Su nombre es de santa, pero su vida la dedicó al mal.
Con aguas verdes y fétidas, brebajes, oraciones y cartas del más allá , trances espirituales y hasta asesinos a sueldo, María Concepción Ladino o La Hermana María montó una industria criminal para arruinar y eliminar a incautos, es el criterio expuesto en los expedientes judiciales.
Sin embargo, ni sus poderes ocultos -con los que supuestamente recorría los laberintos del futuro- ni sus intentos por suicidarse y declararse loca impidieron la condena en su contra a 40 años de prisión.
El Juzgado 52 Penal del Circuito de Bogotá la halló culpable de los crímenes de seis de sus clientes, entre ellos los de Clara Elsa, Luz Stella y Ana Lucía Bello Clavijo, tres hermanas que recurrieron a su magia para multiplicar una herencia, pero que solo encontraron la muerte, a pedradas.
Tanto el expediente como los relatos sobre sus actividades revelan que a comienzos de 1997 la bruja aprovechó la penosa enfermedad de la madre de las tres muchachas para acercarse a su hogar.
Mi mamá sufría de un cáncer en el cuello, que no le habían detectado. Mis hermanas encontraron en esa señora una posible ayuda para salvarla, pero eso a la postre les costó la vida", relata Santiago Bello, hermano de las víctimas y quien lideró la persecución contra la bruja .
De nada sirvieron las pócimas. La enferma murió el 17 de mayo de 1997 y les dejó a las tres muchachas 13 millones de pesos de herencia, botín en el que La Hermana María concentró todas sus energías.
Luego de ayudar a llorar a la muerta, Doña Conchita convenció a las tres muchachas de que se sometieran a un rito especial, con dinero incluido, con la promesa de que en menos de cuatro meses la plata se duplicaría como por arte magia.
Un mes más tarde, se encerró en un cuarto de la casa de las huérfanas y les pidió que depositaran el dinero en un cofre, que blindó con poderosas oraciones. Solo les hizo una advertencia: por ningún motivo se podría abrir el cofre que escondió debajo de una de las camas.
Las durmió y puso el baúl al lado de la pata de la cama, pero sin la plata , afirma Bello.
Para no levantar vuelo tan rápido y no despertar sospecha alguna, la bruja les ofreció a las hermanas Bello servir de médium para que su mamá se comunicara con ellas desde el más allá .
Recibieron más de 15 cartas, supuestamente escritas por mamá, en las que les decía que la señora Concepción era su reemplazo, pero que no le contaran a nadie lo que se estaba haciendo , relata su hermano.
Pasado el tercer mes de hechicería, la sospecha se apoderó de una de las muchachas. Sin consultar, una noche violó las leyes de la bruja y abrió el cofre. De los 13 millones de pesos solo había cuatro billetes de 10 mil pesos.
Ante el reclamo airado de las hermanas, Doña Conchita las tranquilizó diciéndoles que solo ella podía ver el dinero y que, para evitar más problemas, les devolvería la plata en un rito especial de purificación.
Un fin de semana se las llevó hasta una quebrada de la Sabana de Bogotá y, según comprobaron las autoridades, con la complicidad de dos asesinos a sueldo, las mató a pedradas.
Desde entonces, el hermano de las víctimas emprendió una cruzada para demostrar ante la justicia que los asesinatos de sus seres queridos no eran los únicos cometidos por la bruja .
Fue así como la Fiscalía General de la Nación la capturó en enero de 1999 y, tras meses de investigación y, con la ayuda de familiares de víctimas, determinó que el primer caso se remontaba a 1994.
El 15 de agosto de ese año, la bruja llegó a la casa de Carlos Julio Montaña, en Fontibón, occidente de Bogotá, y tomó en arriendo el primer piso de su casa.
Cuenta la esposa de Montaña que desde ese mismo día, comenzó a trabajarlo para quedarse con la casa. Le dijo que para su edad (54 años) estaba muy demacrado, pero que no se preocupara, porque ella traía droga del más allá que curaba hasta lo incurable , recuerda la viuda.
Primero le dio unas pastas y unos purgantes empacados en unos frascos oscuros que valían más que el arriendo. Luego lo sometió a continuos baños de hierbas que espantarían los malos espíritus de su cuerpo. A sus tres pequeños hijos también los puso en tratamiento .
Día a día fue incrementando su dominio en la casa de los Montaña, hasta que llegó el 13 de octubre, el día del horror. Hacia la una de la tarde envió a los pequeños para la calle y luego subió al segundo piso a llevarle dos vasos de refresco a su víctima, aprovechando que su esposa no estaba en casa.
A las 6 de la tarde, la esposa de Montaña regresó y le extrañó que el almuerzo que había dejado preparado estaba sin tocar. Entró despacito a la alcoba conyugal y, en medio de la oscuridad que dominaba la pieza, vio desde el umbral de la puerta a su esposo profundamente dormido.
En eso llegó la bruja y me dijo que no lo fuera a despertar, porque él estaba en un trance espiritual para curarse de las dolencias del corazón , sostiene.
