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Noticia
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Aparecen videos de mujeres que habrían drogado, robado y secuestrado a cinco jóvenes en un bar de Bogotá
El material fue entregado a los investigadores del caso. Víctimas reunieron en un solo testimonio lo que vivieron.
AAparece nuevo material que se aportará a la investigación sobre el caso de cinco jóvenes que denuncian haber sido drogados, robados, secuestrados y presuntamente abusados en un bar de Bogotá el pasado viernes 5 de julio de 2024 en un bar de Bogotá.
Lo que se sabe hasta el momento es que unificaron todas las denuncias de las víctimas en el Gaula y que ya se analizan unos videos en donde saldrían las mujeres que habrían participado en la retención.
Este caso no ha sido el único pues desde hace muchos años es usual que las bandas delincuenciales usen escopolamina o drogas siquiátricas para que sus víctimas pierdan control sobre su voluntad y, por ende, sean más vulnerables para robarlas o abusarlas. Por eso, este caso de secuestro masivo genera una alerta aún más grave de inseguridad en Bogotá.
*Lorena, una de las víctimas, fue entrevistada por EL TIEMPO y narró los angustiosos momentos que vivió. Ella iba con cuatro amigos, una mujer y tres hombres. Todos decidieron en conjunto llegar a un bar en el barrio Modelia, en el noroccidente de Bogotá. “Mientras estuvimos ahí, no pasó nada, la pasamos bien. Eso sí, mis compañeros comenzaron a bailar con tres chicas que estaban en la mesa de al lado”.
Videos captados por cámaras de seguridad. Foto:Archivo particular
Pero cuando terminó la fiesta en aquel lugar y salieron del establecimiento, una mujer de las que había bailado con los jóvenes les dijo que conocía de un lugar detrás del Éxito de la calle 80 con 68, en donde podían darle rienda suelta a la fiesta. Eso ocurrió a esos de las 3: 30 o 4 de la mañana. Como vieron que era un punto central, todos aceptaron la invitación.
Todos solicitaron vehículos por aplicación y pronto arribaron al lugar. Era un sitio algo lúgubre, extraño. Les abrieron a través de una reja que se enrollaba hacia arriba. Vieron a aparentes clientes disfrutando de la fiesta y el trago. “Habíamos llegado en total ocho personas desde el otro bar, en Modelia. Todos nos agachamos para entrar. Parecía un sitio clandestino”, dijo Lorena.
Todos los jóvenes fueron ubicados en una mesa de la parte de atrás del establecimiento. “Recuerdo que fui a comprar algo de tomar en la barra, pero me avisaron que ya habían pedido y cuando regresé a las mesas vi botellas de ron”. Los jóvenes cuentan que el personal del lugar hablaba como si fueran amigos, como si nos quisieran ayudar, pero hoy creen que fue una estrategia para que cayeran en una especie de red.
Lorena le dijo a EL TIEMPO que, a partir de ese momento, no duraron más de 30 minutos o una hora consientes. “Cuando abrí mis ojos, ya no vi a la joven que nos recomendó ese lugar. Había, eso sí, más mujeres; muchas estaban dormidas, igual que mis amigos. Pensé que algo muy grave estaba sucediendo”. Todavía parecía haber clientes en el lugar.
Segundos después, Lorena vio que un hombre se acercaba. Le dijo que el dueño del lugar le pidió recoger todas sus pertenencias debido a que los veían muy mal y que era para evitar robos.
La víctima tiene lagunas, pero recuerda otra escena en donde quiso gritar y que esto produjo una violenta reacción de sus captores. Una mujer la comenzó a golpear en su rostro, generando pánico entre las otras mujeres. “Uno de mis amigos intentó reaccionar, pero a él también le comenzaron a pegar y se lo llevaron, junto a sus otros amigos. En ese momento yo no sabía para dónde”, recordó.
