En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Hola, bienvenido

¿Cual es la ciudad colombiana clasificada como la más peligrosa del mundo?
¿Cómo va el juicio al expresidente Álvaro Uribe?
¿Accidente de bus en Calarcá?
Frío inusual en Bogotá explicado por el Ideam

Margalida Castro y los verdaderos sótanos del infierno

Leyenda de la TV. Estuvo internada en hospitales psiquiátricos y conoció el horror. Entrevista.

Su personaje de Dudisita en 'El secretario' le dio un premio India Catalina a mejor actriz de reparto.

Su personaje de Dudisita en 'El secretario' le dio un premio India Catalina a mejor actriz de reparto. Foto: Archivo EL TIEMPO

Alt thumbnail

Actualizado:

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Margalida Castro realmente volvió de los sótanos del infierno. Fue internada y estuvo en los sótanos de varios hospitales psiquiátricos. La amarraban de pies y manos y le inyectaban agua caliente en el estómago para que se calmara.
Y en esos momentos agradeció tener pies y manos.
Está a punto de cumplir 79 años (nació en San Gil, Santander, el 19 de noviembre de 1942) y está feliz de celebrarlos.
Soy la abuelita de este país”, comenta con su voz fuerte y alegre. Su vigencia y su capacidad de trabajo son inagotables y, sin dudarlo, se compara con dos ídolos deportivos, Mariana Pajón y Egan Bernal, y su poder de llegar arriba a pesar de las caídas y los golpes. “Amo esa frase de Mariana Pajón cuando dice: ‘Yo no voy a competir, voy a ganar’ ”.
Ahora, en las noches, es Érika, en La nieta elegida, de Julio Jiménez. Un nuevo papel en una carrera legendaria.
Margalida está en la televisión desde 1967, cuando actuó en La tercera palabra, Morir y dejar vivir, Despierta y canta y La pantera. Fue la gringa Peggy de Yo y tú (los idiomas y los dejos le vienen muy bien). Y ha estado en Enfermeras, La luz de mis ojos, La ley del corazón, Todo es prestao, Doctor Mata, El día de la suerte, Casa de reinas, El secretario, Chepe Fortuna, Hasta que la plata nos separe, Gallito Ramírez, La viuda de la mafia y Yo amo a Paquita Gallego, entre otras grandes producciones.
“Con el personaje de Gallito Ramírez me gané todos los premios. Ernesto McCausland, que en paz descanse, me nombró hija adoptiva de Cartagena, por el acento del personaje. Estudié música y los acentos se me facilitan, por el buen oído”. Y, además, ahora también es presentadora de Buen día, Colombia, el programa de RCN en las mañanas.
Ahora tiene mucho trabajo y los sets son su nueva rutina. En la pandemia llegó a caminar varias horas alrededor de la cancha de basquetbol de su conjunto residencial. “No sé cuántas ni por cuánto tiempo, porque rezo cuando las hago, pero calculo que unas tres o cuatro horas”. Antes de emergencia, hacía caminatas desde su casa, en el centro de Bogotá, hasta Unicentro, en la calle 127; unos 12 kilómetros a buen paso.
Margalida confiesa que lo hacía para estar en forma y para dormir mejor. Entre finales de los años 70 y 1984 terminó internada en varios centros psiquiátricos. Tuvo un accidente casero y su vida dio un giro inesperado.
“Me resbalé en un piso jabonoso. Mi cabeza se estrelló contra el lavamanos. El golpe fue tan fuerte que el lavamanos se rompió”. Tuvo varias fracturas y uno de los daños colaterales fue la pérdida de sueño. No volvió a dormir. Y comenzaron los tratamientos de pesadilla.
Margalida estudió flauta clásica y pudo mostrar su enorme talento en Música maestro, con el personaje de Élida Pacheco. En un atraco, en los años 80, le rompieron el brazo derecho, le destrozaron la mandíbula y no pudo tocar de nuevo. El mal parecía ensañarse contra ella.
Sin embargo, ni los tratamientos brutales ni los golpes de la vida han sido capaces de frenarla. Se casó dos veces. Tuvo dos hijas con Carlos Perozzo: Gina Paola y Carla, y ambas viven en Chile con sus tres nietos. Ha ganado dos veces el premio India Catalina como mejor actriz de reparto y en el 2015 recibió el galardón Víctor Nieto a Toda Una Vida por su trayectoria.
Sostiene que salió adelante gracias a la vida espiritual y a su comunicación con los santos y los ángeles y arcángeles del catolicismo. Su tiempo libre lo usa para hacerles ropa a las estatuas de los santos y de las Vírgenes que tiene en su casa, incluso les hace los zapatos, que también cose con dedicación de santa.
Es tanto su amor y su devoción por los santos, que aceptó el personaje de Dudisita en El secretario porque ese es el diminutivo de Gertrudis y santa Gertrudis es una de sus santas favoritas.
Cada tanto ve manifestaciones divinas y varios colegas han encontrado su lado espiritual con ella. Taliana Vargas se convirtió en “mariana” porque una vez, mientras rezaban el rosario en una grabación de Chepe Fortuna, vio cómo caía escarcha dorada del cielo como en una escena de realismo mágico.
Margalida Castro hace parte de los presentadores de 'Buen día Colombia'.

