María Eugenia Penagos no desfallece; durante buena parte de su vida se ha preocupado como nadie por el gremio de actores de cine, teatro y televisión, por sus técnicos y por todas las personas que hacen posible el universo audiovisual.
No desfallece a pesar de que ha tenido que tragarse varias gotas amargas: cuando el Círculo Colombiano de Artistas (Cica) tuvo una casa hogar para los actores y técnicos sin recursos, tuvo que aceptar las quejas de varios vecinos, porque en el momento menos pensado se desataban unas fiestas infernales por ‘los viejos tiempos’. Y no solo eso: sus inquilinos –algunos ahogados en problemas de alcoholismo y drogadicción– se dedicaban a insultarla cuando trataba de frenar sus excesos.
Pero Penagos, definitivamente, nació para servir, porque fue el valor que más les inculcó su mamá a ella y a sus 14 hermanos.
Como directora del Cica no solo ha luchado por los derechos del gremio audiovisual, sino que ha sido promotora de leyes como la 1403, que concede a los artistas e intérpretes del audiovisual el derecho de remuneración por comunicación pública. “Es un logro que no me podrán quitar nunca”, dice.
En la televisión, ha representado a personajes icónicos en producciones como 'Bella Calamidades', 'Rojo y negro', 'Lejos del nido', 'Si nos dejan', 'Padres e hijos' y 'Amor en custodia', entre otras. Y en los últimos tiempos ha participado en 'Operación Pacífico', 'La nocturna', 'Enfermeras', 'Terremoto en Santafé' y 'Sobreviviendo a Escobar, alias JJ¿.
Su vida se divide entre hacer personajes y realizar su trabajo como cabeza del Cica, una organización que acaba de cumplir 65 años. Fundada en 1957, nació “para luchar por los derechos de los trabajadores y trabajadoras de las artes escénicas, audiovisuales, TV y cine”.
Sus creadores fueron Bernardo Romero Lozano, Guillermo Gálvez Velandia, Eduardo Olaya, Enrique Pontón, Manuel Medina Mesa, Maruja Yepes, Julio Echeverri, Harry Gainer, Marcos Tychbrojcher y Miguel Vanegas.
Desde 1993, y por decisión de la junta directiva de la entidad, Penagos está al frente. Entre 1999 y 2002 tuvo una pausa para trabajar en la desaparecida Comisión Nacional de Televisión, pero desde su regreso no se ha movido de su silla.
Ha pasado las duras y las maduras, como ella misma dice. Lo cierto es que esta antioqueña, nacida en Medellín en 1947, tiene un equilibrio perfecto entre su responsabilidad con la entidad y los socios y su trabajo actoral.
Se casó muy joven y enviudó también muy joven. Es la mamá del actor Javier Sáenz, que trabaja a su lado, y una abuela feliz que adora a sus nietos.
¿Cómo y por qué empieza en la actuación?
En realidad me inicié a muy temprana edad. Tenía una abuela que me enseñaba poesías y lo hacía delante de la gente, así sintiera pena. En la escuela participaba desde pequeñita en las obras de teatro. Un día, siendo aún muy niña, me escapé de la casa y me fui a La Voz de Medellín, a participar en un programa para el público adulto. Me gané el primer premio con una poesía, A solas, de Ismael Enrique Arciniegas. Luego llegué a Bogotá y aquí continué mi carrera.
¿Cuáles han sido los papeles que más recuerda con cariño y por qué?
'Rojo y negro' me llevó a meterme en una época, evocar sus costumbres, sus sentimientos y pensamientos, en una opulencia de la que disfrutaba en la ficción. En 'Lejos del nido' hice el personaje de una mulata paisa que se llamaba Luisa. En cada grabación me tenía que teñir el cuerpo de un café oscuro y ser permanentemente retocada, además de sacar esa fuerza y ese espíritu paisa que llevo en el corazón.
Otro gran personaje fue el de 'Te quiero Pecas', que me permitió apoderarme de Conchita, una vecina metida en todo, buena amiga, necesitada de compañía e hiperactiva. Y 'Tiro de gracia' me llevó con Mercedes durante muchos capítulos al sufrimiento permanente. Lo único bueno de su vida era su hijo y aun así permanentemente sufría por él. Pasó y vivió toda clase de vicisitudes con una resiliencia inmarcesible... Finalmente murió de un tiro de gracia...
¿Qué significa para usted el teatro?
El teatro es arte, es resiliencia, es sanación para los artistas y para los espectadores. Es la forma de estar en o con el público e invitar a la reflexión. Mediante el teatro podemos influir en los cambios positivos que requiere nuestro país.
'Rojo y negro' me metió en una época, a evocar sus costumbres, sus sentimientos y pensamientos, en una opulencia que disfruté en la ficción
¿Qué es lo que más le agradece a su oficio?
Estar viva. Haberme permitido el desarrollo de mi personalidad, que, como la siento ahora, pienso que es lo que quise ser en mi vida como ser humano. Me abrió caminos hacia la transformación, hacia mi renovación, hacia mi evolución permanente y hacia el camino espiritual.
Su labor en el Cica ha sido loable, pero ha enfrentado muchos problemas. ¿Cuáles han sido los más difíciles?
