En cinco años, 314 colegios han cerrado en Bogotá y ya se registran traumatismos en los establecimientos que reciben a estos alumnos

Diana, estudiante de noveno grado, les ha venido contando a sus padres que desde que los alumnos de un colegio privado que cerró por líos económicos y presupuestales llegaron a su salón, todo ha cambiado. Los problemas de acoso escolar aumentaron, el ambiente es pesado, pues los salones se dividen por bandos y hay evidentes diferencias académicas que propician que se trunque el ritmo de estudio.

El problema, obvio, no es de los jóvenes que tienen el derecho a la educación y a ser recibidos en otros colegios, pero la pregunta de fondo es si la comunidad académica está preparada para recibir a esta población sin que se generen traumatismos. 

Según cifras de la Secretaría de Educación de Bogotá (SED), sacadas del Directorio Único de Establecimientos Educativos (DUE) desde el año 2020 hasta el 2024 ya han cerrado en la capital 314 instituciones privadas y, en cuanto a colegios oficiales, en los últimos cinco años, solo se tiene uno, cuyo proceso de cierre istrativo se está llevando a cabo. Se trata del Centro Educativo Distrital, El Manantial, de la localidad de San Cristóbal, dado que para este año no tuvo matrícula.

Lo primero que hay que entrar a analizar es cuáles son las razones que han generado esta crisis. Según la SED, los cierres de privados son decisiones independientes y autónomas de ellos, pues operan bajo su propia gestión financiera y istrativa. “Como prestadores de un servicio público, las instituciones privadas tienen la responsabilidad de garantizar su sostenibilidad”. Dada la crisis, la SED acompaña y promueve la articulación en el sector, al igual que brinda asistencia técnica a colegios, con el fin de contribuir al mejoramiento de sus acciones. 

Aunque la entidad dice no disponer de datos detallados año a año sobre las razones de los cierres en los distintos periodos mencionados, lo que sí aseguran es que pueden estar relacionados con la caída de la tasa de natalidad, los efectos de la pandemia o la adaptación a cambios del mercado, entre otras.

En relación con el cambio demográfico, según el Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane), entre el 1.º de enero y el 30 de abril, el país ha registrado la cifra más baja de nacimientos en comparación con años anteriores, lo cual representa una reducción del 14,6 por ciento en el volumen de nacimientos respecto al mismo período del año anterior y esto afecta directamente las matrículas de los colegios, ya que la disminución en el número de nacimientos reduce la demanda de servicios educativos. 

El Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana hizo un análisis de las proyecciones poblacionales y estadísticas vitales del Dane, y del Sistema Integrado de Matrícula (Simat) del Ministerio de Educación Nacional para indagar sobre la situación y relación entre el cierre de colegios y la transición demográfica nacional en los últimos años, principalmente para el periodo 2010-2023.

En cuanto al cierre de establecimientos educativos, los investigadores encontraron diversas fuentes de información que indicaron el número de colegios cerrados, inactivos o liquidados. Una de las fuentes, a partir de un derecho de petición al Ministerio de Educación (MEN), reportó que, en los últimos seis años, 6.263 sedes educativas han cerrado, de las cuales, 2.446 (el 39,1 por ciento) son privadas y 3.817, el 60,9 por ciento, son oficiales. “Esta cifra representa cerca del 12 por ciento con relación al universo de sedes educativas en el país. Pero esta cifra no llega a la del 2021, época de pandemia, que registró la mayor cantidad de colegios cerrados en el periodo”. 

También se halló que en el 2023 se registró la cifra más baja de nacimientos en Colombia de los últimos doce años, con 510.748, lo que representó una caída del 11 por ciento frente al 2022, pero del 24,5 por ciento al compararlo con el 2012. “Además, al analizar las proyecciones poblacionales, mientras que en la década de los 50 y 60 el 20 por ciento de la población en Colombia tenía menos de 6 años, para el 2024 tan solo el 8,4 por ciento hace parte de ese rango etario; y, mientras que en el 2000 el 35,9 por ciento de la población nacional tenía 16 años o menos, para el 2024 este porcentaje se redujo en 11 puntos porcentuales, alcanzando tan solo el 24,9 por ciento. Para 2070 se proyecta que la participación se reduzca al 13,9 por ciento.

