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La historia del hombre en Medellín que construyó su casa en un árbol
La crisis producida por la pandemia lo dejó sin sustento y sin un lugar dónde vivir.
El lugar está a un costado de la autopista Sur, a la altura de Envigado, una zona muy transitada del valle de Aburrá. Foto: Esneyder Gutiérrez
Hace más de un año un frondoso y fuerte árbol, plantado a un costado de una de las vías más transitadas y ruidosas de Medellín, la autopista Sur, se convirtió en la casa de Juan Carlos Quintero.
Este envigadeño, de 39 años, por culpa de los desastres que le dejó la pandemiadelcovid-19 tuvo que abandonar el hotel donde vivía, en el Centro de Medellín, y entregar todas sus pertenecías como parte de pago por los arriendos atrasados.
Del céntrico hotel, Quintero salió con dos mudas de ropa y sin ningún rumbo.
Durmió dos noches en la calle, hasta que llegó al gigante árbol por donde a diario cruzaba para ir a su trabajo como cuidador nocturno de carros en la avenida 33.
“A pesar de que trabajo en la calle, en más de 20 años que estoy por aquí, nunca me había tocado dormir en el piso. Por eso, luego de esas horribles noches, decidí crear mi propia casa en el árbol, buscar mi comodidad”, dice Quintero.
Lo que había logrado adquirir en ocho años de trabajo, lo perdió en dos días.
Debido a que no tenía cómo pagar la habitación del hotel donde vivía ni ninguna otra, encontró en la copa de un árbol la posibilidad de construir su casa, como si se tratara de un ave que arma su nido.
Este envigadeño de 39 años, por culpa de la pandemia, tuvo que abandonar el hotel donde vivía, en el Centro de Medellín. Foto:Esneyder Gutiérrez
Según Mauricio Jaramillo Vásquez, ingeniero forestal, el arbusto que eligió Quintero para vivir es un Ficus benjamina.
Una especie que alcanza 15 metros de altura en condiciones naturales, con gráciles ramas péndulas y hojas de 6 a 13 centímetros de largo, ovales con punta acuminada.
En su rango nativo, sus pequeñas frutas son alimento favorito de varias aves.
La casa en el árbol está construida a más de 8 metros de altura, sobre unos gruesos tallos.
El habitáculo mide, aproximadamente, 3 metros de largo por 2 de ancho.
Espacio suficiente para acomodar, cuidadosa y ordenadamente, una cama, un televisor, un radio, un pequeño armario, una cocina y una bicicleta.
Para acceder a su espacio, lo hace por medio de unas escaleras hechas a partir de palos reciclados.
En la parte inferior, Quintero sembró un colorido jardín con plantas encerradas con guaduas. Todo impoluto y libre de basuras.
Por ellos dos pinté mi casa de camuflado, para que no se olviden de estas personas
Para levantarla, utilizó, como únicas herramientas, un machete, clavos, martillo y madera.
Pero eso no es todo. La pintura que empleó camufla la casa entre conjunto de ramas y hojas que forman la parte superior del arbusto.
Además de mimetizar la vivienda, la forma en que la pintó es para rendirles un homenaje a los que Quintero considera son los mejores del mundo sobre la tierra: los militares.
Pero, principalmente, para los dos que murieron al caer de un helicóptero mientras hacían un espectáculo aéreo.
Los dos suboficiales de la Fuerza Aérea perdieron la vida en el accidente ocurrido el 2 de agosto del 2019 mientras realizaban un espectáculo aéreo en el cierre de la Feria de las Flores de Medellín.
“Por ellos dos pinté mi casa de camuflado, para que no se olviden de estas personas”, agrega Quintero.
Con poco también se puede ser feliz
También en la parte de afuera de su casa tiene un letrero con su apodo, ‘Piojoso’, y su número de teléfono para quien lo quiera ayudar. “Con poco también se puede ser feliz”, dice
Los vecinos de la zona son quienes lo protegen de las entidades, como Espacio público, para que no sea desalojado.
Y lo hacen porque se ha ganado la confianza y mantiene el lugar en orden y limpio.
Quintero recuerda la canción compuesta por Rafael Escalona, La casa en el aire, y sostiene que la hizo en el aire, además “Para que no lo moleste nadie y tampoco hacerle daño a nadie”.
A pesar de considerarse afortunado por ser el propietario de dicha casa, lo que siempre ha deseado Quintero es regalarle una casa a uno de sus hijos, a Santiago de 14 años, quien es su principal motivación.
Eso sí, afirma, el sueño es dejarle una casa digna a su hijo, no esta casa en el árbol.