La isla más poblada del mundo se encuentra a 6 horas de Bogotá y es una joya turística

Rodeada de aguas cristalinas que entregan un placer visual con los distintos tonos de azul y verde, Santa Cruz del Islote es la isla artificial más poblada del mundo y es posible llegar desde Bogotá en un viaje que tardará poco más de cinco horas en total.

La vida cotidiana es realmente particular en Santa Cruz del Islote, con riñas de gallos, grandes acuarios y la presencia necesaria de perros en el lugar. De esta manera se presenta la región, completamente urbanizada y con cuatro calles principales, pese a que no hay autos ni motos, solo botes anclados por todas partes.

De acuerdo a un artículo publicado por la cadena BBC, es posible llegar a la isla construida por los nativos desde Tolú o Cartagena. Para ir de Bogotá al departamento de Cartagena existe la opción de abordar un vuelo, que en tres horas y diez minutos lo llevará a su destino, y desde allí solo tarda dos horas en arribar a Santa Cruz del Islote.

Con más de 150 familias habitando la región, el 60 por ciento de la población del lugar son niños y adolescentes, que se entretienen nadando en la zona, pescando, jugando al fútbol, practicando boxeo o jugando con los perros o los gallos de pelea que abundan en el terreno.

Sin manglares ni playas a la vista, la isla tiene mucho que ofrecer a los turistas que sienten curiosidad por acceder al territorio. Entre las principales actividades se encuentra la práctica de esnórquel, que puede ser tanto de día como de noche, cuando es posible observar el plancton luminoso.

Por otro lado, en Santa Cruz del Islote puede conocer la cultura del lugar, y realizar un recorrido con los isleños que le cobran 3.000 pesos colombianos para transitar la pequeña isla, dinero que está destinado a la conservación del terreno.

Ante la escasez de agua, los isleños recogen bidones y botellas de agua que colocan junto a sus casas. De acuerdo al artículo del medio anteriormente mencionado, los habitantes de la zona cuentan con una cisterna comunitaria y, cuando se agota, llaman a Cartagena para que les envíen un barco de la Armada que les trae agua potable para llenar el tanque. Para llegar al lugar, el barco puede tardar hasta tres días, por lo que el agua tiene un valor inconmensurable en la región.

Por el lado de la energía, los habitantes se proveen mediante una planta eléctrica de combustible durante la noche y dos estructuras de es solares que donó el gobierno japonés hace algunos años, los cuales brindan energía cuatro horas durante las tardes.