A Fabián Montoya le robaron el celular y la billetera el pasado 24 de julio en el barrio Camelia Norte, en Puente Aranda. Cuatro hombres en dos motos lo abordaron a él y a un amigo que lo acompañaba, y con armas de fuego y cuchillos los intimidaron y les quitaron las pertenencias.
Esta es una escena recurrente en la capital del país en los últimos meses, pero guarda detrás un fenómeno hasta ahora poco abordado en materia de seguridad.
Según cifras oficiales analizadas por el centro de pensamiento Futuros Urbanos (FU), hay un aumento considerable en el hurto de otros elementos diferentes al celular, que es el objeto más apetecido por los delincuentes. Entre ellos se destacan tarjetas bancarias, cédulas, licencias de conducción, entre otras.
En el caso de Fabián, al quitarle la billetera, los ladrones también le quitaron su cédula, la tarjeta de propiedad del carro, la licencia de conducción, dos tarjetas débito, una de crédito y una tarjeta de ingreso a su edificio residencial.
“Por la cédula pagué 52.000 pesos, tuve que ir en dos ocasiones a la Registraduría; la tarjeta del banco, gratis; la licencia de conducción me valió 150.000 pesos; la licencia del carro, 120.000 pesos; la tarjeta del edificio, 20.000 pesos y la de crédito, 17.000, más lo de transporte, parqueadero y tiempo. Ah, y el celular, 3’200.000 pesos”, relata esta víctima de la delincuencia.
De acuerdo con los datos analizados por Futuros Urbanos, hay un aumento significativo en este fenómeno si se comparan las cifras del primer semestre de los últimos tres años. Por ejemplo, en el caso de robo de tarjetas débito, mientras que en el 2019 fueron 163 denuncias, y en el 2020, 101 (cuando la ciudad estuvo en cuarentena), en el 2021 se registraron 1.035, un aumento del 535 por ciento. (Vea gráfico).
Todo ha cambiado desde que empezó la crisis sanitaria, por lo que se debe comprender las nuevas dinámicas de los grupos delincuenciales
Situación similar ocurrió con el hurto de licencias de conducción, que registró 51 casos en el 2019 y este año se presentaron 602, 551 más, y de las cédulas, que pasaron de 1.471 a 2.848 en el mismo periodo.
“El robo de documentos es para suplantar la identidad, estamos cerca de la época de fin de año y están usando esos datos –como lo hacían antes con la copia de la cédula para sacar planes de celular– para transacciones fraudulentas, para poner en venta un vehículo, y como estrategia amplia de estafa”, explicó el analista en temas de seguridad ciudadana Johan Avendaño.
Pese a esta opinión y a los datos de Futuros Urbanos, Andrés Preciado, investigador y docente de la Universidad Eafit, advierte que estas estadísticas deben mirarse con cuidado. “Hay deficiencias para entender esto desde lo estadístico. Es que a través de los bienes no se puede ver de manera clara el número de hechos, porque son bienes hurtados, no número de casos, entonces en un mismo evento se pueden hurtar varios tipos de bienes”, señaló.
Lo cierto es que esta variación en los indicadores de seguridad hace parte de los efectos de la pandemia del covid-19. Lo mismo ocurrió con los horarios en los que atacan los delincuentes, que han variado considerablemente. Cifras de la Secretaría de Seguridad muestran que en el 2019 la mayoría de hurtos ocurrió entre la medianoche y las 3 de la mañana, y en el 2021 la hora elegida por los delincuentes ha sido entre las 6 y las 9 de la noche.
El crimen cambió
“La delincuencia también tuvo que adaptarse a la nueva normalidad. Cambios en los patrones de movilidad, en el transporte público y en la vida nocturna. Pero ahora que ya estamos regresando de nuevo a la cotidianidad, con más gente en oficinas, las universidades poco a poco abriendo y la rumba nocturna también, los delincuentes volverán a adaptarse, pero con más violencia y mayor uso de armas de fuego”, señaló Ómar Oróstegui, director de FU.
Entre tanto, el secretario de Seguridad de Bogotá, Aníbal Fernández de Soto, habló sobre las acciones que están implementando para contener el hurto a personas y explicó que esta situación de seguridad no solo se vive en Bogotá, sino también en otras ciudades del mundo. “Todo ha cambiado desde que empezó la crisis sanitaria, por lo que se debe comprender las nuevas dinámicas de los grupos delincuenciales, cómo están operando, su composición y la manera en la que interactúan con el territorio”, dijo el funcionario.
“Esa comprensión nos permite tener información precisa para tomar decisiones de acción para intervenir los recursos y bienes producto de actividades ilegales y para desmantelar las organizaciones delincuenciales que las controlan. Con esa intervención generamos confianza en la ciudadanía a través de la acción articulada de las entidades del Distrito con la Policía Metropolitana y la Fiscalía para consolidar el control del delito, no solo lo relacionado con el robo de tarjetas de crédito o débito, sino con cualquier hecho que afecte la tranquilidad y la seguridad de los ciudadanos”, añadió Fernández de Soto.
Finalmente, la Policía de Bogotá entregó un balance de lo que ha sido la intervención integral en Bogotá en el último mes, que se planeó para contener los altos índices de inseguridad. Según informaron, en los primeros 29 días de esta estrategia se realizaron 21 operaciones, 10 intervenciones, 25 allanamientos, 1.850 capturas, 1.649 de estas en flagrancia; 84 armas de fuego fueron incautadas, así como 15.842 armas blancas, entre otras.
ÓSCAR MURILLO MOJICA
EL TIEMPO