Parisino nacido el 28 de febrero de 1966,
Patrick Delmas vino a Colombia a hacer un documental de la televisión pública de su país y terminó enamorándose y casándose. Desde el 2012 tiene la
nacionalidad colombiana.
Y ha hecho personajes que se han quedado en la memoria, como el de Michel Doinel en 'Yo soy Betty la fea', con una gran fanaticada porque era todo lo contrario a Don Armando (Jorge Enrique Abello).
Ahora llega a 'Ana de nadie' como Roberto, el esposo de la hermana de Ana, Camila (Carolina Cuervo). Es un prestigioso neurocirujano que vive en Washington con su familia, con reconocimiento profesional y esto le permite esconder su faceta de maltratador.
“Como actor, me gustan los personajes que tienen una carga fuerte, que no son tan blancos, ¡que tengan matices! Y este es un gran manipulador”, dice.
“Entonces, siempre es más agradable trabajar este tipo de personajes. Entre Otelo y Yago, yo prefiero ser Yago”, afirma, refiriéndose a los personajes antagónicos de 'Otelo', la obra de Shakespeare.
Darle vida a Roberto, sigue, “fue más complicado de lo que pensaba, me costó mucho entrar. Pero la gran suerte fue tener a Carolina Cuervo como compañera, nos conocemos hace mucho tiempo y hemos trabajado en teatro, hay mucha confianza para manejar esa carga agresiva que es muy, muy delicada, y ensayábamos con anterioridad”.
A través de los libretos iba planteando su caracterización. “Normalmente los abusadores son grandes manipuladores; entonces ahí le puse ‘sinceridad’ para que las personas me crean y sobre todo hacer pensar que está cambiando”.
Como actor, me gustan los personajes que tienen una carga fuerte, que no son tan blancos, ¡que tengan matices! Y este es un gran manipulador
Para entrar y salir de un personaje, Delmas dice que para él es un misterio. “Soy un neurótico cartesiano y, al mismo tiempo, mi forma de asumirlo no tiene nada de cartesiano o del uso del pensamiento. Es algo que surge solito, un efecto creativo que aparece, pero, repito, con este me costó”.
Su opinión sobre los abusadores “es que fueron abusos cuando eran niños y perdían su poder. Adultos tienen ese poder. Eso no quiere decidir que los justifique, para nada, lejos de mí pensar así. Precisamente, a este personaje le inventé una infancia y cuando él está frente a su esposa es como si fuera el niño frente al padre maltratador, pero ahora empoderado”.
Delmas también hace mucho teatro. “Es mi formación inicial en el Conservatorio en París. Es el o directo con el público, la energía mágica que pasa en el presente. Hace poco, por ejemplo, en la obra '53 domingos', que hago actualmente en el Teatro Nacional, se fue la luz en el barrio y el público pidió que siguiéramos la función… Lo hicimos alumbrándonos con los celulares y todo el mundo siguió conectado con la historia. Eso es magia”.
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