Por el lado de la matrícula en educación preescolar, básica y media en 2023, se ubicó en 9,5 millones (la más baja del periodo), representando una caída del 1,9 por ciento con respecto al 2022 (que se ubicó en 9,7 millones), la reducción más alta de los últimos años.

Por otro lado, los analistas encontraron que, con base en el Censo de Educación Formal C600 del Dane, el número de sedes educativas entre el 2019 y 2023 se redujo un 0,7 por ciento, equivalente a 379 sedes educativas menos. Asimismo, analizaron el número de sedes, según novedad registrada de “inactivas” o “liquidadas”, y notaron que en el 2023 había al menos 3.021 sedes educativas que no se encuentran funcionando, de las cuales, 1.033 son no oficiales (el 9,8 %) y 1.988 oficiales (el 4,4 %).

“Si hay menos nacimientos en el mundo, hay menos niños y niñas, lo que impacta en una menor demanda educativa, reducción de la matrícula, afectación en los ingresos de los establecimientos educativos, que, finalmente, se traduce en cierre de colegios en algunos casos. Bajo este panorama, es importante que el sistema educativo se prepare ante los diversos retos y oportunidades que traiga este fenómeno”, afirma Gloria Bernal, directora del LEE de la Javeriana.

Todo este panorama y los cambios en la forma de percibir o concebir la educación tradicional por parte de los padres de familia ha venido produciendo una situación difícil para los establecimientos educativos, pues, sin dudas, los ingresos obtenidos por matrícula y otros servicios se han reducido ante la menor demanda educativa. Cuando estas se convierten en recurrentes o de largo plazo, obliga al cierre del establecimiento.

“Este cierre produce efectos negativos directos como el hecho de que parte o todo el personal docente y istrativo quede desempleado o, en el mejor de los casos, sea reubicado; así como indirectos como el que tendrá niños, niñas y adolescentes que están dentro del sistema educativo, en el sentido de que, si no existe otro establecimiento similar o cercano al lugar de residencia del estudiante, estos presenten altas probabilidades de no volver al colegio y, con ello, se incremente la deserción escolar”, se lee en el informe.

Otras posibles razones detrás de los cierres son los fenómenos migratorios, ya sea por aspectos socioeconómicos o problemas de seguridad asociados al conflicto, y la preferencia por otras instituciones o modalidades, como la educación en casa o homeschooling.

Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE), de la Universidad Javeriana, indicó que algunas de las posibles recomendaciones para esta problemática que se pueden plantear a la luz de esta tendencia dentro del sistema educativo son a nivel de revisión de las políticas educativas que se implementan, de adaptación curricular, estrategias de retención, colaboración interinstitucional y monitoreo y seguimiento permanente.

La experta añadió que en las fusiones de colegios, donde estudiantes se trasladan de un plantel a otro, suele ser necesario reestructurar instalaciones y aulas, así como establecer planes y estrategias previas. “Es fundamental dialogar sobre las culturas organizacionales de cada institución para identificar puntos de encuentro y posibles diferencias, anticipando así los principales desafíos y soluciones”.

Durante esta etapa previa, explicó, es crucial identificar los retos específicos que enfrenta cada institución y desarrollar un plan de acción para abordarlos. También es recomendable fomentar actividades que involucren a toda la comunidad, más allá de lo académico, para crear encuentros regulares entre directivos, docentes y estudiantes. “Estos espacios facilitan el conocimiento mutuo, ayudando a identificar fortalezas y áreas de mejora en cada grupo y a prevenir posibles inconvenientes”.

Añadió que es clave mantener una comunicación abierta con las familias, informándolas sobre los cambios y el rol que se espera de ellas en la transición. “Este diálogo es igualmente importante cuando ingresan nuevos estudiantes al colegio, incluso fuera de un contexto de fusión”.

Bernal concluyó que en estos procesos, contar con personal de apoyo psicosocial, aunque sea temporal, resulta esencial para facilitar la adaptación de los estudiantes a las nuevas circunstancias. Es igualmente importante tener comunicación constante con las familias o cuidadores, realizando un seguimiento durante la etapa de integración. También, brindando el apoyo académico necesario, como nivelaciones, si fuese preciso.

CAROL MALAVER

SUBEDITORA BOGOTÁ

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