En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Explicativo
Exclusivo suscriptores
Marihuana: el millonario negocio ilegal que crece a la sombra del auge cocalero
Cauca, corazón de la producción de droga en la región. Rutas van hacia la frontera y el Pacífico.
Los 'pesebres' del norte del Cauca. Invernaderos en Toribío. Foto: Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO
El país no tiene cifras confiables sobre la magnitud del tráfico de la hierba, salvo los decomisos: fueron 450 toneladas el año pasado, poco más de la mitad del total de cocaína que les fue incautada a los narcos.
En Colombia fueron incautadas 450 toneladas de marihuana. Esa cifra equivale a poco más de la mitad de la cocaína que las autoridades lograron quitarles a los narcos –883 toneladas, nuevo récord en la materia– y apenas a una tercera parte de lo que se calcula es la sola producción de los ‘pesebres’ hidropónicos del norte de Cauca (entre 1.300 y 1.800 toneladas al año).
Eclipsado por el billonario y sangriento negocio de la cocaína, el tráfico de la que de lejos es la sustancia alucinógena más consumida en Colombia –la prevalencia (el uso al menos una vez en la vida) pasó del 11,3 % al 26,7 % en 2023 en la población universitaria, según un estudio del Ministerio de Justicia– no deja de crecer. A la par, siguen disparados tanto los ingresos de las organizaciones criminales como la violencia que ejercen para conservar o ganar control tanto en las zonas de producción como sobre las rutas y las ollas donde se mueve el mercado.
Incautaciones de droga en el Valle, en la vía que va de Florida a Cali. Foto:Policia Valle
Casi 60 años después del boom de la ‘bonanza marimbera’ que puso por primera vez a Colombia en el mapa del narcotráfico a nivel mundial, y a diferencia de lo que pasa con la coca, el país no tiene una estadística oficial del número de hectáreas sembradas ni de la real productividad de esos cultivos. Según fuentes de la Policía Antinarcóticos, por cada operativo para decomisar cocaína se realizan, en promedio, cuatro contra las redes de marihuana. Y, sin embargo, los resultados son mucho menos efectivos, más aún si se tiene en cuenta que los narcos que negocian la marihuana prácticamente no tienen sino que empacar la hierba, mientras que los traficantes de la cocaína han debido surtir un largo y complejo proceso de refinamiento.
Y no se trata de un tráfico inocuo. Detrás del principal enclave de producción de marihuana en el país están hoy las disidencias de ‘Iván Mordisco’, como lo estuvieron por décadas las desmovilizadas Farc. Pero es un mercado en disputa por otras mafias: el Eln y las otras disidencias, las de ‘Iván Márquez’.
Muchos de los muertos en la zona de María Paz, una de las más deprimidas de Bogotá, se relacionan con ajuste de cuentas por líos con los embarques de marihuana que, camuflados entre la comida que llega de los Llanos y del suroccidente del país, entran a la capital en los camiones que se dirigen hacia el sector de Corabastos.
Por meses, los ojos del país y la atención del Gobierno han estado concentrados en la retoma de El Plateado, el corregimiento del municipio caucano de Argelia que fue por más de una década el ‘wall street’ de la cocaína en Colombia. Pero el Cauca no solo sufre la violencia de la guerra por el alcaloide. Los que conocen realmente el departamento hablan de un ‘triángulo de la coca y la marihuana’ que se proyecta desde los municipios del norte, históricamente golpeados por la violencia de las Farc y, ahora, de las disidencias.
Allí se producen entre 1.300 y 1.800 toneladas al año de cannabis, según varias fuentes. La mayor parte de la producción es de la variedad creepy, entre las más costosas por su alta concentración de tetrahidrocannabinol (THC). Y desde allí salen rutas que terminan surtiendo mercados internos y los de Estados Unidos, Suramérica y Centroamérica.
Ejército en el norte del Cauca, en zona de productores de marihuana. Foto:Foto Cortesía
Más que coca, en el norte del Cauca se cultiva marihuana. Se calcula –de nuevo, extraoficial-mente– que tan solo en los resguardos indígenas nasas de Tacueyó, Toribío y San Francisco hay alrededor de 9.000 cultivos hidropónicos a los que se dedican unos 16.000 campesinos e indígenas.
