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Neurocientífico alerta sobre trastornos y riesgos para la salud mental que provocan las redes sociales
El FOMO es un síndrome del que se comenzó a hablar en 2004, se popularizó en 2010 y fue incorporado al diccionario en 2013.
Es un fenómeno caracterizado por el deseo constante de mantenerse conectado. Foto: iStock.
La globalización ha traído consigo numerosos eventos importantes: estamos más conectados en muchos aspectos, gracias a las redes sociales y otros avances. Sin embargo, la avalancha de información puede ser abrumadora.
Hay más datos de los que podemos procesar y se muestra una abundancia de vidas felices que parecen tenerlo todo, presentándose como modelos ideales de plenitud.
Los niños participan en una gran cantidad de actividades extracurriculares y siempre hay otra más por descubrir, una que otro niño de la clase ya hace y que parece necesaria para el propio.
El día se convierte en una maratón diaria debido a un síndrome del que se comenzó a hablar en 2004, se popularizó en 2010 y fue incorporado al diccionario en 2013. Este es el FOMO, siglas en inglés de ‘fear of missing out’, que se traduce como el miedo a perderse algo.
En ese año, científicos de la Universidad de Oxford lo definieron como “la aprehensión generalizada de que otros puedan estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente”.
Es un fenómeno caracterizado por el deseo constante de mantenerse conectado con lo que otros están haciendo, descubriendo cosas nuevas y queriendo imitarlas.
Las experiencias de otros, que no siempre son reales, generan en el observador un sentimiento de ansiedad, inquietud y temor a perderse un evento o experiencia positiva, coincidiendo con una sensación de insatisfacción con su propia vida personal.
“La conceptualización de que FOMO implica un efecto negativo debido a necesidades sociales insatisfechas es similar a las teorías sobre los efectos emocionales negativos del ostracismo social”, explica el especialista Aditya Sharma, neurocientífico del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Pittsburgh, quien ha dedicado sus últimos años a investigar este fenómeno contemporáneo.
“FOMO es un hecho psicológico relativamente nuevo. Puede existir como un sentimiento episódico que ocurre en mitad de una conversación, como una disposición a largo plazo o un estado mental que lleva al individuo a percibir un sentimiento más profundo de inferioridad social, soledad o rabia intensa. Más que nunca, las personas están expuestas a muchos detalles sobre lo que les pasa a otros y se enfrentan a la continua incertidumbre sobre si están haciendo lo suficiente o si están donde deberían en términos de su vida”.
¿Cómo sentimos que nos estamos perdiendo de algo bueno?
Primero, se percibe que se está perdiendo algo, seguido de un comportamiento compulsivo para mantener estas conexiones sociales. El aspecto social de FOMO podría considerarse como una necesidad de pertenencia y la formación de relaciones interpersonales sólidas y estables.
Por otro lado, este fenómeno se considera un tipo de apego problemático a las redes sociales y se asocia con una variedad de experiencias y sentimientos negativos en la vida, como la falta de sueño, la reducción de la capacidad para vivir plenamente, la tensión emocional, los efectos negativos en el bienestar físico, la ansiedad y la falta de control emocional.
El ciclo interminable: acceder a las redes para calmar la ansiedad
Exactamente, las redes sociales ofrecen una vía compensatoria para que las personas ansiosas satisfagan sus necesidades sociales no cubiertas de una forma diferente a la interacción cara a cara.
Se cree que su uso facilita la comunicación para aquellos con dificultades, al compensar sus carencias de relaciones con mucho menos esfuerzo y de manera instantánea. No obstante, esta “compensación social” puede ser problemática cuando refuerza la evitación del o personal, incrementando así la ansiedad social.
El FOMO también está relacionado con el uso problemático de las redes debido a su fácil , permitiendo que, especialmente los adolescentes, interactúen a voluntad y busquen constantemente validación personal y mensajes gratificantes, lo que puede distorsionar su autopercepción.
¿Cuándo el anhelo es excesivo?
El ámbito digital está comenzando a ser explorado en los círculos científicos. Los expertos en neurología, neurociencias y salud mental empiezan a publicar los primeros estudios sobre experiencias que se reconocen en uno mismo, en amigos, colegas o familiares, pero que aún no tienen un diagnóstico médico formal para ser prevenidas o tratadas.
Lo mismo ocurre si se tiene la necesidad de publicar constantemente en redes sociales. Foto:Sascha Steinbach. EFE
Hace menos de un mes, la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) divulgó un informe revelando que el 69 por ciento de los jóvenes en ese país, de entre 18 y 34 años, ite padecer el síndrome de FOMO.