La desunión. Uno de los problemas más grandes de los seres humanos es vivir mirándose el ombligo. Se les olvida que el éxito y la fama se escurren por entre los dedos. La gran mayoría permiten que los gobierne el ego, y al ego hay que pisotearlo para poder seguir adelante. Si acabamos con esos enemigos invisibles, nos unimos y hacemos equipo de trabajo, podríamos enfrentar muchos problemas. Uno de los más grandes es que este trabajo es intermitente y hay que prepararse siempre para el plan A, B, C, D...
De los logros conseguidos, ¿cuál es el más importante?
Haber conseguido la Ley 1403, que concede a los artistas intérpretes del audiovisual el derecho de remuneración por comunicación pública. Ese proyecto de ley lo trabajé durante muchos años, lo hundían y volvíamos a la carga. Allí tuve una aliada increíble que fue Lucero Cortés. El gremio solo apareció al final porque no creían que eso podría ser posible.
¿Hay comunicación con las otras entidades que protegen a los actores, como Actores Sociedad Colombiana de Gestión y el ACA?
Actores Sociedad Colombiana fue fundada en 1989 por el Círculo Colombiano de Artistas y 25 artistas unidos para lograrlo. No tenemos comunicación con ACA ni con la Sociedad de Gestión, no obstante ser nuestra hija... Así son los hogares disfuncionales... Por eso digo que es importante la unión.
Cuando el Cica tenía la Casa para hospedar a los actores sin recursos, usted hacía un gran esfuerzo, pero también había problemas. ¿Qué fue lo más duro de ese proceso?
El comportamiento de muchos de los que allí vivieron. Nunca lo vieron como una carga personal que yo llevaba sobre mis hombros con mucho esfuerzo y a costa de mi propia vida. Pero creo que todo eso es propio de la condición humana.
¿Qué hechos de los que allí estuvieron le dolieron más?
La maledicencia, los oprobios, más de uno aseguraba que yo era capaz hasta de asesinar por el poder. Muchas veces llevaba el mercado y tan pronto salía, algunos se iban para una tienda cercana a cambiar los alimentos por trago. Hacían unas fiestas descomunales, y los vecinos se quejaban. Entraban prostitutas, consumían droga...
¿Quiénes la apoyaban?
Con mucho cariño recuerdo a Inés Correa, una actriz mayor que murió hace dos años, que siempre se comportó muy bien en la casa y decía que yo era su mamá. Vivía pendiente de que se apagaran las luces, que no hubiera desperdicios, pero la insultaban por eso.
No son pocos los actores mayores que pasan problemas. ¿Qué es lo que más falta les hace para tener una buena vida?
La convicción de que el momento que atravesamos es el ahora. No llorar sobre un pasado que, por más glorias que hayan tenido, ya no existe. Ni esperar que el futuro sea la esperanza de vida, porque aún no hemos llegado. Es necesaria la preparación permanente para cuando te llamen a trabajar. Pero, especialmente, saber que este trabajo es intermitente y que por más que te esfuerces no tendrás trabajo siempre... y saber istrar lo poco o mucho que ganes.
La pandemia le trajo muchas limitantes a la cultura, por ejemplo.
Fue muy crítica y seguimos viviendo las secuelas que nos dejó. Durante la pandemia trabajamos intensamente haciendo uso de una desobediencia responsable para poder salir a conseguir alimentos y repartirlos a mucha gente que los necesitaba, solicitando y presionando al Gobierno nacional y al distrital para la declaratoria de emergencia cultural, haciendo proyectos para muchos artistas mayores dentro de una convocatoria que salió y en la cual ganaron los artistas que apoyamos.
Pero fue doloroso ver y sentir los canales de televisión cerrados, los teatros, todos los sitios de entretenimiento que de una u otra manera generaban empleo... Hasta las calles estaban prohibidas... Así que durante esa época, en el confinamiento y año y medio o dos de cierres, se nos escapó parte de la vida...
Durante la pandemia trabajamos intensamente haciendo uso de una desobediencia responsable para poder salir a conseguir alimentos y repartirlos a mucha gente que los necesitaba
En el Cica promueve otras actividades. ¿Cuáles son?
Tenemos un teatro hermoso, el Bernardo Romero Lozano, en homenaje al pionero del teatro y la televisión, y somos sala concertada con Idartes y el Ministerio de Cultura. Está dotado con luces y sonido, acústica perfecta, por ser proyecto ganador de la Ley de Espectáculos Públicos. Hay una programación permanente de teatro y con escenario a disposición de grupos adoptados, que son aquellos que tienen montajes pero no dónde presentarse.
También, una academia de teatro musical para niños, niñas y jóvenes que se llama Cielos Abiertos y un Taller de Teatro Incluyente en donde cabemos todos: personas con problemas cognitivos, con síndromes diferentes, con movilidad restringida, ciegos, sordos, y personas mayores, de la comunidad LGBTIQ+, afrodescendientes, etnias, etc. Es un espacio para que nos miremos de frente y nos veamos como seres humanos iguales, sin diferencias, sin exclusiones.
Hoy, a los 75 años, ¿cómo se ve?
Me siento feliz, llena de energía y amor, visionaria, creativa, en un proceso espiritual permanente. Seguiré adelante hasta que Dios lo permita. Como la obra de Alejandro Casona: Los árboles mueren de pie. Y mientras tanto, afrontando la vida y siendo apoyo para quien me necesite.
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