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Copa América: 'Aristi', el hombre de los 348 goles

Víctgor Hugo Aristizábal habló con BOCAS. Glorias y nostalgias de un capítulo del fútbol colombiano.

Vícctor Hugo Aristizábal en la edición 107 de Revista BOCAS.

Vícctor Hugo Aristizábal en la edición 107 de Revista BOCAS. Foto: Revista BOCAS

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Cuando se habla de Víctor Hugo Aristizábal se habla de Atlético Nacional, y cuando se habla de Atlético Nacional es imposible desprenderse de la figura de este goleador antioqueño. Como si fueran un solo nombre. Sus 208 goles con la camiseta del “verde” y sus 379 apariciones con ese club lo ubican, sin duda alguna, en las letras doradas de la historia de uno de los equipos más populares de Colombia y lo centran, además, como uno de sus más grandes ídolos.
Víctor Hugo Aristizábal nació para vivir del fútbol. Hoy, a sus 49 años, todavía le brillan los ojos cuando habla de la pelota. Ni hablar de cuando empieza a recordar historias, goles y sucesos de su extensa carrera como futbolista. También se emociona al mostrar videos de Emilio, su hijo de 15 años, quien actualmente está en las divisiones menores de Atlético Nacional y con quien ha trabajado y sigue trabajando fuertemente para que, como él, pueda ponerse oficialmente la camiseta del equipo de sus amores.
Creció junto a su familia paterna, rodeado de hinchas del Medellín. Todos los Aristizábal, menos su padre, son hinchas del “poderoso”. Pero él, desde chiquito, rebelde —y con la complicidad de su padre—, se hizo del verde. Sus tíos lo llevaban al Atanasio a ver al Medellín, le compraron hasta camiseta, pero pudo más el vínculo con su papá, que cada vez que lo veía salir hacia el estadio le decía: “Vaya, pero no se le olvide que usted, como yo, es hincha de Atlético Nacional”.
Víctor Hugo se emociona fácil. Distinto a esa faceta ruda y polémica que mostraba en la cancha, Aristizábal es de llorar fácil, de recuerdos profundos y de mucha sensibilidad. Por eso, cuando empieza a recordar el porqué fue tan resistido en otras ciudades del país cuando iba a jugar con Atlético Nacional y hasta con la Selección Colombia, todavía se molesta, le duele y le cuesta encontrar la explicación a una situación que tuvo que vivir y aguantar durante la mayoría de su carrera como profesional.
En su momento fue tan querido en Medellín, como repudiado en las otras ciudades. Asegura que todo fue a raíz de una guerra mediática que empezaron algunos desde los micrófonos en Bogotá, Medellín y Cali y que él, junto con otros jugadores, terminaron pagando y también, de cierta manera, siendo protagonistas de enfrentamientos regionales que a la final lo único que hicieron fue aumentar la polémica y los disgustos entre periodistas y futbolistas.
'Aristi', como es recordado, fue campeón con la Selección Colombia de la Copa América 2001 y fue el goleador de aquella edición, con 6 anotaciones.

'Aristi', como es recordado, fue campeón con la Selección Colombia de la Copa América 2001 y fue el goleador de aquella edición, con 6 anotaciones. Foto:Pablo Salgado

