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Hoy regresa Nerón Navarrete: el N.N. más famoso de la TV colombiana
Germán Escallón habla de su gran personaje. 'N.N.' vuelve por Señal Colombia.
Germán Escallón nació en Bogotá en 1961. Su gran personaje es N.N. Foto: Señal Memoria
Nerón Navarrate tenía las dosis exactas de Charles Chaplin, unas cuantas gotas extra de Buster Keaton y, sobre todo, unas medias blancas que brillaban en su traje barato, sus pantalones por lo menos cuatro dedos por encima de los tobillos, una melena delirante en un cráneo medio calvo y un bigotito cortado con el esmero de un maniático nazi.
'N.N.' estuvo cinco años al aire y dejó una estela de risas imborrable. Germán Escallón –el actor que lo interpretó– quedó estampado en la memoria colectiva como un referente absoluto del humor, el absurdo y la comedia física.
Su regreso a la televisión nacional en Señal Colombia tiene el rótulo de clásico. 'N.N.' era una versión más callejera de 'Don Chinche' y tenía el humor desencantado de la clase baja de barrio; sus chistes eran más crueles que los de 'Dejémonos de vainas'.
Era el humor de un tipo al borde del colapso, pero que, con su traje y sus pasitos cortos de galán en una eterna pasarela, tenía ganas de comerse el mundo y enamorar a Amparo Grisales.
La intro de la serie la rapeaba el propio Escallón: “Soy un N.N. sin futuro asegurado; soy un N.N. siempre vaciado, pero… ¡también tengo mi tumbado!”.
N.N. tiene el sello de Colombiana de Televisión. Se emitió entre 1990 y 1995 en capítulos semanales y en total se grabaron 240. Además de Escallón, fue protagonizada por Jorge Herrera, Flor Vargas, María Cristina Gálvez, Irma Cristancho y Jairo Soto, y ahora hace parte de los archivos de Señal Memoria, de RTVC, y se verá de nuevo por Señal Colombia desde el 4 de febrero, a las 9 p. m.
Inicialmente, hay 30 capítulos restaurados, que fueron sometidos a “los procesos técnicos de restauración digital, el más avanzado que tenemos. Esperamos que 30 capítulos más estén para febrero de 2022”, dice Jaime Silva, director de Señal Memoria.
Escallón entendía y entiende bien a su personaje; creció como hijo único en un caserón del centro de Bogotá. Vivía con su mamá, Myriam Camacho, también hija única, y sus abuelos maternos. No tenía primos cercanos y su papá no estuvo presente.
El barrio tampoco tenía vida familiar. Era un sector comercial y su único mundo era la empresa de los abuelos: una tipografía y litografía en la que trabajaban los adultos de la casa.
Pero en esa infancia aparentemente desolada y aburrida tuvo un maestro de magia. Su abuelo, Miguel Antonio Camacho, era en sus tiempos libres un niño más. “Hay una foto de él, ya adulto, montado en un triciclo, muerto de risa, y como pintaba tan bonito, me animaba a hacerlo y me enseñó. Fue, además, la primera persona que me vistió de Chaplin y me enseñó a caminar como él. A mi abuela, en cambio, le gustaba Cantinflas”, cuenta el actor.
Escallón se convirtió en un aficionado al cine y cuando la Cinemateca abrió sus puertas, muy cerca de su casa, iba de la mano de su abuelo. Luego –como en el cuento de 'Las mil y una noches'-, en el bus del colegio convirtió los puestos de atrás en su escenario: allá se formaba el grupito de ‘oidores’ de Escallón, que les narraba, con efectos especiales, miradas y suspenso, películas como 'Ben Hur', 'Los 10 mandamientos', 'La conquista del oeste' y 'El mundo está loco, loco, loco'.
El recorrido no alcanzaba para darle fin a sus aventuras, quedaban en continuará y sus pacientes espectadores tenían que esperar un nuevo trayecto. Montarse en el bus del colegio se convirtió en el momento más importante del día: él tenía público, y los demás, un narrador.
Su debut como 'showman' fue un poco más atrás, en el colegio Agustiniano de La Candelaria había viernes culturales y “las monjas, que eran las que tenían a su cargo a los de los primeros cursos, me pusieron en el escenario. Yo hoy lo veo como una manera de conectarme con la vida”.
Su largo camino lo llevó, por supuesto, a la televisión; escribió otra serie de leyenda, 'Amar y vivir', pero su gran lugar en la historia de la televisión colombiana fue 'N.N.', el gran Nerón Navarrete, un rebuscador con un sinfín de recursos, un anti héroe-superhéroe al que movía el humor y sus ínfulas de hombre guapo.
