En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
La dura historia de dos colombianas que reflejan la pobreza en el país
Ludys y Lina han vivido ‘en carne propia’ la crisis económica por la pandemia.
Al igual que muchos colombianos, estas dos mujeres perdieron su sustento económico durante la pandemia. Foto: César Melgarejo. EL TIEMPO
Indudablemente la pandemia del nuevo coronavirus ha ocasionado todo tipo de estragos, pues en lo que lleva el virus circulando en el mundo ha cobrado más de 3,17 millones de vidas, según datos oficiales de ‘Our World In Data’.
En ese sentido, los gobiernos y las autoridades sanitarias alrededor del globo han tomado la decisión de mitigar los contagios con la imposición de cuarentenas estrictas, las cuales han ocasionado fuertes impactos socio-económicos.
Colombia, al igual que casi todos los países del mundo, se vio afectada de manera importante en términos económicos, así lo demuestran datos recientes de La Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane).
Durante el 2020 la pobreza monetaria del país llegó al 42,5 por ciento, lo que representa un aumento de 6,8 puntos porcentuales en comparación a los resultados de 2019, cuando se ubicó en el 35,7 por ciento.
#Pobreza | En 2020 la incidencia de la pobreza monetaria en el total nacional fue de 42,5 %, en las cabeceras de 42,4 % y en centros poblados y rural disperso de 42,9 %.
Lo que quiere decir que 3,6 millones de personas más en Colombia cayeron en situación de pobreza, de las cuales 1,1 millones corresponden a la ciudad de Bogotá.
Pero esta cifra no es solo un número, representa las voces de ciudadanos que han tenido que modificar la vida que conocían por cuenta de la pandemia.
Ludys, una mujer de 41 años, habló con EL TIEMPO y dijo que “prefiere no acordarse” de los duros momentos que ha tenido que pasar desde que la pandemia impactó su vida.
Antes de que la alerta del virus irrumpiera la normalidad de su vida cotidiana, solía trabajar haciendo aseo en algunas casas. Pero desde marzo del año pasado, cuando se anunció la cuarentena obligatoria, sus jefes ‘suspendieron’ sus servicios.
Los trapos rojos sirven como símbolo de necesidad durante la pandemia. Foto:Carlos Ortega. EFE
Algo similar le ocurrió a Lina Manzi, de 30 años, quien también se desempeñaba como empleada doméstica y que, dadas las circunstancias actuales, es una colombiana más afectada por la llegada del virus.
Ellas son el rostro de los datos entregados por el Dane, que entre otras cosas, reportó que el año pasado terminó con 21 millones de colombianos en situación de pobreza monetaria. Además, en cuanto a pobreza extrema la situación fue más inquietante, pues 7,47 millones de personas ahora pertenecen a este grupo.
¿Pero a qué se refiere la pobreza monetaria? Este término significa que más de 20 millones de hogares no cuentan con el dinero suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. Una situación que tanto Ludys como Lina han vivido en carne propia.
Por un lado, Ludys aseguró a EL TIEMPO que “no tenía ni para pagar los servicios” y que muchas veces sobrevivió gracias a la caridad de sus familiares, pues en ese entonces vivía con su hermana y su cuñado, además explicó que, prácticamente, “comía gracias a ellos”.
En cuanto a Lina, la historia no fue muy distinta. “Tuvimos que entregar el local donde mi esposo vendía arepas” y además, se vieron obligados a cambiar de residencia y mudarse, con sus tres hijos, a un lugar más pequeño donde pudieran pagar el arriendo.
1,1 millones de bogotanos cayeron en situación de pobreza. Foto:Abel Cárdenas. EL TIEMPO
Entre otras situaciones que ambas familias tuvieron que afrontar por cuenta de la pandemia, también está el tema educativo, pues debido a los obstáculos económicos se vieron obligados a “mirar cómo solucionaban” las dificultades de conectividad, al igual que otros padres de familia.
“¿De dónde iba a sacar internet? Yo no tenía cómo pagar, la niña no tenía celular y yo tampoco, me lo sacaron de la chaqueta saliendo del trabajo”, relató Ludys a EL TIEMPO.
Esta situación dificultó que la menor, de 13 años, continuara con sus clases. Afortunadamente, una profesora de la niña, a quien la mujer describe como un ‘ángel’, les prestó un computador y una vecina les regaló un potenciador de señal de WiFi para que ella pudiese estudiar.
En cuanto Lina, la situación es un poco diferente; no cuenta con una buena conexión a internet y tampoco tiene las herramientas tecnológicas para que sus niños entreguen sus tareas a tiempo, lo que ha afectado su rendimiento en el colegio.
En la actualidad, Lina comentó a EL TIEMPO que tanto ella como su esposo trabajan como vendedores informales, “vendemos cualquier cosa con tal de poder tener un sustento económico”, afirmó.
Ludys, por su parte, vive actualmente en la localidad de Suba, además, logró recuperar su trabajo en julio del año pasado, pero sus ingresos solo le alcanzan para lo ‘justo’, aún no puede comparar algunas cosas.
“Por ejemplo, yo quisiera tener una mesa de comedor, o un televisor de esos que uno cuelga en la pared, que son bien bonitos. O cosas más sencillas, pero ¿cómo digo yo que voy a comprar un pantalón o unos zapatos para mi hija, si no tengo para pagarlos?”.
Vendemos cualquier cosa con tal de poder tener un sustento económico
En términos económicos, como muchos colombianos, ambas han tenido que aprender a limitar el poco dinero que ganan. No solo han restringido sus gastos, también se han visto obligadas a acomodarse a las circunstancias, buscando la forma de por lo menos “conseguir lo del diario”.
Estas mujeres y sus familias, son solo una pequeña representación de la nueva realidad que afronta el país, con índices de desempleo que para el mes de marzo de 2021, la tasa de desempleo es de 14,2 por ciento, lo que significó un aumento de 1,6 puntos porcentuales en comparación al mismo periodo en el 2020 y con altos niveles de pobreza.
Los vendedores informales como Lina han sido una de las poblaciones más afectadas. Foto:Cesar Melgarejo. EL TIEMPO
Ludys y Lina son solo el ejemplo de lo que han tenido que vivir cientos de colombianos en todo el territorio nacional, quienes han afrontado las medidas para mitigar los contagios poniendo en primer lugar a su familia y resistiendo a las crisis con el ‘rebusque’.
Ludys declaró a EL TIEMPO que “hay que ‘echar pa’ lante’, con ganas, todos los días. Como dicen; al mal tiempo, buena cara. Hay que seguir adelante”.
Por su parte, Lina, quien aseguró no haber recibido ayudas por parte del Estado durante la difícil situación, invitó a las entidades encargadas a que “se pongan la mano en el corazón, porque somos muchas familias las que no contamos con las ayudas”.
El estudio del Dane evidenció dramas cotidianos, pero silenciosos. Situaciones en las que muchas familias han tenido que aprender a vivir con lo estrictamente necesario, en medio de una crisis sanitaria mundial.
LAURA VALENTINA MERCADO Y ALEJANDRA OSPINA CORDERO