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¡El restaurante en Barranquilla donde el cliente paga para que lo insulten!
Allí, los comensales reciben en vez de servilleta, un rollo de papel higiénico.
A mediados de marzo, la ‘Tienda del Muérgano’ celebró su primer año abierto al público. Foto: Vanexa Romero - EL TIEMPO
La amabilidad, los buenos modales y otros gestos formales hacen parte de los criterios que tienen en cuenta las empresas al momento de brindar una buena atención al cliente, pero en Barranquilla surgió un emprendimiento que rompió los esquemas y le ha valido solo éxitos.
El proyecto es un gastrobar que tiene como concepto tratar mal a los clientes, con el propósito de venderle una nueva experiencia y, curiosamente, se ha convertido en el único lugar de la región donde los comensales van y pagan a gusto para ser insultados.
Frases como ‘Aquí tienen el menú, pidan lo que se les dé la gana’ y ‘¡Pilas que no tengo todo el tiempo!’, por parte de las meseras, generan risas y burlas entre la familia o el combo de amigos en la mesa.
Inicios del ‘Muérgano’
Hice un taller con las meseras para que lograran meterse en el personaje y perdieran la pena
El emprendedor con La Tienda del Muérgano, ubicada en Villa Campestre, es Antonio Merlano, sincelejano que empezó hace tres años su proyecto, a principios de la pandemia, vendiendo bollo, suero y queso en una pequeña cava de icopor por las calles de Bogotá.
“Después de la pandemia, me vine a vivir a Barranquilla y abrí el sitio físico con un concepto que conocí en Estados Unidos, en un restaurante donde tratan mal a la gente, te tiran la comida y se te comen las papitas. Es una locura”, cuenta el hombre, de 39 años.
Entonces acompañó el nombre del restaurante–bar con el ‘Muérgano’,
término de su personaje en redes sociales, que describe con un estilo grosero y que manejaba vocabulario de grueso calibre.
“Hice un taller con las meseras para que lograran meterse en el personaje y perdieran la pena. Ya tienen el personaje muy arraigado y a veces les tengo que decir: ‘Cójanla suave’ (risas). Obviamente, cuando van menores de edad, no les hablamos con groserías”, asegura el ‘Muérgano’.
En total, el proyecto está generando seis empleos directos, con dos hombres en la cocina y solo mujeres encargadas de la atención a la mesa por una razón especial para La Tienda del Muérgano.
“No tenemos hombres meseros. Solo las meseras y yo, porque creo que a la gente no le gusta que un hombre los esté insultando. Por el contrario, cuando son las mujeres, los clientes se van en pura risa”, dice Merlano.
Antonio Merlano es el emprendedor sincelejano, dueño de La Tienda del Muérgano, ubicada en Villa Campestre. Foto:Vanexa Romero - EL TIEMPO
Un papel higiénico
La gente ha venido mucho por curiosidad, les gusta el ambiente
Por eso es factible que, si usted se anima a ir a este establecimiento, seguramente lo va a recibir una joven mesera con cara de pocos amigos, y dispuesta a atenderlo… Con terribles groserías que se le ocurran en el momento.
Si le pide la carta, se la va a traer de mala gana a tal punto de tirársela encima, además de presionarlo para que ordene rápido, porque “no tiene todo el tiempo para estar esperando a que se decida”.
En vez de servilleta, le entrega un rollo de papel higiénico. Y cuidado cuando reciba su bebida favorita, porque la copa o el vaso tienen forma de órgano reproductor masculino. Tampoco olvide asegurar su plato cuando se lo pongan en la mesa, porque una de ellas se le puede comer una presa.
Todo lo anterior hace parte del show que el comensal paga con el fin de que lo traten mal mientras se come una hamburguesa, unos chicharrones, unos deditos de queso, alitas y los pasa con cerveza, jugo o agua.
“La gente ha venido mucho por curiosidad, les gusta el ambiente y, a pesar de que estamos con la mamadera de gallo, siempre regresan también por la comida. Más allá de que la atención sea grosera, le ponemos seriedad a brindar un producto de calidad. Sí tratamos de ser bastante rápidos y buenos en el producto final”, señala Merlano.
Disgusto de un cliente
El ‘Muérgano’ trae a colación una anécdota muy curiosa a principios del proyecto, pero que también los ayudó a ajustar el concepto para aquellos clientes que llegan por primera vez y no conocen la mecánica de los insultos.
“A la gente se le advierte, porque hemos tenido casos en los que no les ha gustado y se han ido. Hoy en día ya están llegando, porque ya agarramos cierta fama de que ahí es tronco de perrateo (burla)”, expresa.
Y la acogida que ha tenido de un tiempo para acá se refleja en las filas que arman los comensales en la zona de del gastrobar, esperando que los clientes ya insultados desocupen las mesas.
Instalaciones de la Tienda El Muérgano Foto:Vanexa Romero - EL TIEMPO
Derecho a la réplica
Nadie se guarda nada, eso es de lado y lado, obviamente de manera jocosa.
“Los clientes tienen derecho a responder los insultos, ¡Claro! Aquí también los clientes dicen ‘¡Vaya a que $%#...!’. Nadie se guarda nada, eso es de lado y lado, obviamente de manera jocosa. Eso es una recocha. La gente se desestresa. Llegan de todas las edades, ya hay padres que traen a sus hijos para que nos mamen gallo”, sostiene.
Por eso, aguantan juego con tal de vivir una nueva experiencia mientras consumen su plato favorito en La Tienda del Muérgano, donde “insultamos con amor”, según resume Merlano.
“Lo que me está preocupando es que se nos está quedando pequeño el sitio. Este fin de semana, por ejemplo, hubo grupos que esperaron afuera media hora mientras desocupaban una mesa”, reconoce.
Siendo así, el proyecto no solo se destaca por su concepto de tratar mal a los comensales, sino por la generación de trabajo en Barranquilla y el área metropolitana. De seguir a ese ritmo, le apuntan a abrir una sede en Miami. Mientras tanto, a los que no han ido todavía, el ‘Muérgano’ les manda un ‘cordial’ mensaje:
“Quiero pedirle a todos los cachones y cachonas que están leyendo esto que vengan a la Tienda del Muérgano y se dejen maltratar, para que disfruten de un rato ameno, porque aquí no hay presa mala: desde la cerveza hasta la comida. Lo único malo es el trato”.