión negativa sobre el futuro... ¿cómo lidian ustedes con este tema?

Yo lo veo como algo que es todo lo contrario. Creo que hay que tener una versión muy esperanzadora del futuro para trabajar en este tipo de riesgos porque no hay que dejar que estos temas vayan de cualquier manera. Yo tengo la esperanza de que realmente hay cosas que podemos hacer hoy para reducir estos riesgos que, los queramos o no ver, existen.

¿Cuál es el mensaje en cuanto a priorizar los RCG?

Como especie humana enfrentamos una serie de riesgos que nos amenazan a todos, y aunque es cierto que nunca ha sido tan urgente lidiar con ellos como lo es ahora, es difícil saber que en un año concreto o dos vaya a haber una catástrofe global. Se deben abordar los RCG con la seriedad que merecen y hay que empezar por lo básico, que es integrarlos a las evaluaciones nacionales de riesgo, priorizarlos y desarrollar planes institucionales y financieros para incentivar su gestión a nivel gubernamental.
Ana María Mena Lobo - Redacción Impreso 

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