Como si se tratara de una pesadilla, la joven recuerda que siempre las despertaba de sus letargos, un hombre diferente y que le ponían líquidos en la boca. Poco a poco iban quedando menos mujeres en el bar. “Solo quedábamos las chicas que conocimos en Modelia, mi amiga, y yo. En otra escena vi que le ponían el celular a mi amiga en su rostro y que intentaban que ella lo desbloqueara, porque hacían que ella deslizara su dedo”.
Videos captados por cámaras de seguridad. Foto:Archivo particular
Los de la banda le daban más bebidas servidas en vasos plásticos. Parecía Coca-Cola, jugos o limonadas; lo cierto es que se los ponían a las mujeres en la boca para obligarlas a ingerir el líquido. “Yo trataba de estar consciente, pero ellos nos decían que eso nos iba a ayudar a quitarnos la borrachera”. Todas hacían caso por miedo. “Me decían que no llorara más para que nos dejaran salir”.
Sin duda fue un secuestro. Lorena y su amiga duraron unas ocho horas encerradas en ese supuesto bar, pues solo las dejaron salir a eso de las 2 de la tarde del sábado 6 de julio. “Fue angustioso cuando me iban a dejar salir solo a mí, pero yo me negué y dije que me iba con mi amiga. Es que ella solo balbuceaba. Solo quería dormir. Dejarla tirada, no, yo no quería. Entonces se miraron entre ellos y nos sacaron a empujones mientras las otras mujeres lloraban, preguntando que ellas cuándo saldrían”.
Luego de que vieron la luz, las metieron en un carro, cuyo conductor les comenzó a dar vueltas por la zona. “No nos preguntó a dónde íbamos, nada. Para nosotros es un cómplice. Nos dejó tiradas en el barrio Normandía. Allí un hombre nos auxilió y dijo que mi amiga estaba con el pantalón desapuntado”.
El ciudadano les dijo que se fueran a un hospital, pero ellas, en medio de su confusión mental, volvieron al bar clandestino. “Golpeamos la puerta y, gracias a Dios, nadie nos abrió. La señora del carro que pedimos nos dijo que ella podía llamar a la línea Púrpura”.
Ellas le comentaron todo a un policía que pasaba y este les dijo que tenían que ir a un hospital. “Nos llevaron a la Cruz Roja. Ahí nos examinaron y nos dijeron que se nos habría suministrado una alta dosis de droga psiquiátrica”.
Lo extraño es que no activaron el Código Blanco ante el inminente riesgo que corrieron las jóvenes de haber sido abusadas. “Como todo fue confusión, todavía no sabíamos todo lo que nos habían robado, ellos pensaron que estábamos ahí por sobredosis”. Cuando las jóvenes salieron del hospital y hablaron con sus amigos, ellos habían sido golpeados y botados en inmediaciones del Jardín Botánico. “En total nos habían robado a todos como ocho millones de pesos”.
Lorena fue con dos de sus amigos a un Centro de Atención Inmediata (CAI) pero nunca los ayudaron. Le dijeron, eso sí, que había un caso de un ganadero al que le habían robado, al parecer en el mismo lugar, una alta suma de dinero, unos 50 millones de pesos. “Dilataron todo y no hicieron nada. Ni siquiera mirar si había más mujeres encerradas. Eso sí, dijeron que allá atendía un hombre obeso con un tatuaje en el cuello y en el brazo que también habían visto mis amigos”.
Todos los jóvenes víctimas de este secuestro ya pusieron su denuncia en la Fiscalía General de la Nación. “Lo más grave es que no sabemos si todos los que estaban en ese bar eran cómplices o víctimas y, si es así, qué pasó con ellos”, dijo Lorena. “Sabemos por cometarios que esto mismo les ha pasado a más personas en ese lugar. Y no pasa nada”.
Lorena ha tenido graves afectaciones a su salud física y mental y esto ha afectado todos los ámbitos de su vida. “He perdido la memoria. Solo les pido a las autoridades que encuentren a estos delincuentes y a los jóvenes que eviten este tipo de situaciones”. Según los resultados de los exámenes que les fueron realizados a las mujeres, tenían una alta dosis de benzodiacepinas - oxazepa
Por su parte, los comerciantes de la zona le dijeron al concejal David Saavedra, quien denunció el caso, que los perpetradores de este delito hacen parte de un grupo delincuencial que alquila negocios para escopolaminar a sus víctimas. Por ahora se sabe que estos se dieron a la fuga luego de recoger todas sus pertenencias del lugar que usaron como trampa.