Su paso por Brasil es quizá uno de los más exitosos (si no el más) de un extranjero en el fútbol de ese país. Jugó en 5 equipos distintos: Sao Paulo, Santos, Vitória, Cruzeiro y Coritiba, donde consiguió 6 títulos en ese país: 1 Brasileirão, 1 Copa de Brasil y 4 torneos estaduales. Celebró 110 veces e hizo parte de equipos históricos del país donde se juega el fútbol más hermoso del mundo. En el 2003 fue el máximo goleador del Brasileirão con Cruzeiro y, a su vez, considerado el jugador extranjero más valioso de la liga de Brasil.
Tuvo un efímero paso por el fútbol español, donde apenas jugó 7 partidos con la camiseta del Valencia y no pudo anotar goles. Su relación con Guus Hiddink no fue la mejor y no tuvo el suficiente tiempo de adaptación, lo que lo hizo regresar al fútbol colombiano para luego brillar en el continente sudamericano.
Cada vez que se puso la camiseta de la Selección Colombia se destacó. Fue uno de aquellos históricos que hicieron todo el proceso juvenil, para luego consagrarse con la absoluta. Estuvo en la nómina de Estados Unidos 1994, pero no tuvo minutos oficiales. Para Francia 1998 volvió a ser convocado y jugó los 3 partidos de la primera ronda. Se puso 66 veces la camiseta de la Selección y anotó 15 goles, 6 de ellos en los 6 partidos que jugó en la Copa América 2001; único título oficial que tiene la Selección en la categoría mayores y en la que él, sin duda alguna, fue la figura. Además, asegura él, fue el momento preciso en el que la gente hizo las paces con el Aristizábal de Nacional y sintió por primera vez el apoyo del hincha que iba a acompañar y apoyar a la tricolor.
Cuando tenía 13 años, a mi papá lo matan… No fue fácil, porque mi mamá entró en una depresión muy fuerte y cayó en el alcoholismo. Fueron 2 años bravísimos en mi vida
Quiso tanto su profesión que su retiro le trajo problemas. Lloraba desconsolado por la inactividad. Estuvo cerca de la depresión y varios meses se despertó y se montó a su carro para ir al entrenamiento cuando ya había colgado los guayos.
Su vida no puede verse lejos de Medellín, donde nació, en una familia de clase media, pero en la que tuvo que sortear los problemas económicos luego de la muerte de su padre. También, tuvo que apoyar y sobreponerse a los problemas personales de su mamá, quien, a raíz del asesinato de su esposo, cayó en una profunda crisis de alcohol y depresión. Cuenta con orgullo aquellos momentos duros y no duda en resaltar que es de ahí de donde viene ese carácter fuerte, a veces intransigente, que lo llevó a ser grande entre los grandes del fútbol colombiano.
Hoy, sus días los dedica a su familia. Como la mayoría de los futbolistas profesionales, pasó la mayor parte de su vida en hoteles y estadios, mientras sus hijas crecían. Por eso les dedica tanto tiempo a ellas, a su esposa y a su consentido Emilio.