Nerón Navarrete tiene origen campesino y nació en un pueblo con un nombre tan ridículo como el suyo: Ríofrito. Llega a Bogotá buscando un futuro mejor. Los edificios y
las autopistas lo sorprenden y lo apabullan. Y también la realidad.
Se hospeda en la casa de Júpiter Castillo (Jorge Herrera), su tío, dueño del billar Parnaso y del condominio El Curubito. Júpiter es un viejo amarrado y de mal genio que siempre involucra a N.N. en sus problemas. Y como N.N., tiene el mal de familia: alardear, es un chicanero sin remedio.
El pantalón corto, por falta de tela, y las medias blancas, los sellos de N.N. Foto:Archivo EL TIEMPO
Su antagonista es doña Rotunda Altocopete (Flor Vargas). Rotunda –¡que manera de escoger los nombres!– es la dueña de los locales en los que Júpiter tiene sus negocios y siempre llega antes de tiempo para cobrar el arriendo, pero en su duro corazón hay un espacio para el adorable Nerón.
'N.N.' tenía gags, acción y caídas memorables; hacía parodias de películas como 'Rocky' o 'El inmigrante latino', o retomaba hechos noticiosos y los llevaba al absurdo como la inauguración de uno de los primeros locales de McDonalds o el rocambolesco robo del Banco de la República en Valledupar.
Además, hubo capítulos que se grabaron en Estados Unidos, en la frontera sur, y sus protagonistas fueron perseguidos en vida real por la policía cuando los pillaron sin los permisos de grabar, y salieron del lío con la ayuda de los actores y productores mexicanos que filmaban la telenovela 'Dos mujeres, un camino', entre Tijiuana y San Diego.
Las aventuras y desventuras de Navarrete tenían una musa. La Dulcinea del Toboso de Nerón era Hermelinda Bustos Altocopete (Irma Cristancho). Bonita, pero no muy inteligente, y siempre buscaba a nuestro héroe para que le solucionara sus problemas y le diera “luces”.
Nerón no se conformaba con ella y tenía un amor platónico que lo hacía suspirar como quinceañero: Amparo Grisales. “Él siempre buscaba la nenota que le diera su corazón y suspiraba por ella. Dormía con un afiche de ella, una foto espectacular y gigante. Esa idea fue de Carlos Duplat, el primer director del programa”, dice.
Escallón recuerda que era una época buena para los que hacían y vendían esos afiches, seguramente sin ningún tipo de derechos de autor. La calle estaba llena de posters gigantes de “Margarita Rosa de Francisco y Aura Cristina Geithner, y los galanes de turno”. NN, por supuesto, no tuvo el suyo.
La vida en un inquilinato
Hoy, Germán Escallón tiene 61 años (nació el 8 de marzo de 1960) y ya no vive en el centro de Bogotá, sino en el occidente, con su esposa, María Cristina Galindo, también actriz, y su hija, Myriam Escallón, una joven brillante y bonita que siempre habla con orgullo de su papá.
“Soy hijo único y tengo hija única, y así entiendo mucho más y mejor a mi mamá, ¡qué valor el suyo! Siempre creyó en mí”. Hoy, ella está en hogar geriátrico, sufre Alzahimer y aunque casi siempre lo reconoce, de la que no se olvida nunca es de su nieta, que lleva su nombre.
Esa mamá, cuenta Escallón, fue la primera que se paró al frente de la vitrina donde presentó su trabajo de tesis de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD).
Las vitrinas del almacén Kabana, en el centro de Bogotá, en la carrera 7 con calle 20, se usaban, entre otras cosas, para que cada tanto un grupo de modelos presentaran lo último de la moda del almacén.
Y Escallón vio en esas vitrinas el lugar perfecto para su tesis como clown. Habló con el dueño y montó la obra. La gente se empezó a agrupar y la imagen que se le quedó fue la de su mamá con la cara llena de lágrimas de la emoción de ver el talento desbordado de su hijo.
Escallón hacía teatro, mostraba su genialidad, pero en su casa las cosas no iban bien; sus abuelos no vieron con buenos ojos la carrera de artista de su nieto y “nos cortaran el chorro; nos tocó empezar a vivir en inquilinatos”.
Por eso, estos espacios tienen un gran significado para él, porque le ayudaron a descubrir otros mundos. Fue la mitad del universo de 'Amar y vivir' (la otra fueron las plazas de mercado, mundos que la abuela de Escallón conocía muy bien y que le enseñó a querer).
