Cerro Seco, una montaña de Ciudad Bolívar cubierta por un semidesierto y un bosque enano, fue el primer amor de Marcela Ruiz. Desde niña, su corazón se aferró a los árboles pequeños, plantas espinosas, gramíneas y pastizales de este ecosistema subxerofítico del barrio Arborizadora Alta.
Allí habita la alondra cornuda (Eremophila alpestris peregrina), subespecie endémica de las zonas secas del altiplano cundiboyacense que está en peligro de extinción.
Marcela presenció cómo la riqueza biodiversa del lugar empezó a palidecer por una cantera que extraía arenas. “La montaña perdió su verde y muchos animales se fueron del sitio”, recuerda esta madre de un menor de 10 años. Esa hecatombe la motivó a estudiar Licenciatura en Biología en la Universidad Pedagógica, donde conoció a su gran amor: Marco Salazar.
Mientras el amor florecía, la pareja se trazó un proyecto: hacer educación ambiental a través del arte. Marco es experto en dibujar, pintar e ilustrar, y a Marcela le apasiona el tejido.
El primer paso fue participar en la línea de bioarte del semillero de investigación de enseñanza en biología y diversidad cultural de la universidad.
“No queríamos algo tan disciplinado y basado en números. Nuestro ideal era trabajar en algo más sensible y así llegarle a mucha gente”, indica Marcela.
Es un homenaje
Hace tres años, durante la pandemia, Marcela y Marco le dieron vida a Sustrato Artesanal, emprendimiento que tiene a la biodiversidad de Colombia como protagonista.
“Empezamos a hacer agendas con ilustraciones, tejidos e historias de varias especies de la fauna y flora de Bogotá, como la alondra cornuda y el copetón”, cuenta la pareja. Luego comenzaron a elaborar aretes, pines, prendedores, stickers, postales y mapas inspirados en más especies de la fauna y flora del país.
“En la universidad viajamos mucho la Amazonia y pudimos conocer la biodiversidad y hablar con las comunidades indígenas”, dice la mujer. El catálogo está conformado por 60 especies de la flora y fauna del país, un número que crece seguido porque elaboran las plantas y los animales que les pide la ciudadanía.
“El único requisito es que sean de la biodiversidad colombiana. Jamás vamos a hacer arte con especies invasoras como los hipopótamos”, insiste.
Los aretes y pines son elaborados con un aglomerado de material reciclado (tipo MDF 2,5). También utilizan resinas artesanales, hilos naturales y pinturas menos ácidas.
“Somos un emprendimiento familiar donde participan mi hijo, hermana, padre y madre. Por ejemplo, mi papá hace los domicilios de los encargos y mi hijo nos ayuda a hacer las ilustraciones en el computador”, explica Marcela mientras trabaja los bocetos de una nueva línea en la que representan seis especies emblemáticas de la fauna bogotana, entre ellas las tinguas de los humedales.
Amar lo nuestro
En un mapa de Colombia, Marcela y Marco exhiben las 60 especies de la fauna y flora nacional que hacen parte de su emprendimiento. Jaguar, nutria, guacamaya, chucha, borrachero, copetón, tortuga marina, alondra cornuda, frailejón, colibrí barbudo, tucán y perezoso son algunas de las joyas del catálogo.
La mayoría de personas se inclinan por las especies coloridas, como mariposas y colibríes. Son pocos los que piden una chucha o un manatí porque no tienen colores llamativos.
Cuando esto ocurre, les explican a los clientes la historia y el rol de dichas especies. “Eso hemos hecho con la chucha y el manatí, y poco a poco se han ganado el amor de las personas”.
Las redes sociales, como @sustrato_artesanal en Instagram, han sido las ventanas para comercializar su arte biodiverso. “Nuestro sueño es que los colombianos se enamoren de la biodiversidad colombiana a través del arte”, puntualiza Marco.
Sembrando semillas
Sustrato Artesanal también tiene una línea de educación ambiental. Esta pareja de jóvenes bogotanos realiza recorridos, talleres y actividades con el grupo Guardianes de Cerro Seco.
“Al conocer las problemáticas ambientales en la montaña, niños y jóvenes reflexionan y ayudan a cuidar el hogar de la alondra. Los hemos llevado a programas de radio de la Pedagógica para que cuenten su historia”.
Este emprendimiento trabaja un proyecto de tecnologías ancestrales sobre el tejido con la comunidad indígena ocaina de la región de la Amazonia y el Planetario de Bogotá.
Según Marcela, es un laboratorio de tecnologías ancestrales que plasma cómo los indígenas representan su cultura en los tejidos. “Busca rescatar las memorias bioculturales, prácticas, creencias y conocimientos relacionados con la naturaleza”.
Para Marco, quien es un poco introvertido, Sustrato busca hacer una pedagogía sensible hacia el cuidado de la vida. “No hacemos productos, sino creaciones que nacen desde la experiencia y el sentir con las comunidades. Llevamos el mensaje de cuidar la vida de todas las especies en general”.
Huerteros
La agricultura urbana está presente en este emprendimiento ambiental y familiar. Marcela y Marco le dieron vida a una huerta de plantas medicinales en el frente de su casa en Arborizadora Alta.
“La huerta nos ha inspirado para hacer aretes y pines con algunas especies medicinales, como la lavanda. También hacemos procesos de agricultura urbana con los niños y jóvenes de Cerro Seco para que aprendan sobre la importancia de cultivar y consumir alimentos sanos”, explica la mujer.
Sustrato Artesanal ya está siendo invitada a participar en eventos en la ciudad. De hecho, asistieron al Mercado Campesino Agroecológico del Jardín Botánico de Bogotá, encuentro donde los asistentes se declararon impresionados con el arte biodiverso de esta joven pareja.
“La gente nos compró mucho, y a todos los sensibilizamos sobre la biodiversidad de Colombia. Allí presentamos nuestra última obra: pines del clavellino o Mutisia clematis, la planta insignia del Jardín Botánico”, comentan Marcela y Marco.
REDACCIÓN BOGOTÁ
EL TIEMPO