Después de décadas sin grandes operaciones en contra –resultado del llamado ‘bloqueo social’, las asonadas–, han aprendido a sacar hasta cuatro cosechas al año (en las plantaciones en tierra el promedio son dos).
“Todo el mundo sabe dónde están los ‘pesebres’, pero en la región el Estado es un cero a la izquierda”, dice Salomón Malhub, investigador de Indepaz.
Incluso, desde algunos puntos de Cali se pueden divisar a lo lejos las montañas tapizadas de bombillos, cuya conexión es fraudulenta y que iluminan esa zona rural de los municipios del triángulo de la marihuana y la coca: Corinto, Toribío y Miranda. Son los mismos donde se han registrado masacres de grupos armados y donde hay enfrentamientos entre los disidentes de los frentes ‘Dagoberto Ramos’ y ‘Jaime Martínez’ contra el frente ‘Manuel Vásquez Castaño’, del Eln, y la ‘Segunda Marquetalia’.
Solo en el norte del Cauca, las autoridades contabilizaron ocho masacres en 2024. Entre noviembre de 2016 y marzo de 2024 fueron asesinados 90 indígenas del pueblo nasa. “Parte de estos asesinatos, posiblemente, se relaciona con los ejercicios que han desarrollado las autoridades y las guardias para la erradicación de cultivos de marihuana. Estas acciones, adelantadas en los territorios donde se cultiva, han desafiado las imposiciones del frente ‘Dagoberto Ramos’ para mantener e incentivar en la región la producción de la mata”, denunció Indepaz.
Ancízar es uno de los más de 16.000 campesinos que han levantado invernaderos con luces que permanecen prendidas durante 12 horas al día, aunque hay otros secaderos de la mata de marihuana que siguen de largo las 24 horas. Indepaz da cuenta de que cada cultivador puede producir, en promedio, alrededor de 500 libras de marihuana al año. “Luego de que ha germinado la semilla, se saca la planta y de esa planta se cortan los esquejes o los hijitos. Después se trasplanta y se siembra otra vez. De cada planta se sacan grandes cantidades en diferentes periodos y eso se siembra nuevamente. Y a esos hijos también se le pueden sacar esquejes”, explica el hombre, quien tiene sembrados en Corinto, Miranda y Toribío.
En un invernadero construido con plásticos y pilares de guadua invierten entre 8 y 9 millones de pesos. Es un negocio tan abierto en la zona que están organizados en agremiaciones de cultivadores y tienen la orden de no pasarse de la cuota de 1.000 matas de marihuana por familia. Aunque allá afirman que se trata de un negocio solo de las comunidades, lo cierto es que quienes deciden cómo se va negociar la marihuana son los grupos armados ilegales.
Ejército en el norte del Cauca, en zona de productores de marihuana. Foto:Foto Cortesía
Los mismos frentes de las disidencias que asesinan indígenas, soldados y policías con explosivos y drones tienen infiltrados que están pendientes del negocio en los cascos urbanos de los municipios del ‘triángulo’. Ellos son también los que coordinan las asonadas cada vez que se ve aparecer a la Fuerza Pública.
Incautaciones de droga entre Valle y Cauca. Foto:Policia Valle
De acuerdo con el comandante de la Tercera División del Ejército, brigadier general Federico García, el kilo de marihuana creepy, que se puede vender en el país por 250 dólares (un millón de pesos), se vende en Estados Unidos por 6.500 dólares, que equivalen a 26 millones de pesos. De allí la intensa puja por conservar el poder sobre esos enclaves especializados (un kilo de marihuana normal está entre 170.000 y 200.000 pesos en los centros de mayoristas).
Incautaciones de droga en el suroccidente colombiano. Foto:Policía Nacional
La marihuana se mueve por las mismas rutas de la coca, muchas veces a lomo de mula, hacia puertos clandestinos del Pacífico, de donde sale hacia Centro y Norteamérica. Pero la mayor parte se transporta en camiones doble fondo por la carretera Panamericana, que atraviesa de norte a sur el país, abasteciendo el consumo interno que cada vez demanda más ‘moños’.