Escribió 'Amar vivir' con Carlos Duplat, la protagonizaron María Fernanda Martínez (Irene) y Luis Eduardo Motoa (Joaquín), Irma Cristancho, Horacio Tavera, Iván Rodríguez, Gerardo Calero, Waldo Urrego, Sigifredo Vega, Juan Carlos Arango, Inés Prieto, Germán Escallón y Jaime Santos. Fue una producción multipremiada que se emitió entre agosto de 1998 y diciembre de 1989.
Los protagonistas, después de pasar por un sinfín de inconvenientes y tribulaciones, llegan a un inquilinato donde las piezas son frente a frente, allí se conocen y empieza su historia.
Escallón por poco termina en otra rama de las artes; luego de un curso vocacional le dijeron a él y a su familia que el joven era perfecto para arquitectura y se presentó en la Universidad Nacional.
“Yo dibujaba muy bonito. Pero en la universidad me metí en los grupos de teatro y me encontré con que la carrera que escogí inicialmente estaba relacionada con el arte, por eso hay tantas personas que pasan de la una a la otra sin problema, como el maestro Santiago García”, dice.
Convencido de su pasión, se matriculó en la Escuela Nacional de Arte Dramático y unos profesores del Teatro Libre, que eran sus maestros, lo recomendaron con su director, Ricardo Camacho.
“Se le ocurren cosas diferentes”, le dijeron a Camacho, y lo llamó para un montaje de un festival de la desaparecida Colcultura, allí conoció a Carlos Duplat y su destino empezó a tomar rumbo.
“Estuve tres años como actor invitado y un día Duplat me dijo que iba a dirigir una serie en Colombiana de Televisión: 'Oro'. Interpreté a Año Nuevo Guarín y me gané el premio India Catalina de Televisión como actor revelación”.
Empezó a hablar de sus ideas. Y Duplat, a prestarle más atención. La imaginación de Escallón no paraba, mezclaba lo que creaba con los recuerdos que tenía de las radionovelas. “Me encantaban Kalimán y los programas cómicos de la radio, eso mueve mucho la cabeza, porque uno se figuraba cómo eran esas voces en su parte física, imaginaba los efectos. También tenía una gran afición por los musicales: 'Mary Poppins', 'West Side Story'. Me enamoré de Audrey Hepburn en 'Mi bella dama'”.
En su adolescencia hubo más 'gasolina' imaginativa. Cerca del colegio Agustiniano de La Candelaria, del que recuerda su hermosa iglesia y las obras de arte, estaba el Salesiano León XIII, “donde vendían libritos de sainetes y a mí me dio por adaptar algunas cosas”.
Esa imaginación entrenada fluyó al lado de Duplat, “porque yo sabía de unas cosas y él de otras, y eso se vio en 'Amar y vivir', por ejemplo. Y estaba todo lo que había visto de cine mexicano, con figuras como Lola Beltrán y Pedro Infante, y lo que llegaba de la española Marisol. Toda era una mezcla”.
Escallón le hablaba a Duplat del pregón de la plaza de mercado, del “lleve el aguacate, el aguacate, el aguacate, de ese universo colorido, de las vendedoras, mientras iba poniendo lo que sabía de armas y conflicto. Conversábamos y él volvía literatura nuestras conversaciones en sus libretos. Con esa producción ganamos el premio Simón Bolívar a mejor guion”.
Luego llegó 'N.N.' y la leyenda. Malcom Aponte, en ese momento productor de Colombiana de Televisión y uno de los más importantes conocedores de este medio en el país, le propuso hacer una comedia y con ella, “las angustias de la creación, porque eso de hacer un libreto y estar al frente de todo es muy complicado, pero las cosas, milagrosamente, salían”.
Aunque no sin problemas. Escallón amaba hacer las escenas de acción de Nerón, un día un salto no salió bien y en la caída en una cama, se le zafó la retina. Tuvieron que parar las grabaciones durante tres meses. En otro accidente se dañó el talón de Aquiles.
“Pero era muy claro que siempre estaba el deber de hacer N.N., era un rebuscador, como yo, a mí me tocó rebuscarme la vida haciendo teatro callejero para poder sobrevivir con mi mamá. Con un grupo de amigos éramos, además, consecuentes con lo que habíamos estudiado. Íbamos los fines de semana a la ciclovía y conseguíamos lo del pan de la semana. Todo ese universo sigue vivo en el centro, en San Victorino, donde uno ve a la gente intentando vender sus cosas para su sustento, y así es en la mayoría de la población mundial”.
