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Así desactivan los explosivos que quedan después de protestas en universidad Nacional
Han llegado a retirar hasta 30 papas bomba luego de disturbios en Bogotá. Así es su día a día.
Varios encapuchados enfrentan a esta hora al Esmad de la Polcia en la Carrera 30 a la altura de la Universidad Nacional. Foto: Cesar Melgarejo. EL TIEMPO
Normalizar que en las protestas se utilicen artefactos explosivos que pueden matar a policías, civiles, manifestantes y que nadie haga nada es difícil de entender. Eso dicen Nelfy Yolima Villalba y Hélver Alcides Nope, de la Unidad Antiexplosivos y Antiterrorista de la Policía Metropolitana de Bogotá.
Saben que cada vez que hay una alteración del orden por ‘encapuchados’ tienen que esperar a que ellos hagan la seña del fin de la confrontación. Ahí es cuando ponen su dedo índice derecho bajo la mano izquierda, como si fuera un juego.
Luego, los técnicos, que han tenido que ver sin filtros los estragos que causan los explosivos, tienen que entrar a la escena a recoger hasta 30 papas bomba sin explotar. El riesgo, dicen, es latente para los ciudadanos.
Esas papas matan y lesionan de gravedad. La última de las víctimas es Jhon Rodríguez Sandoval, el policía herido en los disturbios en la Universidad Nacional cuando fue herido en el cuello. “Yo llevo ocho años en esta labor y aún no entiendo por qué nos atacan a nosotros si venimos de familias humildes que llegamos a la ciudad a buscar un mejor futuro”. Hoy sienten que por el simple hecho de portar el uniforme están en riesgo y son objetivos.
Ellos han notado que este año las sublevaciones ya no son solo los jueves y los viernes, pues han tenido que atender escenas otros días de la semana. “Preocupa que hemos tenido que desactivar hasta 30 papas bomba de la calle, en sitios donde un niño o cualquier ciudadano puede estar en riesgo”. Lo hacen con agua, pues las sustancias usadas para fabricarlas son ultrasensibles. Están hechas para que, al menor roce, exploten.
Nelfy Yolima Villalba y Hélver Alcides Nope, de la Unidad Antiexplosivos y Antiterrorista de la Policía Metropolitana de Bogotá. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
“Todo lo consiguen fácilmente en el mercado, incluso en una ferretería”, contó Hélver. Les preocupa que, además de las sustancias con las que fabrican estos explosivos, las refuerzan de ‘arandelas’ que las hacen más letales. “En las últimas protestas encontramos piedras de río y bolas de cristal. Esto genera más fragmentación. También les ponen tornillos, tuercas, monedas y hasta pedazos de tabletas. Todo muy letal para la vida de una persona. Lo hacen con la intención de lastimar”, dijo Nelfy.
Ella recuerda claramente la última protesta. “Estábamos en el servicio con la Presidencia, ese día estuvo movido. Primero nos reportaron que un hombre había tirado una maleta en un establecimiento, en el sur de Bogotá, gracias a Dios era una falsa alarma, y luego, cuando nos íbamos para el Comando Aéreo de Transporte Militar (Catam) nos dijeron que habían herido a unos compañeros en la Nacional.
Cuando llegamos ya se lo habían llevado en una ambulancia”. No tenían otra opción que esperar a que parara la confrontación para hacer su trabajo. “Tenemos familia, hijos, y debemos proteger nuestra vida, ante todo. Eso es lo que la gente no entiende”.
Ese día llegó una patrulla de apoyo, había más de 30 artefactos por el suelo que no habían explotado. “Calcule la letalidad del ataque”, dijo Nelfy. Lejos de lo que mucha gente piensa, ellos sienten miedo porque saben las consecuencias de un explosivo en el cuerpo humano. “Hemos estado pensando en cómo va a quedar mi compañero”. Saben que las consecuencias no solo serán físicas, sino mentales.
Chalecos antiexplosivos. Foto:Secretaría de Seguridad
Contaron que en una ocasión un solo fragmento de una papa bomba que se incrustó en la cabeza de un compañero evolucionó hasta convertirse en una enfermedad mental. “Comenzó con dolores de cabeza y luego se volvió loco”. La situación es tan absurda en esas protestas que cuando conversan con los estudiantes dicen estar agotados de interrumpir sus clases por estos eventos.
Nelfy y Hélver conocen el poder de los explosivos, tienen en sus recuerdos el atentado a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, que dejó 22 muertos y 89 heridos en 2019; han acompañado el sufrimiento de las familias de sus compañeros asesinados, los técnicos antiexplosivos William Bareño y David Reyes, en el atentado terrorista del 14 de diciembre de 2021, en el aeropuerto internacional Camilo Daza, en Cúcuta, y han atendido casos en los que a los ‘encapuchados’ se les explotan los artefactos en sus casas.
