Está bien mirar el Instagram de White Tree, una empresa de tres venezolanas radicadas en Colombia.
Los tenis son muy bonitos. Los vestidos de baño, también, y a lo anterior se suman los rios, que seguramente les van a gustar mucho a quienes los usan.
Las dueñas de White Tree son
tres venezolanas: Beatriz Paz Castillo, María Alexadra Placeres y Vicky Calderón. De su tierra trajeron a esta tierra su
talento, su disciplina y su idea de
hacer empresa.
Pero mejor no hablemos de tierra extraña. Un día fuimos una sola y por cosas de hombres, guerras y política, nos dividieron.
Otro día, muchos de aquí se fueron para allá e hicieron vida y empresa, tuvieron hijos venezolanos y las generaciones fueron pasando, lejos de la cultura colombiana.
Ahora, no hace muchos días, ellos tuvieron que venir acá por los cambios de su país. Siguen llegando. Unos los quieren, otros no. Muchos, muchísimos, la gran mayoría, están trabajando, en la lucha, sus niños van a colegios colombianos, aprenden lo que les enseñan de nuestra historia, construyen.
Unos pocos repiten historias no tan buenas que los de aquí también han escrito en otros lugares.
Y mientras esto pasa, las súper poderosas de White Tree nos cuentan su historia, que se podrá leer este 2 de enero en el blog Café literario (http://blogs.eltiempo.com/cafeliterario).
Porque no se trata solo de vender. Claro, está ahí un tema económico de supervivencia, como nos pasa a todos de una u otra manera.
Para ellas es importante el empoderamiento femenino. De hecho, solo viendo su Instagram cualquiera se da cuenta de que son muy feministas.
Sin embargo, van más allá. En medio de los productos que ofrecen, hay frases que motivan, que llevan a hacerse preguntas, que dicen que hay que caminar, así no sea con los zapatos que ofrecen, sino con lo que cada una tenga puestos.
Y eso es valioso en el mundo de hoy –y más en este momento que no terminamos pero que caminamos aún con mucho miedo-, porque viene de unas mujeres que además trabajan con una microempresaria que, a su vez, emplea a jóvenes en condición de discapacidad. Y eso teje redes que se vuelven fuertes.
Por eso, una de sus frases es especial. Parece una plana de colegio y deberíamos escribirla todos, así, como una plana: “Hoy decido aceptarme”.
Tiene que ver, seguramente, con nuestros miedos, nuestras angustias, nuestra falencias, nuestra incapacidad para parar lo que hemos debido parar hace rato… En fin, con lo que cada uno decida.
Eso sí, cada quién decide qué acepta y qué no. Pero esa es otra historia.