Tiene una escuela de fútbol donde busca formar los jugadores colombianos del futuro, pero siempre pone por delante la relación con las familias de los niños que asisten a su escuela. No concibe al futbolista profesional alejado de su familia. No hay partido de fútbol que no vea y, cuando queda tiempo, ve una que otra serie. Desde hace 7 años es analista en televisión. Su debut lo hizo en Fox Sports y hoy hace parte del grupo de istas de ESPN Colombia, donde lo volvieron a juntar con el compañero con el que él asegura que más disfrutó jugar al fútbol: Faustino ‘el Tino’ Asprilla.
Su vida futbolística está ligada a Atlético Nacional. ¿Desde niño siempre quiso jugar ahí?
Sí, pero casi termino en Independiente Medellín. Yo empecé jugando en un equipo que se llamaba Asesorías Hernando Díaz. Ese señor siempre me apoyó y creyó en mí cuando jugaba la liga antioqueña de fútbol; gracias a él llegué a la Selección Antioquia. Luego de jugar en ese equipo, ya más grande, pasé a jugar a un equipo que se llamaba Liceo Antonio Nariño y ahí un señor, que nunca supe por qué, tenía mis derechos deportivos y los quiso negociar con el Medellín, pero Juan José Peláez, que ya me había tenido en la Selección Antioquia, no dejó y al final terminé firmando con Nacional.
Hay un hecho determinante en su vida y es la muerte de su papá. ¿Cómo fue eso y qué recuerdos tiene de esa época?
Nosotros tuvimos una infancia muy tranquila y feliz. Yo crecí en una familia de clase media de Medellín donde nunca faltaba nada. Éramos muchos Aristizábal y vivíamos todos juntos, pero cuando tenía 13 años, a mi papá lo matan y ahí la situación cambia. Él era el que respondía por la familia, y al él ya no estar, pues la cosa se puso dura. Con la ayuda de otros familiares nos tocó cambiarnos de barrio a uno más humilde. Mi hermano empezó a trabajar de día y a estudiar de noche para ayudar en la casa. Yo también en las mañanas iba bien temprano a comprar El Colombiano con un vecino para venderlo antes de entrar al colegio y con eso tenía para las onces y para aportar en la casa. No fue fácil, además porque mi mamá entró en una depresión muy fuerte y cayó en el alcoholismo. Fueron 2 años bravísimos en mi vida. Pero estoy seguro de que todas esas situaciones de vida, que por fortuna las sacamos adelante, me forjaron el carácter y las ganas que tuve para poder jugar fútbol. Teníamos dos opciones, echarnos a la pena o sacar adelante a la familia, y escogimos la segunda; mi hermano en eso fue fundamental.
¿Y el fútbol? ¿Con todos esos problemas había tiempo para jugar fútbol?
¡Ufff! Es que yo nunca dejé de jugar fútbol. Yo vivía en el barrio Belén en Medellín y muchas veces dejaba de ir al colegio por irme a jugar fútbol. En esa época había una cosa que se llamaba los desafíos, y es que jugábamos entre barrios. Yo era de Belén San Bernardo y jugábamos contra Belén Las Playas, Belén La 72. Entonces nos veíamos en una cancha de arenilla que había cerca al colegio y le dábamos y no iba a clase. Eso sí, apenas volvía, mi mamá me estaba esperando y me pegaba unas pelas durísimas, pero valían la pena [risas].
Rodrigo García Barcha es la portada de la edición 107 de Revista Bocas, publicada en junio de 2021.