En marzo de 2012 fue noticia la muerte de tres universitarios en Suba luego de una poderosa explosión que se presentó cuando manipulaban papas bomba en una vivienda.
Palos, piedras, machetes y papas bomba fueron utilizados por los encapuchados, que entraban y salían de la Universidad Nacional, para arremeter contra los de la Unidad Nacional de Diálogo y Mantenimiento del Orden (Undmo), el pasado 8 de junio.
En un video quedó registrado cómo una papa bomba explotó en la cara del oficial Jhon Rodríguez Sandoval.
Él sigue en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de la Policía y su pronóstico de salud es reservado. Rodríguez, de 31 años, es de Ciénaga, Magdalena, y lleva nueve en la institución.
Con pronóstico reservado y en una Unidad de Ciudados Intensivos amanece el policía que resultó gravemente herido en su cabeza tras ser atacado por una papa bomba en los desmanes de la Universidad Nacional. El impacto destrozó el casco del uniformado. Las autoridades ofrecieron 20 millones de pesos como recompensa para dar con el paradero de los responsables de este hecho. Foto:EL TIEMPO
La escena
Estos dos técnicos antiexplosivos se ponen toda su indumentaria antes de entrar a una escena luego de una revuelta.
Después recogen todas las muestras posibles, son fundamentales para proceder a capturas y, con el tiempo, una judicialización. “Lo hacemos todo para llegar con pruebas técnicas a los casos. Tenemos equipos para saber qué sustancias químicas se utilizaron.
Siempre estamos perfeccionando las técnicas porque estas personas están incurriendo en terrorismo, lesiones personales u homicidio si le causan la muerte a una persona. Siempre dejan secuelas graves. Todo eso se lo tenemos que explicar a los fiscales y jueces”, manifestó Nelfy, quien dice que el antiguo Esmad siempre ha evitado la confrontación. Pero de eso se trata el ‘juego’, de instigarlos, agrega.
Otro artefacto letal son las incendiarias, que no son más que combustible dentro de una botella y un pedazo de trapo. Las lanzan con el propósito de que caiga encima de un objeto o, peor, de un ser humano. “Los policías tienen trajes antiinflamatorios, pero si estas caen encima de un civil, es mucho más grave”. Los ‘encapuchados’ han llegado a usar tubos para lograr más alcance o, incluso, mezclar el combustible con otras sustancias para que el fuego se adhiera a la ropa.
Eso pasa mucho en la Universidad Distrital. “Sobre la Circunvalar el tema es muy peligroso porque un carro puede pasar por encima de un explosivo”. Los técnicos siempre van en compañía de sus perros, fieles aliados, porque con su olfato están preparados para dar la señal positiva si detectan explosivos. “Últimamente, tiran objetos al comercio, pero, la mayoría de las veces, es para generar terrorismo. Los canes nos ayudan a detectar cuando hay una verdadera amenaza”, dijo Hélver. Claro, también tienen robots y cada cinco años perfeccionan sus trajes. De las escenas también retiran municiones sin explotar.
Apenas se acaba la contienda entran a trabajar los antiexplosivos. Foto:Archivo particular
Bogotá es una ciudad de alarmas, pero un buen porcentaje de estas no pasan de la amenaza. “Lastimosamente, en otras la carga explota y es cuando los terroristas utilizan técnicas especializadas para detonar y lograr mayor alcance y letalidad”, dijo Hélver.
Pese a los antecedentes, los ciudadanos aún se quedan como espectadores cuando hay amenazas o incluso se atreven a pegarles patadas o agua a los objetos sospechosos, por no decir que algunos intentan abrirlos. “Los técnicos tenemos como ley no mirar las cargas, porque entonces la carga te va a mirar a ti. Cuando hay una explosión todo lo que está cerca de una persona es material letal por la onda expansiva. Lo único prudente es llamar a la Policía. Un explosivo puede estar en un extintor, una maleta, un oso de peluche, en cualquier objeto que lo contenga”, dijo Nelfy.
Los explosivos evolucionan a la par de la maldad del hombre. “La incendiaria pasó a ser un coctel molotov con un mecanismo para retardar su activación para cuando pase cerca el objetivo. Es terrible”, contó Nelfy. Sin hablar de que se han visto casos de papas bomba con materia fecal para generar gangrena a través de la herida a la víctima.
Ellos tienen un mensaje claro con los manifestantes. “La guerra no es contra nosotros. Casi todos los policías fuimos jóvenes sin recursos, hijos de campesinos, sin oportunidades, que encontramos en la institución una oportunidad. Una cosa es imaginar una explosión y otra procesarla. Ni ellos ni nosotros queremos morir y que nuestras familias nos vean con una bandera de Colombia encima”.