Margalida Castro hace parte de los presentadores de 'Buen día Colombia'. Foto:RCN

¿De dónde viene su vitalidad?
De mi raza santandereana y de la comida que nos dieron. También de mi educación. Mi mamá era profesora, fue directora de institutos, y mi papá fue un abogado brillante, alcalde de varias poblaciones, lo que nos permitió recorrer muchos lugares. En mi casa siempre hubo una gran biblioteca.
¿Y también viene del dolor?
El dolor fortalece, fortifica y engrandece. Hay un escrito que se llama 'Carta del más allá', que está en internet, donde un alma en el infierno le pide a una amiga buena, aún viva, que no rece por ella porque ya está condenada. Lo tuvo todo y Dios no le hizo falta, porque, como muchos, lo usan como bombero para el afán.
¿Qué fue lo peor de su paso por hospitales psiquiátricos y qué aprendió?
En los sótanos de los manicomios aprendí la gratitud. Allí, amarrada de pies y manos me ponían inyecciones de agua caliente en el estómago para que me calmara. Yo no podía ni llorar porque era peor. Me quedaba calladita, con las manos rotas, con lazos que rompen los tobillos. Y me preguntaba, entonces, por qué no había agradecido mis manos y mis pies. Uno cree que las manos las tiene tan a la mano, que no las valora.
Pero tenía que pasar por eso porque, como me dijo la Virgen, llegué a la agonía ya que su hijo me estaba moliendo para hacer de mí un nuevo vaso.
Usted pasa por esos lugares porque no dormía...
Sí. Todo se debió a varias fracturas de cráneo. Nueve neurocirujanos me operaron durante 17 horas. Ellos le habían dicho a mi mamá que era mejor dejarme ir, porque no sabían cómo podía quedar yo: ciega, sorda, parapléjica, cuadripléjica. Pero ella fue clara, les pidió que me salvaran, quedara como quedara.
Me recuperé, pero quede sin sueño y uno así, a los tres días, está alucinando. Pasé varias veces por manicomios y obtuve mi diplomado en iluminación.
¿Cuántas veces estuvo internada?
No sé, pero la última vez fue en 1984. Fue por la muerte de mi mamá. No tuve tiempo de hacer el duelo porque estaba grabando una novela y de tanto llorar dejé de dormir de nuevo. Pero aprendí que se puede salir adelante.
Y luego tuve cáncer y aprendí a perdonar, porque el 98 por ciento de esta enfermedad es somatización de rabias, dolores y rencores. Entonces, perdoné a las enfermeras y a los psiquiatras de los manicomios. Yo espero que hoy esos lugares sean diferentes, que traten mejor a los pacientes. Pero además entendí que cada persona en la vida de uno está para enseñarle el dolor y la alegría, son maestros.
¿Cómo fue pasar por tantas cosas?
La vida es como una olimpiada y una medalla no se la dan a cualquiera. Ese atleta que sube al podio se tuvo que haber reventado los pies, la vida, hacer mil intentos, sufrir cosas terribles como caídas, esguinces, fracturas, derrotas. A deportistas como Mariana Pajón nadie les ha regalado nada, se han merecido sus triunfos gota a gota, con práctica, con ejercicio. Lo mismo Egan Bernal y todos los que han sido ganadores. Entonces, sí, yo he sido una ganadora de la medalla de la olimpiada de la vida a través de tanto sufrimiento.
Su casa está llena de figuras de santos y usted es encargada de hablar de ellos y sus virtudes...
Cuando pasé por todo lo que pasé y me abrí a la vida espiritual, me puse a buscar libros de filosofía y metafísica y no encontraba respuestas. Entendí, entonces, que la Virgen me decía que las puertas del entendimiento estaban hacia arriba. Hay que creer en un ser superior y en los seres que él envía para guiarnos. Yo soy la empleada de ellos en la tierra, por eso los cuido con tanto amor.
La actriz, con sus santos, que son los reyes de su casa y a los que les cose  ropa y zapatos.