Rodrigo García Barcha es la portada de la edición 107 de Revista Bocas, publicada en junio de 2021. Foto:Revista BOCAS

¿Y en esos desafíos se dio cuenta de que lo suyo era jugar al fútbol?
Yo digo siempre que uno tiene que tener algo de suerte en la vida, y yo la tuve. Una vez estaba en Guayabal visitando a un primo y pasó un señor a invitarnos a unas pruebas en un equipo de liga y fuimos. Empezamos a entrenar y a jugar liga. Yo antes de eso no tenía ni idea qué era eso. Entonces, unos meses después nos mandaron a las convocatorias de la Selección Antioquia. Fui, me probé y no quedé en esa primera selección. Ese día había por ahí 100-150 niños, me dieron 10 minutos y no pasé. Pero a los 8 días, Carlos Jiménez, que era vecino mío y jugaba en la juvenil, me dijo que lo acompañara a un entrenamiento. Era un martes, me acuerdo mucho. Y justo ese día, la prejuvenil, donde yo había hecho las pruebas, estaba entrenando, pero les faltaba uno para la práctica de fútbol y me dijeron que si quería entrar para completar el equipo, y de ahí nunca más salí. Ese día jugué mucho y Juan José Peláez me dijo que quedaba en el equipo.
¿Es cierto que usted jugó de 10 en ese equipo? ¿Por qué terminó como delantero?
Luego de pasar por la Selección Antioquia, voy a Nacional y allá está Nelson Gallego. Y él es el que me trabaja y me convence de jugar de delantero. Realmente él me enseñó todo lo que sé de la posición. Hacíamos trabajos específicos todos los días. Definir, decidir, girar, perfilarme. Todo. Y ahí me quedé, haciendo goles.
¿Y su debut como profesional? ¿Qué recuerdos tiene de su primer partido?
Yo hacía parte del equipo satélite del 90. En ese tiempo, la mayoría de los del equipo titular de Nacional hacían parte de la Selección Colombia. Yo ese año hice la pretemporada con el equipo profesional y me acuerdo que Juan José Peláez y Luis Fernando Suárez eran los entrenadores y me convocaron para un partido contra el Pereira. Ahí también me dijeron que iba de titular y yo no dormí la noche anterior. Tenía un “cagazo” bravo. Hasta diarrea me dio la noche anterior; me logré dormir como a las 3 de la mañana. En la mañana me relajé, pero cuando me subí al bus para el estadio, ¡eh, ave María, qué susto tan hp! Ganamos, 1-0, no hice gol, pero me hicieron el penalti ese día. Mi primer gol como profesional se lo hice después al Sporting en el segundo partido de mi carrera como profesional.
Después de eso tiene 3 años muy buenos en Atlético Nacional y también buenas apariciones en la Selección Colombia. Y es ahí cuando llega su traspaso al Valencia. ¿Cómo fue y por qué no logró consolidarse en Europa?
Yo creo que me apresuré. Pero también en ese momento pensaba que era la oportunidad de mi vida y cómo le iba a decir que no al Valencia de España. En realidad, todo estaba encaminado para ir al Parma. Faustino estaba haciendo todo lo posible para que yo fuera, pero en un partido amistoso de la Selección Colombia contra Sao Paulo en Bogotá, el vicepresidente del Valencia vino a ver a otro jugador. Y yo ese día jugué muy bien, hasta hice el gol con el que ganamos. Entonces, ya en el hotel, yo estaba tranquilo en la habitación, cuando Bolillo llegó y me dijo: “Que si se quiere ir para el Valencia”. Y yo ahí quedé loco. ¿El Valencia? Le dije, y me respondió que sí, pero que en 4 días ya tenía que estar allá. Yo la verdad no sabía qué hacer, pero cómo me iba a negar a esa posibilidad. Entonces decidí irme para allá, firmé el préstamo —quizá ahí estuvo el error— y arranqué.
¿Por qué el error? ¿Eso influyó en que haya sido tan poco tiempo?
Claro. Si yo hubiera esperado un poco, hasta me compraban, y ahí la cosa era diferente. Pero, repito, no podía dejar pasar esa oportunidad. Imagínese, llegué y a los 3 días me tocó debutar contra el Real Madrid en el Bernabéu (risas). Eso era otro mundo para mí, pero estaba feliz. Y no me fue mal, no hice goles, pero en el juego me fue bien. Eso sí, la relación con Hiddink no fue tan fácil. Siempre me sacaba, era el primer cambio del equipo en todos los partidos. En el partido contra el Barça fui la figura del primer tiempo y en el camerino dijo que yo salía. Todo el mundo se miraba y no entendía. Después del partido, le preguntaron que por qué me había sacado, y yo estaba en el bus oyendo la conferencia de prensa. Dijo que yo no hacía la diferencia en el equipo. Ese día se me salían las lágrimas de la rabia. Y pasaron los 3 meses del préstamo, fui a jugar el mundial y no volví.
Usted antes dijo que Faustino estaba haciendo todo para llevarlo al Parma. ¿Cómo fue esa relación con Asprilla?, ¿todavía son amigos?
Fausto es mi hermano. Nos conocimos en el 90 en Nacional y desde que empezamos a jugar juntos nos entendimos muy bien. Casi que sin mirarnos sabíamos dónde estaba el otro. Y da la casualidad que Faustino llegó a vivir en una casa muy cerca de la mía y nos íbamos juntos siempre para el entrenamiento. Ahí nació la amistad. Somos muy diferentes, pero esa es la razón por la que nos la llevamos tan bien. Tanto que hoy vivimos juntos en Bogotá cuando nos toca ir a hacer los programas en ESPN [risas].
Aristizábal es el máximo anotador de Atlético Nacional en su historia y es considerado uno de los más importantes delanteros extranjeros que han pasado por el fútbol brasileño.