El 56 por ciento teme perderse eventos, noticias y actualizaciones importantes si no están conectados a las redes sociales. Además, el 69% siente que se pierde eventos esenciales si no revisan las redes.
Asimismo, una encuesta de StrategyTravel encontró que el 60% de los adultos jóvenes realizan compras motivados por el FOMO. La revista 'Estrategia' informó que el 59% de las fiestas y eventos, y el 29 por ciento de la visualización de alimentos, son las principales causas de FOMO entre los millennials.
En este contexto, el 73 por ciento de ellos han gastado dinero que no tenían para evitar sentir que se pierden de algo, según un estudio de TD Ameritrade.
"Los humanos deseamos sentirnos incluidos –afirma el especialista–, somos gregarios, nos interesa pertenecer a un grupo. Cuando eso sucede, además de la propia pertenencia, hay una implicancia de aprobación por parte de los demás y eso nos hace sentir mejor con nosotros mismos. Hacer lo que otros hacen, o lo que dicen que hacen de acuerdo a sus redes sociales, puede activar en nuestro cerebro el sistema de recompensas, aunque no se realice una actividad".
Indicios de que padece FOMO
Cuando no es posible sentir alegría por los demás o, al menos, indiferencia, y surge la preocupación al ver que otros disfrutan de actividades sin nosotros, o cuando debido a compromisos laborales o familiares no se puede participar en planes sociales, hay que considerar que se está ante una señal de alerta.
Lo mismo ocurre si se tiene la necesidad de publicar constantemente en redes sociales todo lo que se está haciendo, especialmente las cosas positivas, evitando mostrar los fracasos por miedo a sentirse poco importante en el mundo digital.
Cualquier cosa que haga que una persona se sienta excluida puede ser una causa potencial de FOMO. Sin embargo, las redes sociales nos permiten ver lo que todos están haciendo.
Eso no siempre fue así: nuestros compañeros de trabajo tenían actividades los fines de semana, pero con suerte nos enterábamos de algunas el lunes al llegar a la oficina. Ahora todo está ahí, de todos, al instante.
La sobreexposición genera una sobreexpectativa. La oferta es inabarcable y esa infinitud angustia si no se sabe manejar. Cuando vemos publicaciones que nos hacen felices en las redes sociales, se incrementa la dopamina en el cerebro, activando su sistema de recompensas, lo que implica que se busque repetidamente.
¿Qué otros riesgos se enfrentan?
Pasar más de dos horas al día en redes sociales mostró un riesgo significativamente mayor de tener tendencias suicidas. FOMO puede mediar entre el narcisismo y el uso problemático de las redes sociales, sugiriendo que las necesidades de relación social no satisfechas causan una alta participación en su consumo problemático.
También se ha vinculado con consecuencias negativas relacionadas con el alcohol, ya sea a través de un mayor consumo o disposición a participar en conductas de riesgo.
Es probable que los adolescentes con FOMO experimenten con drogas y alcohol si esa es una condición para encajar con sus "amigos" en las redes sociales.
En un estudio chino con estudiantes universitarios, se encontró que el afecto negativo, que es una dimensión general de angustia subjetiva que incluye una variedad de estados de ánimo aversivos como ira, desprecio, disgusto, culpa, miedo y nerviosismo, está relacionado con la falta de sueño mediada por FOMO.
En un estudio universitario israelí que midió el uso de teléfonos inteligentes durante la noche, se verificó que los jóvenes tenían riesgo de sufrir una reducción de la calidad del sueño y de la salud psicológica general.
Una encuesta de 101 adolescentes relacionó la preocupación antes de dormir y el FOMO con una latencia de inicio del sueño más prolongada y una duración reducida del sueño. Toda esta evidencia es concluyente.
¿Cómo disfrutar lo que hace sin enfocarse en lo que se pierde?
Primero, puede ser útil identificar exactamente qué está causando el FOMO, porque a cada persona le afecta de manera diferente. Es clave comprender y minimizar los desencadenantes.
Restringir el uso de pantallas, dejar de seguir determinadas cuentas, imponer un descanso de conexión algunos días si es posible. Se debe apostar al autocontrol, más que a la abstinencia.
También es importante cambiar el enfoque: encontrar lo que gusta, lo que se disfruta y concentrarse en ese momento, en el aquí y ahora de la experiencia. Es preciso volver a lo que a uno le da placer. Despejar las influencias externas y no acumular experiencias, sino disfrutar. Tal vez sería bueno empezar a preguntarse.
*Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación Argentina, y contó con la revisión del periodista y un editor.