Y punto aparte merece la pinta del glorioso emperador del rebusque. “Yo quería que N.N. no fuera tan caracterizado, que el traje no fuera tan estrambótico, sino que como el que se ponen los personajes que se la pasan alrededor de los juzgados. Nerón tenía que usar traje y corbata, pero en mi historia, la tela no le alcanzó al sastre y le quedaron cortos los pantalones. La gente se acuerda de eso y de las medias blancas”. Y de los zapatos ‘escotados’, que Nerón lucía en cada capítulo.
En el bus del colegio, Germán Escallón les contaba a sus compañeros las películas que veía en los cines. Foto:Héctor Fabio Zamora. EL TIEMPO
El glorioso rey del rebusque
Hace poco Escallón volvió al inquilinato que sirvió de inspiración para Amar y vivir, en una calle empedrada de La Candelaria. Y allí se le revolvió la nostalgia de ver que el seriado, como tal, desapareció.
“Ahora no se siente la fuerza literaria en los libretos. Antes, por el género, por el tipo de historia, se sabía quién escribía. Eso llegó como hasta los Mauricios y Mónica Agudelo. Es una lástima que no se dieran relevos, que se perdieran las firmas de las historias”.
Tampoco olvida los equipos técnicos con los que trabajó: “Todos, la dirección creativa, los asistentes de producción, de dirección, éramos un grupo emocionante, nos motivaba la dramaturgia, nos sentíamos importantes por la creación, hoy, aún, hablo con muchos de ellos, sobre lo que hicimos y aprendimos”.
De todo ese movimiento, agrega, salieron las escenas físicas y locas de 'N.N.', los toques de comic, “por ejemplo, cuando él iba en su motoneta, al frenar le salían chispas de los zapatos; cuando boxeaba, el contrincante me ponía el pie encima de mi zapato, me daba en la cabeza y yo rebotaba”.
'N.N.' llegó a su fin porque hubo un cambio de director y a Escallón no le gustó. “No le cogió el 'swing', el programa tomó un humor idiota, las locaciones no eran bonitas, se acabó la creación colectiva”. Él mismo determinó que era hora de irse.
Continuó su carrera con 'Fronteras del regreso', 'Pedro el escamoso', 'La mujer del presidente', 'Hasta que la plata nos separe', 'Garzón', 'El man es Germán' (en sus temporadas del 2011, 2012 y 2019) y 'La ley del corazón', entre otras producciones, pero como dijo recientemente el actor Orlando Valenzuela en un especial que le hicieron a Escallón en 'Se dice de mí', de Caracol, “es un hombre que se merece mucho más reconocimiento, por todo ese gran legado”.
Con el actor Jorge Herrera, derecha, y Jaime Andrés Monsalve, en la grabación del conversatorio que se será por RTVlay. Foto:Señal Colombia
Incluso, actores que han hecho estudios de clown lo consideran maestro y referente.
Los años han pasado, pero su voz se conserva fuerte. Su mirada sigue teniendo la bondad del 'N.N.' que era fantochero, pero más buena persona que otra cosa.
El año pasado, confiesa, la vio difícil. “Fue muy árido, mucho más que el 2020, en el que sí hubo varias opciones, pese al encierro”.
En lo que va de este 2022 sigue trabajando en algunas opciones que han salido recientemente, incluida una película que espera que se filme. “También, tengo algunas propuestas de hacer un monólogo”, cuenta.
Escallón, como 'N.N.', no le tiene miedo al rebusque. Hace lo que tiene que hacer; recuerda los días en que terminaba las funciones de teatro callejero con su grupo y los bolsillos llenos de monedas.
“Cuando volvíamos al barrio, al inquilinato, llegábamos con títeres y les montábamos a los niños espectáculos. Se ponían felices, fue una época de mucho amor y fantasía”.
Él y su mamá vivieron en dos inquilinatos, uno en La Candelaria y otro en Las Cruces. Uno más grande que otro. Se cuidaron y apoyaron siempre. Hoy, ella y una prima en segundo grado, están a cargo de Escallón. Él no olvida el orgullo de su mamá por su hijo actor, por eso sigue luchando la vida, como los N.N. de este país, como el héroe nacional Nerón Navarrete, que empezó a tener personalidad cuando Escallón decidió ponerle ese nombre insólito, “porque, ¿quién le da a su hijo semejante carga de nombre? ¡Nerón! Navarrete, por su lado, me pareció un apellido sonoro”.
El 2 de febrero, dos días antes del antes del lanzamiento del primer capítulo de 'N.N.', en Señal Colombia habrá un conversatorio entre Escallón y Jorge Herrera, el inolvidable papá de Betty la fea y el inmortal tío de NN: don Júpiter Castillo. Jaime Andrés Monsalve, de Radio Nacional, es el moderador.
Se llama 'N.N. - INNvencible', a las 6 p. m. por rtvlay.co