La actriz, con sus santos, que son los reyes de su casa y a los que les cose ropa y zapatos. Foto:Archivo EL TIEMPO

También cuenta que tiene muchos momentos en los que hay escarcha en su vida, que es un símbolo celestial (pequeñas láminas con aspecto de lentejuelas o placas). ¿Cómo es eso?
Sí, me ha pasado siempre, en todos los lugares, en seminarios, por ejemplo, hablando con sacerdotes, y de pronto llega una lluvia de escarcha blanca.
Pero hubo un momento especial, un aviso que no entendí. El año pasado, antes de la pandemia, Gina, mi hija, que vive en Chile, me vino a visitar y bajando al gimnasio del edificio empezó a llenarse de escarchas grandes color violeta muy fuerte. Pensé: “Algo grave va a pasar”, pero no lo supe ver, porque son escarchas de atención a algo. Era la pandemia.
Ella se llevó escarchas para Chile, porque allá vive mi otra hija y mis nietos, que son adolescentes y jóvenes que andan por el mundo como si nada les fuera a pasar. Gracias a esa protección y al cuidado, claro, hemos estado todos muy bien.
Pero, además, a finales del 2019, creo, Ripley cerró sus almacenes y en la venta de bodega encontré chalecos, todos del mismo color, violeta, y me compré cinco. Yo los llamo mis chalecos salvavidas.
Hay escarchas azules oscuras, que son las de san Miguel arcángel. Y así. Por el color de las escarchas yo sé qué advocación me visita y qué mensaje me dan.
Ahora está en la televisión con otro personaje entrañable, el de Érika en La nieta elegida...
Sí, me gustó mucho y no me tocó hacer audición. Con Consuelo Luzardo somos hermanas de la vida, y en la novela yo la rescato porque ella vive en medio de serpientes, soy su bálsamo y su burbuja. Con esta novela, otra obra maestra de Julio Jiménez, queda demostrado que el dinero daña a las familias, que terminan odiándose los unos con los otros, y esa avaricia es capaz de destrozar los más bellos sentimientos.
Érika es una mujer clara y honesta, a la que no quieren los de la familia Roldán porque tienen sus guardados y ella se los conoce.
Y a la niña Luisa le ayuda, la educa; como a ella le gustan los cuentos de hadas, le enseñó historia, geografía y ciencia de esa manera. Ella tiene en Érika un remanso.
Ya ha estado en varias novelas de Julio Jiménez...
Sí, en Yo amo a Paquita Gallego fui Isabel Vargas, que luego de muerta ayuda a Paquita a sobrevivir en medio de tantos sufrimientos. Y también en Dulce ave negra y Luzbel está de visita. Julio Jiménez es el más grande maestro.
Y también fue Dudisita Buenahora en El secretario...
Sí, un personaje que me dio muchos premios, siete. Incluso, Juan Pablo Espinosa, que era el protagonista y mi protegido en la novela, y con quien hoy hablo a diario, a pesar del tiempo y la distancia, pues él vive en Los Ángeles, me mandó unos capítulos doblados al árabe y en el cabezote aparecíamos todos los actores como dibujos animados. Por ese personaje me escribieron hasta de Namibia, Australia y muchas partes más.
Tengo una anécdota bella. Estaba almorzando en el centro comercial Andino, y una niña como de seis años se me acercó para decirme que me quería pedir un favor, pero que no me asustara. “Es que necesito morderte, solo con mis dientes, no con mis colmillos”, dijo. Le pasé el brazo y la niña me dio un pequeño mordisco y empezó a gritar: “¡Dudisita es de dulce, sabe a azúcar!”. La gente empezó a aplaudir.
¿Qué más le ha pasado?
También he visto hablar a mi Susy Borda de Lavalle, de Gallito Ramírez, en chino, idioma al que fue traducida la novela.
Además, el libretista Miguel Ángel Baquero escribió para mí Úrsula Eloísa Lacouture Infante de Cabrales y Bárbara Fon Braun Lacouture Infante, dos personajes de Chepe Fortuna. Todavía recuerdo el día que me reuní con él y me comentó: “Margalida, cuando yo era niño y te veía actuar, me dije que algún día sería grande para escribirte un libreto”, una confesión suya maravillosa.
Agradezco a la vida haberme dedicado a esto, porque nosotros somos como terapeutas, le alegramos la vida a la gente. Alguna vez, una señora me decía que había estado muy enferma en un hospital, pero que cuando veía Chepe Fortuna se sentía mejor y se fue recuperando.
Siendo música clásica, que era mi camino, no hubiera llegado a tanta gente.
En ‘La viuda de la mafia’ fue Inés de Monres.

