Así se veían la ‘nariz del diablo’ y estas vías colombianas hace décadas (fotos)

La historia de las carreteras en Colombia se remonta a inicios de siglo XX, pues antes de ello los ciudadanos se transportaban a través de vías férreas, fluviales, por los caminos reales que habían quedado del periodo colonial y, claro está, los trayectos indígenas que unían a los diferentes pueblos de la precolombianidad.

Con la llegada de los primeros vehículos al país a finales del siglo XIX e inicios del XX, se empezó un proceso de desarrollo vial que intentó crear nuevas formas de movilización y conectar a las diferentes regiones con Bogotá, la capital de la República.

Así las cosas, para el Gobierno de Rafael Reyes (1904-1909) se empezó la construcción de la Carretera Central del Norte,  la primera vía nacional, la cual Iniciaba en Bogotá y Pasaba por Tunja, Santa Rosa de Viterbo, Belén, Soatá, El Almorzadero y Finalizaba en Cúcuta.

Desde entonces, en más de cien años diferentes gobiernos han querido impulsar nuevas iniciativas para el desarrollo de carreteras con el objetivo de brindar nuevas variantes de movilidad en las diferentes regiones.

Como bien se dijo, se inició su construcción en 1905 para comunicar al país con las regiones del norte, en especial con Cúcuta y la frontera con Venezuela. No fue sino hasta el Gobierno de Enrique Olaya Herrera que culminó su construcción. Hoy tiene más de 600 kilómetros de longitud y es considerada una de las más importantes de Colombia.

Esta es una de las vías más importantes que conecta al centro con el sur del país. Para los bogotanos es un sitio emblemático que marca la llegada al municipio de Melgar, uno de los lugares insignia para el descanso de los ciudadanos capitalinos.

Empezó su construcción en la década de los 40, pero detrás de su obra se guarda un misterio que hasta el día de hoy sigue vigente. Según el mito, la representativa piedra que sobresale de la montaña jamás pudo ser demolida con la dinamita que se usó para abrir el camino.

Y fue entonces cuando los ingenieros decidieron abrir un espacio bajo esta roca para que los vehículos pudieran pasar, quedando allí una forma puntiaguda que asemeja a la que se le atribuyen actividades paranormales, que, según los lugareños, ocasionan constantes accidentes.

Esta ha sido una de las vías más polémicas de la historia reciente del país por el sinfín de prórrogas que la dejaron en el olvido durante muchos años, hasta que el pasado mes de septiembre de 2002, se dio apertura total a la misma, convirtiéndose así en una de las obras de infraestructura más importantes de la nación.

Según lo analizado por la Asociación Internacional de Túneles, la construcción del túnel de La Línea se convirtió en uno de los más largos de Latinoamérica, pero tardó lo mismo que demoraban las obras en el siglo XIX o,7 kilómetros por año.

El primer proyecto que intentó atravesar la cordillera tiene fecha de 1913, después a finales de los años 20 y luego en los años 50, pero los proyectos quedaron archivados hasta que se realizó la peligrosa ruta denominada ‘el alto’, la cual pasaba en mitad de la montaña, sino que la rodeaba por lo que sus pronunciabas rutas dejaba más de 200 accidentes al año, según cifras oficiales.

JAIME EDUARDO PAZ PAREDES

REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL

EL TIEMPO