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Entrevista
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Asesinato de periodista en Bogotá, familia rompe su silencio: ‘A mi hermano lo mataron en el momento más feliz de su vida’
Hermanos del comunicador social Jhon William Galvis Silva, de 29 años, les piden a las autoridades que capturen a los responsables del homicidio que dejó a toda una familia sumida en la tragedia.
Lucrecia Silva con sus hijos Viviana, Aldemar y sentado Jhon Galvis. Foto: Archivo particular
Jhon William Galvis de solo 29 años era el hijo menor de tres hermanos que salieron adelante en el barrio El Cortijo Sur de la localidad quinta de Usme, gracias a la valentía y el arduo trabajo de Lucrecia Silva, una mujer que quedó viuda muy joven y que trabajó de forma incansable para sacarlo a él y a sus hermanos Viviana y Aldemar adelante a través de oficio de soldar joyas.
El hombre de la casa había partido tras las dolencias de una enfermedad crónica. “Mi hermano tenía solo cuatro años cuando él murió. A mi mamá le tocaba trabajar doble turno de 6 a 10 de la noche”, contó Aldemar.
Hoy no asimila que su hijo murió, que lo mataron frente a su casa, a segundos de llegar sano y salvo al lugar donde siempre los protegió. Por eso, aún le levanta, le hace el desayuno y lo deja sobre una mesa, como esperando a que todo sea una pesadilla y todo vuelva a ser como antes.
Jhon William Galvis cuando era niño. Foto:Archivo particular
El miércoles 17 de julio John fue a trabajar como todos los días a la Empresa Férrea Regional S.A.S, adscrita a la Gobernación de Cundinamarca, desde donde laboraba hace más de dos años en el proyecto del Regiotram y Transmilenio de Soacha fases II y III. “Estaba feliz. Todos saben lo difícil que es para un periodista conseguir trabajo en lo suyo y pues él había logrado esa meta y quería entregarlo todo”, dijo Viviana Galvis, hermano de la víctima.
No podía hablar. Trataba de dirigir su mirada, ya había soltado todo lo que tenía. Yo gritaba y gritaba pidiendo ayuda, una ambulancia que lo ayudara
Realizaba una labor muy social, hablaba con la gente de los barrios donde impactarían estas obras y le fascinaba escribir porque uno de sus grandes sueños era entrar a trabajar a un periódico o a una revista.
La noche del asesinato, salió de su jornada laboral hacia el gimnasio, pues llevaba una vida muy saludable que incluía ejercicio diario y muy buena alimentación. “Al salir del gimnasio tomó el Transmilenio, llegó al portal de Usme y tomó un alimentador que lo dejó a media cuadra de la casa como siempre. En los videos se ve que estaba muy tranquilo”, contó Aldemar.
Justo cuando estaba abriendo la puerta de la casa fue interceptado por dos extraños que se movilizaban en una motocicleta. El que estaba como parrillero se bajó del vehículo para quitarle la maleta a Jhon. “Él se resiste, pelea, y es en ese momento cuando el piloto de la moto se baja y sin dudarlo lo apuñala directo en el corazón”.
Jhon William Galvis . Foto:Archivo particular
Desde ese momento todo fue caos. Un vecino que se percató de la situación comenzó a gritar y pronto muchos más comenzaron a salir de sus casas. Pero, cuando Viviana lo vio, entró en shock. Estaba tendido en el andén y sus ojos aún estaban abiertos. “No podía hablar. Trataba de dirigir su mirada, ya había soltado todo lo que tenía. Yo gritaba y gritaba pidiendo ayuda, una ambulancia que lo ayudara”.
Cuando yo lo vi dije: Dios santo, a mi hermano me lo mataron. Estaba conectado a un ventilador, era lo único que lo mantenía vivo. Así duró por 24 horas. Murió ese mismo día a las 7:45 de la noche
Viviana, su primo y un vecino salieron en un carro rumbo al Hospital de Meissen y apenas arribaron al lugar, lo sentaron como pudieron en una silla de ruedas, pero cuando ya iba entrando al servicio de urgencias, se desgonzó. Poco tiempo después, el médico salió a dar su primer parte. No fue nada alentador. “Nos dijo que las probabilidades de que mi hermano falleciera eran muy altas, pero que, sin embargo, entraría a cirugía. Tenía una herida muy grave en el corazón”, recordó Viviana.
Tuvieron que suturarle una herida en el ventrículo izquierdo, hacerle reanimación y masajes directos en el corazón. Duró prácticamente 21 minutos en paro, sin que el oxígeno llegara a su cerebro. Ni siquiera los médicos sabían cuáles podrían ser las consecuencias de quedar vivo.