Aristizábal es el máximo anotador de Atlético Nacional en su historia y es considerado uno de los más importantes delanteros extranjeros que han pasado por el fútbol brasileño. Foto:Pablo Salgado

La relación con Hiddink no fue tan fácil. Siempre me sacaba, era el primer cambio del equipo en todos los partidos
Volvamos al fútbol. Usted regresa a Nacional, juega dos años más con el verde y ahí se va para el fútbol brasileño. ¿Cómo es llegar a un país que por momentos parece ajeno al nuestro hasta por el idioma?
Yo firmé en 1995 con Sao Paulo, para ir a jugar en el 96. Telé Santana fue el técnico que me pidió y así se dio. Pero esta vez el equipo sí compró mis derechos deportivos, entonces ahí sí tuve mucho más tiempo de adaptación y me acomodé; fui muy feliz en Brasil. De los 5 equipos en los que jugué tengo los mejores recuerdos. Hice goles, compaginé con la gente, el hincha me quiso mucho. Hasta en Santos, que fue donde menos jugué por la lesión de ligamento cruzado que tuve, pero con todo y eso, en los primeros 5 partidos que jugué hice 4 goles, después me rompí y duré 4 meses para volver. Hice una apuesta y la gané.
¿Qué apuesta y con quién?
Cuando me rompí el ligamento cruzado, después de los exámenes, el médico y el fisioterapeuta del equipo me dijeron que el tiempo de recuperación era de 6 a 8 meses. Y les dije que no, que yo antes de 5 meses iba a estar jugando de vuelta. Entonces apostamos. Si yo ganaba, ellos pagaban la fiesta de cumpleaños de Catalina, mi esposa. Si yo perdía, los invitaba a comer por un mes donde ellos quisieran... ¡Ja! Viera la fiesta que nos pegamos y todo pagado por ellos [risas]. Yo me lesioné en enero y en abril ya estaba de vuelta. En 4 meses y 15 días volví a jugar con el equipo profesional y ese día hice gol. Recuerdo que el técnico era Leao, pero con él también la relación fue complicada.
Usted siempre tuvo un carácter especial. ¿Tuvo muchos problemas con los técnicos?
Con algunos sí. A los que no les gustaban los jugadores con carácter. Con Hiddink, con Leao y con Autuori la relación no fluyó, y al principio con Luxemburgo fue difícil, pero después, ¡ufff!, de los mejores que he tenido. Imagínese que un día me tiraron un balón y yo la quise entregar de primera y me la robaron. Pues Luxemburgo paró el entrenamiento y me dijo de todo, a los gritos. Y yo me le paré, le dije que me dijera las cosas, pero no a los gritos. El tipo terminó el entrenamiento ahí y yo hasta le dije que si no le gustaba como yo jugaba que les dijera a los directivos [risas]. Al día siguiente nos reunieron a él y a mí con el presidente. Hablamos, nos dijimos las cosas y de ahí en adelante siempre me tuvo en cuenta, se dio cuenta que yo tenía carácter para jugar en Brasil y que le iba a dar resultados.
Usted hablaba mucho en la cancha. Alegaba, manoteaba, peleaba. Con los árbitros, ni hablar.
¡Ja! Con los árbitros sí era muy cansón. Pero es que había unos que se equivocaban mucho y yo me jugaba la vida en cada partido. Si ahora se equivocan con VAR, imagínese lo que era antes sin VAR [risas]. Y lo de la alegada en la cancha también era parte de la estrategia. Yo “guapeaba” al que fuera; era la manera de ganarme el respeto. Yo bien chiquito y me tocaba enfrentarme contra esos centrales grandotes que pegaban desde el minuto 1, pues me tocaba ablandarlos a punta de lengua. Eso sí, cuando recibía la pelota estaba concentrado para desmarcarme y meterme al área.
Jugando usted siempre hizo buenas duplas en ataque. ¿Cuáles son las que más recuerda de su carrera profesional?
Con Faustino, sin duda alguna, la que más. Todavía seguimos siendo dupla [risas]. Pero, en Sao Paulo, con Dodo hicimos cualquier cantidad de goles; disfrutaba muchísimo jugar con él. Y en Cruzeiro, con Alex. Con él salimos campeones del Brasileirão y yo salí goleador ese año de la liga; fue espectacular.
En su carrera hay dos goles memorables: el de escorpión a Chile y uno de chilena que le hizo al América. ¿Con cuál de los dos se queda?
Me quedo con los dos. Fueron unos golazos. Es más, si quiere le complemento para hacer un top 3 que yo tengo y cada quien los pone en su orden. Sumémosle un gol que le hice a Flamengo con Cruzeiro. Ese fue en la final de la Copa de Brasil. Un centro desde la izquierda de Alex y yo echo el cuerpo para atrás y cabeceo fuerte arriba. ¡Golazo! Ese es mi top 3 de los 348 goles [Risas].
Volvamos a Colombia. Usted es ídolo de Nacional, de eso no hay duda. Pero siempre fue muy resistido por las otras hinchadas, ¿por qué cree que pasó eso?
