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Explicativo
Estos fueron los beneficios de la duda de Santo Tomás, según grandes santos
El apóstol no creía en la resurrección de Jesús porque él no se le había aparecido personalmente.
El 3 de julio se le conmemora a Santo Tomás Apóstol, quien es considerado como el ‘patrono de jueces, arquitectos y teólogos’, fue uno de los doce discípulos de Jesús y es recordado por ser quien no le creía a los demás apóstoles que el Señor había resucitado entre los muertos, según ‘ABC’.
El hombre había dicho que creería en la resurrección con los siguientes parámetros: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”, de acuerdo con ‘Aciprensa’.
Dicho esto, Cristo se le apareció y le dio el beneficio de la duda: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”, dijo Jesús. Ante esto Santo Tomás solo pudo expresar “Señor mío y Dios mío”.
Los beneficios de la duda de Santo Tomás, según los santos
La incredulidad de Santo Tomás tenía una misión. Foto:iStock
San Gregorio Magno:
El papa San Gregorio Magno consideraba que la duda de Santo Tomás no fue por pura casualidad, sino por una obra de la divina misericordia, puesto que “mientras el discípulo incrédulo palpaba en el cuerpo de su maestro las heridas, curaba en nosotros las de nuestra infidelidad”, según ‘Aciprensa’.
“Más provechosa nos ha sido para nuestra fe la incredulidad de Tomás, que la fe de todos los discípulos, porque mientras él, tocaba, restablecía la fe, nuestro espíritu se confirma en ella, deponiendo toda duda”, finalizó su mensaje.
El considerado como doctor de la iglesia y patrono de los predicadores señaló que Jesús buscaba salvar el alma del discípulo, pero que no lo hizo de manera inmediata para que “se inflamara más su deseo y fuera más fiel en adelante” y que mantenía sus heridas “para demostrarles que era el mismo que había sido crucificado”.
San Agustín:
El escritor, teólogo y filósofo de la iglesia, también defendía que lo que sucedió no fue por pura casualidad, puesto que para él Cristo no había actuado de esa manera solo por ayudar a Santo Tomás, sino también “por aquellos que iban a negar la verdadera carne del Señor”.
Finalizó explicando que Jesús “quiso que quedasen en su carne las cicatrices para eliminar de los corazones de los hombres la herida de la incredulidad y que las señales de las heridas curasen las verdaderas heridas”.
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