Una hora más tarde, la bruja reunió a la familia en su apartamento del primer piso y dio inicio a una sesión de espiritismo por la salud de quien ya estaba muerto. Decía unas oraciones raras. Tan así que la cabeza empezó a darme vueltas , afirma la viuda.
De un momento a otro, el frío de la muerte invadió mi cuerpo y corrí hasta donde mi esposo. Estaba helado y nadando en un pozo de sangre. Pensé que había muerto de un infarto y que se había reventado , agrega.
La bruja intentó fugarse con el argumento de que iba a llamar a la Policía, pero uno de los niños ya se le había adelantado a llamar a la autoridad y se topó de frente con los patrulleros. Ella actuó con normalidad, incluso cuando uno de los policías levantó con su carabina el cuello de mi esposo y me dijo que había sido degollado , afirma.
La viuda tuvo miedo y no quiso denunciar nada. Luego empezó a recibir cartas, supuestamente escritas desde el más allá por su esposo, en la que le decía que confiara en doña Concepción. Ella no quiso confiar más y cuando iba a firmarle unos papeles a la bruja, con los cuales se apoderaba de la casa, se arrepintió y amenazó con denunciar todo.
La bruja desapareció como por arte de magia y voló a otro sector de Fontibón. Esta vez apareció en la casa de Nebardo Adalberto Guevara Torres, dueño de dos carros que se varaban a diario.
"Un cuñado de mi esposo nos dijo que él conocía a una señora que negociaba con gallina y que podía sacarles la sal al taxi y a la camioneta, tal como lo había hecho con varios negocios de él", comenta su esposa.
Pósimas verdes
En efecto, ella se presentó ante Guevara y le dijo que no solo los carros estaban salados, sino que él también, pero que no se preocupara, porque por millón y medio de pesos alejaría los malos espíritus y pondría en retirada a las personas que le estaban haciendo mal.
"Empezó a citarlo a su casa, en el barrio La Serafina, para bañarlo y darle a tomar unos vasos de agua verde que dizque sabían a horroroso", afirma.
Aburrido y desencantado por los pobres efectos de las pócimas, Guevara puso un aviso de prensa para vender los carros. "Tan pronto se enteró, le ordenó a mi esposo retirar la publicación, con el cuento de que ella tenía un hijo que estaba a punto de recibir una buena platica y se los compraría ", dice.
Guevara le entregó el taxi con la promesa de que tan pronto le saliera la plata se lo pagaba. Al mes, la bruja también le pidió la camioneta. "Cerraron el negocio en 11 millones de pesos, pero ella nos pagó con unos cheques posfechados", sostiene.
Cuando se acercaba el día en que el banco devolviera los cheques, por ser de chequera robada, la bruja citó a su nueva víctima para hacerle un baño en el río Cáqueza y cambiarle el físico y así protegerlo de sus enemigos.
"Le dijo que se llevara una muda de ropa clara. Recuerdo que se llevó un pantalón beige, una camisa azul clarita, unas chanclas y una pantaloneta. Desde entonces, no volví a saber de mi esposo", agrega.
Llegaron las cartas del más allá pidiéndole que confiara en doña Concepción. Ella tampoco siguió confiando y la denunció. La Policía la capturó por estafa, pero, ante la falta de pruebas por la desaparición de Guevara, recobró su libertad.
Sus andanzas, ha verificado la justicia, también se extendieron a Bucaramanga, en donde se hacía llamar La Hermana María . En agosto de 1996 se acercó a Heidy Forero, una mujer de avanzada edad que quería alejar las malas energías de su negocio de joyas.
Cofre maldito
Vinieron los rezos y las aguas verdes y los baños. Cuando el botín ya estaba en sus manos, le dio un somnífero y se la llevó en su propio carro.
"La metió al carro y en un paraje solitario se bajó, la roció con gasolina y le prendió candela", revela la investigación de la justicia.
De la Ciudad de los Parques voló otra vez a Bogotá, más exactamente a un rancho de la calle 19 con 17. Se hizo amiga de una mujer que tenía guardados tres millones de pesos. Le dio una alta pócima de escopolamina que no la mató, según concluyeron los investigadores, debido a la consistencia física de la víctima. Cuando despertó, quiso denunciar, pero la amenaza de la bruja la obligó a guardar silencio.
Luego, Doña Conchita -quien siempre se ha declarado inocente y pedido a la Procuraduría y a la Fiscalía su absolución- se instaló en el barrio Ciudad Jardín, en el norte de Bogotá. Con las mismas aguas se apoderó de 15 millones de pesos de dos ancianos. El cuerpo de la señora apareció en el río Amarillo. El de su esposo no se sabe dónde está.
En ese barrio, según varias llamadas hechas a EL TIEMPO en ese entonces, la bruja estafó a más de 20 personas, las cuales no denunciaron por temor a represalias de los pistoleros amigos de doña Concepción, hombres que se movilizaban en taxis y dos de los cuales ya fueron capturados.
Hoy, con el fallo de primera instancia del Juzgado 52, se pone fin a la larga carrera criminal de una bruja cuyos poderes quedarán confinados en una celda de la cárcel del Buen Pastor por los próximos 40 años.
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María Concepción Ladino, recluída en el Buen Pastor.