En ‘La viuda de la mafia’ fue Inés de Monres. Foto:RCN

Una muy buena flautista, además…
Yo fui nerdísima, era la mejor en todo, matemáticas, geografía, ciencia, todo, y cuando estuve interna en el bachillerato, en el Liceo Departamental de la Merced, aquí en Bogotá, nos dijeron que a la hora del recreo quienes quisiéramos tener clases de instrumentos y música clásica podíamos inscribirnos pues había profesores sinfónicos.
Tengo vena por el lado de mi mamá y mi abuelo, y entré a violín, pero el profesor de flauta tenía pocas alumnas y empezó a repartir unos dulces de miel, que me encantan, para atraer clientela y me quedé con ese instrumento.
Luego, por el atraco del que fui víctima, ya no pude volver a tocar.
¿Y cómo llega a la televisión?
Entré a estudiar arquitectura en la Nacional y seguía en música, pero no era fiestera ni me gustaba salir y el teatro nunca me había interesado; sin embargo, de niña declamaba y le leía en voz alta a mi papá EL TIEMPO.
Carlos José Reyes, director de teatro y televisión, libretista y académico, escribió dos obras de teatro infantil con música de Blas Emilio Atehortúa y necesitaban una flautista. Él era amigo de unos profesores míos, que me recomendaron, y llegó a mi casa a hablar con mi mamá.
Yo era música clásica y clasista, mucho café con leche, y miraba a los actores por encima del hombro, pero fui y allí conocí a Consuelo Luzardo, Álvaro Ruiz y Pepe Sánchez, que habían ido al ensayo, y a Carlos Perozzo, actor y dramaturgo.
En esa época yo tenía un medio novio, el violinista Carlos Villa, un hombre de frac y muy culto que trabajaba en Europa y el amor era entre lágrimas y cartas, en semejante distancia.
Terminé haciendo las obras Dulcita y el burrito y Amor de chocolate, y Perozzo, que era gigante y parecido a Charles Bronson, y yo nos enamoramos y a los dos meses nos casamos. Ahí arranqué.
Y ha hecho de todo. También estuvo en una de las versiones de MasterChef Celebrity...
En MasterChef me convertí en la abuelita de Colombia, término que me encanta. Y fui, aunque no tenía ni idea de cocinar, ni me interesa, pero tuve la guía de santa Teresa de Ávila y santa Gertrudis. La primera, en su Libro de las Fundaciones, escribió que entre los peroles anda el Señor y yo dije: entre los peroles ande, sumercé. Desde que me recogía el carro para ir a las grabaciones caía escarcha lila, y ya en la cocina, entre los fogones y las ollas había escarcha.
Ahí tuve que preparar un cuy, y yo no soy tan amiga de la carne. Sin verle los ojos ni los dientes lo eché a la olla a presión y me quedó delicioso. Cuando me sacaron, la gente se quejó y ponía en las redes que los jurados eran malos.
