*Jacobo nunca se casó ni tuvo hijos, pero siempre contó con la compañía de su hermana y de su sobrina, Clara, con quienes pasó la mayor parte de su vida. “Vivimos juntos, como una linda familia, pero, hace seis años, él empezó a tener episodios de depresión. Lo venían tratando en una clínica y se estaba tomando sus medicamentos”.
La familia cuenta que a raíz de la pandemia y a los contagios por covid-19 el problema del adulto mayor se exacerbó así como los días y las noches sin poder conciliar el sueño. Un día llegó la crisis y comenzó a tener ideación suicida. “Para ese momento, ya le habían diagnosticado Alzheimer en estado tardío”, contó Clara.
Muchas cosas vividas en la infancia y la imposibilidad de obtener una pensión habían disparado una crisis en el tío de Clara que, juntos, en familia, estaban tratando de superar. “Un día mi mamá me llamó como a las 7:30 de la mañana y me dijo que él estaba muy mal y que solo hablaba de morirse. Nos tocó llamar a una ambulancia para que lo atendiera”.
Finalmente, cuando arribaron los paramédicos todos se fueron rumbo al hospital Simón Bolívar en pleno pico de la pandemia. “Mi tío estaba consciente pero sí lo notaba muy ansioso. Ya en el hospital lo tuvieron que sujetar de sus extremidades para evitar algún incidente”.
Cuando el paciente de 73 años fue valorado por el área de psiquiatría le dijeron a la familia que lo mejor era internarlo por unos días en la clínica Fray Bartolomé de las Casas. “Eso ocurrió un jueves a las 7 de la noche. Debo decir que el ingreso fue bueno y que, en ese momento, nos dieron información de los días de visita y el teléfono en donde daban información a los familiares. Luego fue cuando comenzó el calvario con mi tío”, contó Clara.
Los agentes que trabajaban en las líneas de atención no le daban información completa a Clara y a su mamá argumentando que ella era sobrina y que solo se les daba datos a parientes más cercanos. “No entendían que él vivía con nosotras. Nos comenzaron a limitar mucho la información. El fin de semana siguiente no nos lo dejaron ver”.
Para el lunes, aunque les habían solicitado elementos de aseo para el paciente, los privaban de visitarlo. “Me tocó poner una queja en la Superintendencia y después de eso una médica de la clínica nos llamó en unos términos muy odiosos a decirnos que mi tío no estaba para recibir visitas. Ahí tratamos de entender sus argumentos, que le estaban reajustando las dosis de medicamentos, y nos calmamos, pero luego nos enteramos de que le habían quitado todos de forma abrupta”.
Cuando por fin la familia pudo visitar a Jacobo lo encontró totalmente enajenado de la realidad. “La información sobre su situación era muy vaga. A través de os con médicos yo traté de averiguar más sobre su diagnóstico, pero incluso ellos me decían que en esa clínica paciente que entra, paciente del que no se vuelve a saber nada, que esa clínica es hermética”.
Clara dice que el personal es altanero y que un día llegaron a decirle que su mamá había llamado en los peores términos a averiguar por el paciente. “Yo les dije que tenía grabadas todas las conversaciones y que eso era una mentira. Ahí le bajaron al tono y dijeron que solo me iban a dar información a mí”.
Diez días después de que el adulto mayor fue internado llamaron a la familia a decirle que este había tenido un episodio convulsivo y que lo habían trasladado al hospital Simón Bolívar. “Allá le hicieron una resonancia cuyos resultados nunca me los entregaron argumentando que yo era sobrina y no hija. Luego las pocas veces que vimos a mi tío comenzó a delirar con temas que jamás en la vida habían salido de su boca”, contó Clara.
La familia dice que Jacobo comenzó a decir que lo iban a condenar porque el homosexualismo era un pecado y que por eso se iba a quemar en el infierno. “Él comenzó a delirar con unos temas relacionados con sexo que jamás en la vida había dicho. Él es un hombre muy respetuoso y prudente y nunca había hecho alusión a esos temas. Luego, cuando mi primo fue a visitarlo, le vio una laceración en sus rodillas, unas heridas abiertas, pero como no dejan entrar celulares no se pudieron tomar fotos. El argumento en la Fray es que lo habían tenido que amarrar porque se había puesto muy agresivo”.
Luego la atención siguió siendo muy mala en términos de información del paciente. “Muchas veces nos entregaban ropa mojada que no era de él. Abríamos la bolsa y salía un olor nauseabundo. Una vez botamos todo a la basura del asco. No podíamos creer que una clínica hiciera eso. Luego les dije que si mi tío requería pañales por qué no nos habían dicho”, contó Clara.