“Este escalofriante caso pone en evidencia la urgencia de una investigación exhaustiva por parte de las autoridades para asegurar que se haga justicia y prevenir futuros incidentes similares. Asimismo, pedimos la activación de una ruta de protección por parte de la Secretaría de la Mujer para estas mujeres que al parecer también fueron víctimas de abuso”, dijo Saavedra.
Las cifras
Según las autoridades, en lo corrido del presente año se han registrado 577 casos de robos con escopolamina en diferentes zonas de Bogotá. Las localidades más afectadas son Usaquén Chapinero, Fontibón y Kennedy.
Según la Policía Metropolitana de Bogotá, durante el 2023 se presentaron 2.018 casos de hurto mediante la utilización de sustancias tóxicas, siendo Chapinero la de mayor denuncia por este flagelo, con un 18 por ciento del total de estos casos. Asimismo, la mayoría de las víctimas son hombres, representando el 78 por ciento de los hechos, que generalmente transcurren en horas de la madrugada. En Kennedy, Suba, Teusaquillo y Engativá también es recurrente el delito.
Los investigadores de estos casos han logrado determinar que las criminales que participan en estos robos seleccionan a sus víctimas luego de arlos a través de redes sociales como Facebook o Tinder. Por lo general, an a extranjeros. Luego de convencerlos, los drogan suministrándoles sustancias como Benzodiazepina y Clonazepam en las bebidas, para dejarlos en estado de indefensión y hurtarles sus pertenencias como dinero, tarjetas de crédito, documentos, vehículos, dispositivos móviles, ente otros.
También suelen usar escopolamina, que es un alcaloide natural que se obtiene del procesamiento químico de las semillas de la planta conocida popularmente como borrachero o cacao sabanero, pero hoy no es la droga más usada para doblegar la voluntad de la gente y robarla. También hay que decir que muchos ciudadanos incautos son robados tras beber alcohol en exceso, al punto de perder la voluntad. Pero ahora se sabe que el delito se está reinventando y que ahora hasta planean secuestros masivos.
Los peligros para la salud
Según el toxicólogo Jairo Alfonso Téllez, quien habló con EL TIEMPO, hay varias sustancias que se están usando en las ciudades para delinquir, pero explicó que ha habido cambios significativos en los últimos años. “Antes lo que más se usaba era la escopolamina o la burundanga. Quienes las consumían perdían el o con la realidad y además, la voluntad, la capacidad de decidir por sí mismas, llevaban a los ladrones a sus casas y, posteriormente, entraban en una somnolencia profunda”. Agregó que esta sustancia fue luego mezclada con bebidas alcohólicas en las discotecas.
El experto explicó que desde hace unos cinco años estas han pasado a un segundo plano. “Hoy se utilizan las sustancias de la familia Z. Son fármacos que tienen unas propiedades muy similares a las de las benzodiacepinas, es decir, tienen un efecto hipnótico y un efecto sedante”.
Téllez dijo que hay un medicamento muy conocido dentro de los fármacos de esta familia, cuyo nombre este diario prefiere omitir, que se consigue en varias formas comerciales. “Este se puede istrar en las bebidas alcohólicas o gaseosas. Una vez se consume, sus efectos iniciales son la somnolencia progresiva y sucede 30 minutos después de tomarlo. Los efectos continúan su curso y duran entre 3 y 8 horas y el individuo queda inerme ante la acción de los delincuentes”.
Agregó que, una vez son robadas, las personas son dejadas en la calle y estas pueden deambular durante mucho tiempo en potreros, caminos o calles. “Uno de los peligros que tiene la istración de esta sustancia es que, si la persona ha bebido licor y es dejada a la intemperie, puede sufrir un choque de frío y morir bajo los efectos de una hipotermia severa”.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
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