A eso de las 10 de la mañana del jueves 18 de julio, Jhon salió de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). “Cuando yo lo vi, dije: Dios santo, a mi hermano me lo mataron. Estaba conectado a un ventilador; era lo único que lo mantenía vivo. Así duró por 24 horas. Murió ese mismo día a las 7:45 de la noche”.
El calvario
Como si la muerte no fuera ya demasiada tragedia, la familia de Jhon lamentó que las autoridades no se movilizaran rápido para iniciar la investigación. “No llegaban al hospital, nadie nos informaba nada, como si el asesinato no fuera algo importante”, contó Viviana.
Por eso comenzaron a conectarse con varios medios de comunicación, los mismos a donde el joven siempre soñó trabajar para que, por lo menos, los escucharan. “Nos atormentaba que fuera solo un número más en las estadísticas de homicidios en Bogotá, una ciudad que no tiene pasos seguros”. Ahí fue cuando comenzó a moverse un poco más la investigación y cuando el mismo gobernador de Cundinamarca instó a las autoridades a acelerar la búsqueda de los criminales.
Velatón por Jhon William Galvis. Foto:Archivo particular
Jhon era la única compañía de su mamá, pues sus hermanos ya se habían ido de la casa a formar sus propios hogares. “No es porque fuera mi hermano, o porque esté muerto, pero mi era un ser maravilloso”.
Era un furibundo hincha del equipo capitalino Santa Fe y de la Selección Colombia. Incluso lloró cuando perdió contra Argentina en la Copa América. “Ese día me llamó y me abrazó de lo triste que estaba”.
Todos crecimos en el barrio donde lo mataron y nunca nos dejamos guiar por malas influencias. Mi hermanito siempre quiso salir adelante y es traumático saber que le quitaron la vida en su momento más pleno, más feliz
Los hermanos de la víctima contaron que leía mucho y que Jhon siempre fue un joven sano que no se dejó llevar por las malas influencias de un barrio atiborrado de problemáticas sociales. “Todos crecimos en el barrio donde lo mataron y nunca nos dejamos guiar por malas influencias. Mi hermanito siempre quiso salir adelante y es traumático saber que le quitaron la vida en su momento más pleno, más feliz”.
Por eso es que esta familia vive en medio de un calvario, pues siente que le arrebataron la vida a un ser bueno que no le hacía mal a nadie. “Yo soy profesora en un colegio de niños muy pobres. Mi hermano me había ayudado a conseguirles uniformes. Tratábamos de cambiar las injusticias de esta sociedad”.
Jhon también disfrutaba de la labor social en su trabajo, pues acompañaba a muchas familias y les comunicaba todos los planes de la empresa en donde trabajaba. Era Periodista y Comunicador social de la Universidad Los Libertadores y estaba a punto de terminar una especialización en Gerencia Social.
Bogotá, señor alcalde, no es segura. No queremos más policías, queremos que no maten a más jóvenes inocentes. La violencia en las calles está peor y de nada nos sirven las capturas cuando ya una vida se ha perdido.
Quería seguir estudiando, viajar por el mundo y darle gustos a su mamá, la mujer que más amaba. “Yo creo que él se murió con el dolor de dejarla sola, porque él era su compañía”. Hoy ella no ha tenido acompañamiento psicológico y actúa como si su hijo estuviera vivo. “Trata de sobrellevar las cosas, pero no es nada fácil”, dijo Aldemar.
Esta familia le pide al alcalde, Carlos Fernando Galán, que priorice aún más la seguridad. “Bogotá, señor alcalde, no es segura. No queremos más policías, queremos que no maten a más jóvenes inocentes. La violencia en las calles está peor y de nada nos sirven las capturas cuando ya una vida se ha perdido. Muchos salimos a trabajar y compramos nuestras cosas confiados en que hacemos las cosas bien. Solo por eso nos quitan lo más preciado: la vida”.
Muchos salimos a trabajar y compramos nuestras cosas confiados en que hacemos las cosas bien. Solo por eso nos quitan lo más preciado: la vida
La comunidad del barrio siente que solo falta que los ladrones y asesinos los saquen de sus casas, porque todos los días los ven probando llaves a ver cómo se entran a robar. “Somos de esas familias que se la pasan luchando en una sociedad enferma, sin caer en vicios, sin dañar a las personas como sí lo hicieron los asesinos de mi hermano, los mismos que tienen que pagar por lo que hicieron”.