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Animales en La Minorista tienen nuevo módulo, pero el mismo encierro
Luego de muchos años, se construyó el módulo de fauna. Ahora, animales tienen espacio más amplio.
El módulo busca que los animales sean tenidos en condiciones dignas antes de ser vendidos. Foto: Esneyder Gutiérrez
Muchos años tuvieron que pasar para que los animales comercializados en La Minorista, hacinados por décadas en jaulas estrechas y sujetos a malos tratos, gozaran de un espacio adecuado antes de ser vendidos.
El nuevo Módulo de Fauna, amplio y bien iluminado, es el resultado de varios lustros en que los animalistas lucharon para que gallinas, conejos, pavos, perros y demás especímenes que allí se comercian tuvieran una vida digna.
Sergio Orozco, secretario de Medio Ambiente de Medellín, fue enfático en que la istración municipal no está de acuerdo con la venta de animales. Sin embargo, al ser esta una actividad económica legal, respeta a quienes se dedican a ella.
Son en total 14 comerciantes los que se vieron beneficiados con la intervención, que contó con una inversión conjunta de 2.250 millones entre la alcaldía de Medellín y el Área Metropolitana. Pero el camino para lograrlo no fue expedito. La idea de intervenir el lugar surgió en 2008, cuando el concejal Álvaro Múnera y su grupo de trabajo pidieron intervenir la venta de animales en esta plaza de mercado.
Hacinados, estresados, con ojos tristes, ensordecidos por el ruido de talleres, restaurantes y bares, la fauna allí presente padecía un infierno doloroso. Múnera habló ese año con Alonso Salazar, quien para aquella época era el alcalde de Medellín.
En un comienzo se trató de convencer a los comerciantes para que cambiaran de actividad comercial. Pero solo uno de ellos aceptó. Con esto entendieron que, al ser la venta legal, debían tomar acciones para que los animales sufrieran lo menos posible. La conclusión fue clara: había que hacer una intervención arquitectónica para mejorar las condiciones de vida.
“Así no estemos de acuerdo con la venta de animales, no podemos hacer nada mientras la Corte Constitucional no la prohíba. Hicimos los diseños para construir el módulo en el parqueadero Rívoli, pero no se pudo hacer por presiones políticas”, declara Múnera.
Así no estemos de acuerdo con la venta de animales, no podemos hacer nada mientras la Corte Constitucional no la prohíba
Con el plan A derrotado, se idearon el B. Este constaba en hacer el módulo en la calle que conecta a Quincalla con el Rívoli. Cuando los diseños estaban listos, dice el concejal, EPM dijo que no se podía hacer ahí, pues unas redes de gas pasaban por debajo y era imposible hacer la construcción sobre ellas.
Entonces se dieron a la tarea de elaborar el plan C. La idea era adecuar la calle que queda al frente de Quincalla, que da al Sena. Pero Planeación les advirtió que allí habría que desalojar a los chatarreros que se asientan en ese sector, además de hacer un trabajo de pedagogía con los habitantes de la zona.
Al final, el plan D fue el que funcionó. La intervención se hizo en el mismo lugar en donde por muchos años han estado los comerciantes. Lo más difícil fue reubicar temporalmente, mientras la obra avanzaba, a los 14 vendedores. Múnera advierte que hubo aquí otro problema: aparecieron más de 28 personas exigiendo ser ubicadas en el nuevo módulo.
Como solo había espacio para los 14 que originalmente vendían los animales allí, los restantes fueron reubicados en otros centros comerciales del municipio y cambiaron de actividad económica. El secretario Orozco cuenta que se hizo un acompañamiento para que estos pudieran vivir adecuadamente de otra renta.
En vista de que es una actividad legal, el comercio de animales no se puede prohibir. Foto:Esneyder Gutiérrez
El cabildante, sin embargo, resalta que, más allá de un espacio agradable y cómodo, a los vendedores se les ha capacitado para que traten bien a los animales. Jorge Eliécer Villa, quien desde hace 35 años comercia fauna doméstica en el sector, dice que el ambiente ha cambiado de manera radical.
“Antes esto era un caos, un bullicio impresionante. Estamos tratando de cumplir con las normas que nos están exigiendo”, expresa.
El comerciante reveló que ahora tiene “pocos animales pero bien tenidos”. Reconoce que antes había hacinamiento y este era visto como algo normal, natural. "Necesitábamos que nos dieran una mano y nos enseñaran porque antes venían y nos echaban a la policía encima”, prosigue. Ahora solo pueden tener 10 conejos por jaula. Antes, advierte, ni se medía cuántos metían.
El mismo escenario lo vivió Rosa Jiménez, quien vende fauna doméstica desde hace 33 años en La Minorista. “Estamos mejor que como era antes”, comenta. Acepta que otrora, cuando no había controles, podían meter 10 gallinas o más en una sola jaula.
Ahora solo pone unas cuatro o cinco en cada una.
Antes esto era un caos, un bullicio impresionante. Estamos tratando de cumplir con las normas que nos están exigiendo
El nuevo módulo es amplio. Antes de la intervención, los locales eran de apenas 2x2 metros. Ahora, explica el cabildante Múnera, van de entre 15 y 36 metros cuadrados.
“Anteriormente estaban embutidos, realmente estaban muy mal”, recalca el corporado. A pesar de estar satisfecho con lo logrado, manifiesta que el logro no es suficiente para hacer inauguraciones o cortar cintas, pues el ideal es ver una ciudad libre de venta animal.
“Lo que tenemos que hacer es fomentar la adopción”, remata el concejal.