Desafortunadamente, entramos en una pelea que no era nuestra. Digo entramos porque muchas regiones la cogieron contra nosotros los paisas, como si nosotros no fuéramos colombianos. Había una “guerra” mediática entre algunos periodistas de Bogotá, Medellín, Cali y la costa por un regionalismo inexplicable, y nosotros fuimos el daño colateral de eso. Entonces toda esa polémica que había en los micrófonos nosotros la heredamos y hubo muchos periodistas que se metían directamente con los jugadores. En esa época la gente oía mucho radio y creía lo que se decía ahí, y pues también la cogieron contra nosotros y nos puteaban en todos los estadios que íbamos. Y por lo menos en mi caso, mi manera de defenderme fue en la cancha, rendir siempre y no hablar con la prensa; quería proteger mi vida, mi familia, y eso a muchos periodistas no les gustó.
Sin balón hice 348 goles, ¿se imagina que hubiera tenido el balón?”.
¿Y esa relación con la gente, con las hinchadas de los otros equipos cambió con su retiro?
No. Mucho antes. Gracias a lo que pasó en la Copa América del 2001 la gente se dio cuenta que no tenía sentido andar peleando entre regiones y que todos íbamos a defender al país y a una misma camiseta. Ese año la situación social en Colombia no estaba fácil y cuando la gente vio que nosotros íbamos a jugar con toda por la Selección, nos recibieron en todas las ciudades a las que fuimos con mucho cariño y apoyo. Muchos critican ese título, pero nosotros hicimos lo que teníamos que hacer, salir, jugar, y con todo y eso nos la ganamos y la gente desde ahí valoró mucho más a los que íbamos a la Selección. Y tengo la seguridad que esa energía positiva que sentimos en los 6 partidos que jugamos fue clave para ganar la Copa.
¿Y con la prensa, usted no es de estar dando notas ni hablando con los medios?
Sí, eso es cierto. Pero fue la manera que yo encontré para defenderme y protegerme. A mí al principio me costaba mucho asimilar todo lo que decían de mí y de mis compañeros. Entonces, para no entrar en ese juego, preferí el silencio. Soy consciente que muchas veces pasaba derecho sin dar declaraciones, pero era justamente para eso, para no entrar en esa disputa que había alrededor del fútbol colombiano en esa época. Hoy, todavía me cuesta, pero he mejorado. El haber estado todos estos años en los medios me hizo entender que muchas cosas son más las que se dicen hacia afuera que realmente lo que pasa. Y vea, aquí estoy haciendo el esfuerzo con usted [risas].
Usted es uno de los jugadores con mejor promedio goleador en relación con partidos jugados con Colombia (15 goles en 66 partidos). ¿Qué recuerda de su paso por la Selección?
¡Uy, no!, se me vienen muchos recuerdos. Muchos. Los mundiales, la Copa América. Hasta los Olímpicos del 92. Esa fue una de las concentraciones en las que más me he reído. Imagínese que íbamos en el bus camino a la villa olímpica. Y cuando ya íbamos llegando vimos muchas cámaras, muchos periodistas. Y en el bus, Faustino e Iván René Valenciano se pusieron gafas, vestido. Mejor dicho, se arreglaron porque los acababan de comprar para el fútbol italiano. Eso, pues, parecían estrellas. Cuando nos bajamos, nadie les dio bola, pasamos derecho y nos mandaron por allá a una torre de atrás. Y ‘Carepa’ fue a preguntar que por qué tanto alboroto con la prensa, y era que estaban esperando al Dream Team de la NBA, ¡ja!, y estos creyendo que los iban a entrevistar. No podíamos de la gozada que le metimos a ese par [risas].
Su vida siempre giró alrededor del fútbol, pero usted en varias ocasiones ha dicho que le faltaron años por jugar. ¿Todavía lo ve así?
A mí me encanta el fútbol. Y disfrutaba muchísimo jugar fútbol. Pero cuando empezaron a llegar las lesiones, quería que la gente se quedara con una buena imagen de Aristizábal como jugador. Yo me retiré de 34 y creo que estuvo bien. Quizá me hubiera dado para jugar un par de años más, pero creo que tomé una buena decisión. Eso sí, me dio muy duro dejarlo. Fueron 6 meses bravos. Madrugaba como si tuviera que ir a entrenar. Hasta me montaba al carro y decía, “¿pero para dónde voy?” Lloraba mucho viendo los videos. No puedo decir que tuve depresión, pero me costó mucho. Entonces me refugié en mi familia, en la recuperación de mi familia, y me dediqué a Emilio. A disfrutarlo, a verlo crecer y a acompañarlo en su formación, y ahí vamos. Ya está en las inferiores de Nacional y va bien, con calma, pero lo veo bien.
¿Todavía le molesta que digan que usted fue el mejor delantero del mundo sin balón?
¡Eghh! No, no me molesta. Lo que no entiendo es por qué lo toman como burla. Es que en el fútbol hay 21 jugadores que juegan sin balón, y Pacho en eso fue claro, pero, como en la mayoría de las veces, lo descontextualizaron. Ahora, le pregunto yo: Sin balón hice 348 goles, ¿se imagina que hubiera tenido el balón? [risas].
Apertura de la entrevista de Víctor Hugo Aristizábal en la edición impresa de Revista BOCAS, publicada en junio de 2021.

Apertura de la entrevista de Víctor Hugo Aristizábal en la edición impresa de Revista BOCAS, publicada en junio de 2021. Foto:Revista BOCAS

* * *

Gracias por leernos.
POR: SEBASTIÁN HEREDIA
FOTOS: PABLO SALGADO
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 107.  JUNIO - JULIO 2021

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