Un poco más de dos millones de vacunas se han puesto en Colombia. Eso significa que muchas personas del área de la salud y que han estado en la primera línea resistiendo como los más grandes héroes, ya están un poco más protegidas contra el covid-19.
Igualmente los adultos mayores. Primero, los de 80 años y más, y luego, los mayores de 60 años, que son la memoria que hay que cuidar.
Luego vendrán los demás, haciendo la fila, pero primero los primeros.
Porque en medio de todo el dolor que ha generado esta pandemia, con las más de 63.000 muertes en el país, dejando a padres, hijos, esposos, esposas y hermanos sin sus seres más queridos; en medio de la fuerte crisis económica que vive buena parte del mundo, en medio de las pérdidas de empleos y calidad de vida de las que el planeta tardará en recuperarse varias décadas, hay una luz de esperanza con las vacunas.
Este es el tema del domingo 4 de abril del blog Paz y Desarrollo de eltiempo.com (http://blogs.eltiempo.com/pazydesarrollo/, a cargo del Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Luis Mariano Montemayor.
Sus palabras nos llevan a la reflexión del sentido de la Resurrección y de la Pascua.
Y ese sentido incluye que muy pocos han pensado que durante los tiempos más duros de la pandemia, miles de científicos en todo el mundo trabajaron sin descanso para encontrar la vacuna.
Mientras en un lado del planeta la gente dormía, en el otro extremo los laboratorios eran espacios de análisis, de ensayo y error, de verificación de la conformación del virus, para saber cómo atacarlo y darle esperanza a la humanidad.
Igualmente, el mundo vivió de nuevo una Semana Santa sin ceremonias masivas. Se repitió el silencio del año pasado como para decirnos que no lo hicimos bien, que no nos cuidamos como debíamos y que tenemos que seguir a la espera de terminar con el flagelo del covid-19.
“La buena noticia de la Resurrección de Cristo, inesperada e increíble, humanamente hablando, ha iluminado como una llama potente la noche de la vigilia pascual, en la cual hemos bendecido el fuego nuevo que enciende el cirio pascual. Se trata de una noche que representa toda la oscuridad de un mundo que ya enfrentaba desafíos formidables y que ahora se encuentra abrumado por una pandemia interminable. Una pandemia que somete a cada una de nuestras familias y a cada uno de nosotros a una dura y angustiante prueba”, escribe monseñor.
En estos tiempos donde no hay nada claro aún, aunque ya hay un poco de esperanza, es importante tener encendido ese cirio pascual en nuestro corazón.
Sea cual sea nuestra creencia, esa luz en el alma debe darnos un poco de consuelo para saber que es necesario esperar tiempos mejores, pero poner de nuestra parte para que lo sean.