Para el 12 de mayo llamaron a la familia y les dijeron que estuvieran preparados porque ante un posible caso de covid era posible que le dieran salida a Jacobo. “Me angustié porque no teníamos listo un hogar geriátrico. Él iba a salir con la necesidad de atención 24/7. Yo les dije eso y la respuesta fue que si yo no iba por él era abandono hacia el adulto mayor. Todo era en esos términos con ellos”.
La familia logró conseguir un hogar y, cuando lo recogieron, Jacobo estaba lúcido y ya no hablaba las incoherencias sexuales que tanto sorprendieron a la familia, pero algo los alertó. “Cuando mi primo fue a verlo lo sacó de la habitación. Comenzó a tener un rechazo inusual ante los hombres. Al día siguiente, desde el hogar, nos llamaron y nos dijeron que mi tío tenía laceraciones abiertas en las pantorrillas y que lo tenían que tratar con antibióticos y unas cremas”. Cuando, con fotos en mano, reclamaron a la clínica, la respuesta fue que el paciente se había tornado agresivo.
Días después el personal del geriátrico informó a la familia sobre comportamientos depresivos en el paciente. “A él se le notaba con mucho temor, con miedo, a pesar de que se estaba recuperando. Por eso cuando yo lo visitaba trataba de que él me contara qué le había pasado”.
La revelación
Clara recuerda aquella visita en el geriátrico con mucho dolor. “Yo le preguntaba con mucho cariño que me dijera el porqué de su tristeza hasta que, luego de muchos silencios, me dijo que a él lo habían violado en la clínica Fray Bartolomé de las Casas. Yo le pregunté que quién y él me dijo que no sabía si había sido un enfermero o un paciente con bata de enfermero”.
El adulto mayor tiene entre sus recuerdos que estaba descansando en su habitación, recostado en su cama, y que alguien entró, lo amarró y lo sometió. “Su relató me impactó porque tenía miedo de que por su condición no le fuéramos a creer”. Les dijo que en las noches, llegaba a su mente ese recuerdo y que no lo dejaba descansar.
La familia le dijo que, por favor, le confiara a su psicólogo y psiquiatra lo que le había pasado, nunca dudaron de su testimonio, pero era responsable que lo escuchara un especialista. “Al comienzo nos dijo que no, le tenía pavor al escarnio público, tenía el comportamiento típico de una víctima, decía que lo iban a culpar pero luego accedió”. El experto le dio toda la credibilidad al testimonio, tenía todas las características de ser una víctima de abuso.
La familia radicó la denuncia en la página de la Fiscalía General de la Nación pero, hasta el momento, solo les han informado el número del radicado y no les han avisado sobre ningún avance en la investigación. “Después de eso mi tío ha tenido que tener muchas intervenciones médicas, quizás las pruebas ya no existan y solo quede su testimonio, pero, como familia, queremos denunciar para que alguien vigile estos sitios y no se vuelva a presentar algo así. Él se está recuperando, pero se llevará ese dolor en su alma”, dijo Clara.
La familia dice que cuando se asiste a un centro médico sin importar su índole la idea, nunca, es salir peor. “Es inconcebible que uno salga más lastimado de lo que entró. Con las personas con crisis mentales hay un agravante y es que las tratan con incredulidad cuando denuncian estas cosas. Sé que vamos a sentir una sensación de impunidad cuando nieguen esta denuncia pero como familia creemos que es una obligación moral”, concluyó Clara.
Alerta ante tantos casos
La Subred Integrada de Servicios de Salud Norte ESE rechazó cualquier forma de violencia y vulneración de los derechos de los pacientes y manifestó su disposición para que se realicen las investigaciones pertinentes por parte de las autoridades competentes.
Se han activado todos los protocolos de atención que se tienen previstos para este tipo de situaciones. La Subred notificó el caso de un menor abusada, también denunciado por este medio, a la Secretaría Distrital de la Mujer para que la acudiente pudiera ejercer su derecho a la denuncia.
Frente a este caso la Fiscalía informó en días pasados que presentó ante un juez de control de garantías al médico Néstor Coutín, quien habría abusado de una de sus pacientes mientras estuvo interna. Se le imputó el delito de carnal violento.
La entidad también informó que se brindó apoyo permanente y de carácter interdisciplinario tanto al paciente como a su familia. Así mismo, se informó y se prestó asesoría a la acudiente del paciente frente a los canales de denuncia como la Fiscalía General de la Nación y la Línea Púrpura. “La Subred viene realizando acciones preventivas mediante capacitación, socialización de protocolos, guías y fortalecimiento en identificación de situaciones de riesgos en relación con diferentes tipos de violencias hacia nuestros pacientes”.
*Nombres cambiados por solicitud de las víctimas.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