La felicidad y el gozo embargan a la congregación de las
Hermanas Franciscanas de María Inmaculada en Pasto, por lo que después de la
liberación en África de la religiosa Gloria Cecilia Narváez, las oraciones ahora son de gratitud por el regreso a la libertad de una de sus más queridas integrantes.
A la primera pregunta que le hizo la Provincial de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, Carmen Isabel Valencia, a la misionera nariñense que estuvo en poder de un grupo yihadista durante cuatro largos años y ocho meses, ella le había respondido con tono de felicidad “estoy muy bien”.
Estoy feliz, anhelo muy pronto regresar a Colombia
Fue un reencuentro a través de una llamada telefónica virtual entre las dos, cuando eran las cinco de la madrugada del domingo anterior, es decir, pocas horas después de haberse conocido desde Malí la liberación sana y salva de la religiosa.
Asegura que enseguida le había expresado “estoy agradecida, me encuentro libre, soy libre me repetía varias veces, estoy feliz, anhelo muy pronto regresar a Colombia”.
No puede ocultar el gran deseo que la comunidad religiosa tenía por su retorno a la libertad, a tal punto que las oraciones cada día aumentaban y las plegarias a Dios también en el Santuario Eucarístico de Maridíaz, situado a pocas cuadras del centro de Pasto, el que todos los días es visitado por un gran número de católicos.
Se sorprendió que la noticia de la liberación se haya dado de manera sorpresiva y sin grandes anuncios y añade que “vemos que Dios siempre nos sorprende con cosas que a veces la mente humana no alcanza a comprender”.
“Yo esperaba escuchar su voz, creo que atrofié el whatsapp enviándole mensajes, si le llegaron a ella todos, por eso me volvió la llamada”, indica la provincial.
ite que la voz de la Hermana Gloria Cecilia era con un tono radiante y feliz, fue una llamada con mucha sorpresa y emoción, al tiempo que confiesa “la pantalla no nos permitía abrazarnos”.
Le había manifestado su gran felicidad por los dos encuentros que tuvo en El Vaticano con el Papa Francisco ese domingo, “el Santo Padre la animó, la felicitó, realmente estaba sorprendida y ella participó en la celebración eucarística”.
En ese lugar tan concurrido por fieles del mundo entero le habían practicado unas horas antes a la religiosa nariñense los primeros auxilios, por fortuna todos los exámenes salieron bien.
Reconoce de la misionera su enorme fortaleza, su abnegación y gran deseo de servicio a la comunidad.
Siempre tuvo un corazón grande para servir y ayudar a los demás
“Esta mujer siempre ha tenido alma de cobre, es muy fuerte desde joven”, lo subraya porque la conoce muy bien puesto que había sido su compañera en las primeras etapas de formación religiosa.
No obstante que no es muy robusta sino bastante delgada, ite que sor Gloria Cecilia tiene la fortaleza de un roble, “siempre tuvo un corazón grande para servir y ayudar a los demás”.
No se cansa de resaltar sus cualidades: “ella siempre fue una persona muy especial”.
“Ella se arriesgó a salir”
Cuenta que antes de cumplir los 40 años de edad la voluntad de la misionera liberada en Malí fue la de dejar a su natal Nariño y el país, para buscar nuevos horizontes y hacer lo que ella tanto quería: servir a los más necesitados.
“Ella se arriesgó a salir a las misiones, ella estuvo en Malí, en Burkina, en Benín”, y añade que África donde la monja estuvo varios años, es un continente muy complejo, sin embargo, “ella siempre estuvo a favor de la niñez, de la juventud y especialmente de la mujer”.
Hace énfasis que allá la mujer vive en condiciones infrahumanas, por lo que la religiosa siempre se preocupó por impulsar proyectos y buscar recursos que permitieran mejorar las condiciones de vida de las comunidades africanas en extrema pobreza.
Pero antes de terminar su charla le había manifestado su gran anhelo de regresar a Colombia y de abrazar y besar a sus seres queridos en el departamento de Nariño.
MAURICIO DE LA ROSA
PASTO
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