Un niña me dijo, recién salí del programa, que lo jurados eran unos malos por eliminarme. Sus papás me contaron que a raíz de MasterChef Celebrity le tuvieron que comprar una cocina de juguete que ella ponía frente al televisor para imitarme. El día que salí ella dejó de ver televisión.
En ese programa conseguí 400.000 seguidores y mi mánager, que es la que me hace todo lo tecnológico porque no tengo ni idea, me abrió entonces cuenta en Instagram.
Si yo no hubiera sido santandereana –aunque prácticamente nunca viví ahí, pero me visto y actúo como santandereana–, no lo hubiera logrado. Y sin santa Teresa y santa Gertrudis, tampoco. Como decía Fanny Mikey, uno no tiene muchos años sino juventud acumulada, y eso también me ayudó.
¿A quiénes ira?
A Consuelo Luzardo, por ser mi hermana de la vida, mi coequipera en esta olimpiada de la existencia, y con quien tanto he construido en el medio, y entre los más jóvenes, a Májida Issa, que es fuera de serie, artista integral, canta, actúa y puede hacer con facilidad todos los acentos, y Sebastián Martínez, formado en la escuela de Misi, es bello y talentoso.
Con Salvo Basile, su amigo, en el 2015, cuando la actriz fue reconocida con el premio Víctor Nieto A Toda una Vida en el Festival de Cine de Cartagena.

Con Salvo Basile, su amigo, en el 2015, cuando la actriz fue reconocida con el premio Víctor Nieto A Toda una Vida en el Festival de Cine de Cartagena. Foto:YOMAIRA GRANDETT

A través de sus libros, Margalida: del manicomio a la luz, Camisa de fuerza y A ti María que tomaste mi vida por asalto, y de sus personajes hay testimonios de que se han salvado vidas...
Un día, en un ataque de ansiedad, una mujer salió a la calle y me encontró con mi hija, me contó qué le pasaba, y la ayudé en lo que pude y le recé a san José por ella.
En Chile, en un almacén al que entré con mis hijas, una joven me contó que su niño de tres meses había fallecido de muerte súbita y gracias a una de mis actuaciones sentía que podía vivir y que su niño no se había ido del todo.
Y en Arauca, una joven de 26 años con siete meses de embarazo se quería suicidar y una de sus tías le llevó uno de mis libros y ella cambió su decisión. Su niño se llama Emanuel Emanuel, así.
Mi misión es esa: dar alegría y fe. En cada manicomio hice un diplomado de iluminación. A ellos me debo, trabajo para ellos y para la gente.
Por eso vendrá un libro para mis seguidores, con mi vida como actriz. Y una bioserie que escribió un sacerdote amigo que ahora está en Tumaco. Yo me paré muchas veces y por eso debo dar testimonio y ayudar con mi fe y también con mi trabajo en los medios.

Más noticias

Tendencias EL TIEMPO

Sigue toda la información de Cultura en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.

Mis portales